20 de febrero de 2011

Crónica de la errante Béjar Big Band


De toda la Béjar Big Band, yo sólo conocí a Big Rai; me pareció un tipo honesto. Al principio, en la ciudad estrecha nadie apostaba por el futuro del grupo. En un pequeño rincón de provincia anegado por la suspicacia, los complejos y la falta de iniciativa, por lo demás no ajeno a la lepra nacional de la envidia, parecía utópico semejante proyecto de esfuerzo y conjunción colectivos. Y, encima, ese modelo, tan desfasado, de la grandes bandas...
Vi su concierto en el Teatro Cervantes, cuando la orquesta ya estaba definitivamente formada. Era su bautismo escénico, su debut. El teatro registró media entrada. Sinceramente, no esperaba ser testigo de algo así, de algo tan extraordinario como lo que ocurrió aquella tarde. Cómo explicarlo.
La Béjar Big Band, en principio, demostraba originalidad. Negando la distribución escénica clásica, la triple fila superpuesta, se presentaba formando un medio hexágono abierto a la platea. Los instrumentos ya delataban una fusión entre el jazz y el rock. Pero nada avisaba del milagro. La música, y solo la música, estableció sobre el público una férula dulce y totalizadora; el mundo había dejado de existir dentro de aquella cápsula de vacío en la que se convirtió el Teatro Cervantes. La música como hoguera, como gas narcótico, como maná gozoso que penetraba en los cuerpos. Enlazando un tema con otro a través de empalmes imperceptibles, la banda no tuvo un segundo de descanso. Cuando la música cesó, hubo unos minutos de silencio total. Parecía que el tiempo se había detenido en ese instante, músicos y espectadores inmóviles como estatuas, sin cruzar un comentario, sin realizar un gesto. Los primeros en despertar del arrobo rompieron en unos tímidos aplausos que luego se multiplicaron con una intensidad furiosa, prolongándose sinceramente, sin la generosidad torcida del público de la ópera, que en realidad se autoaplaude. Salí, todos salimos del teatro como si hubiésemos redescubierto la música.
No volvieron a tocar en la ciudad. Un mes después de su debut, pobremente auspiciados por una subvención pública que apenas cubría los gastos de desplazamiento, emprendieron una gira estival. Su fama no tardó en extenderse; al poco eran simplemente conocidos como la Big. Alcanzaron el éxito. Y domeñaron el éxito, eligiendo unos derroteros incomprensibles para la mayoría de sus congéneres.
Hoy ruedan por el mundo como una especie de secta sinfónica; la música se ha convertido en su credo. En su vagabundeo sin fin, se les han ido sumando músicos de todo el mundo. Más big que nunca, la banda no se somete a calendarios, circuitos ni programas. Tocan cuando deciden tocar, en un parque, en un poblado de chabolas, en un descampado, en el fondo de un valle o en lo alto de una montaña. Forman, acompañados de sus familias, una troupe gigantesca y libertaria entregada a un sacerdocio donde las partituras son los libros sagrados y los compositores pueblan un Olimpo próximo. La Béjar Big Band no acepta contratos; la generosidad de las gentes procura su sustento. Un emir enriquecido a costa del hambre de su pueblo les ofreció una cantidad impensable por actuar en su palacio de cúpulas de oro. Recibió un trombón de regalo, y una nota donde la banda aceptaba el cheque a cambio de que el emir se introdujera el instrumento por el ano. Desoyeron también el patrocinio de importantes multinacionales.
Se cuenta que la Big ha alcanzado un virtuosismo rayano en lo sobrenatural.
En el ayuntamiento de Béjar, los concejales han aprobado conceder la Medalla de Oro de la ciudad a la banda errante. Pero los músicos no vendrán a recogerla. Son las oscuras golondrinas... que no volverán.

Gabriel Cusac

2 comentarios:

  1. Amigo Gabriel, ¡sería maravilloso pertenecer a una banda errante,con músicos de todo el mundo! Sería un sueño,que existiera algo parecido a la banda de tu relato.En la ROUTE 66 bejarana, en la que ahora toco,colgaremos este cuento como un ideario de ruta, para que cuando surja alguna duda de por donde continuar, tus palabras nos la aclaren de inmediato.Y el 12 de Marzo,en Navalmoral de la Mata - nuestro próximo bolo - le dedicaremos un tema a todos los que se están enfrentando a sus respectivos emires , para que acaben pronto con el puto mahoma y con sus "amos".Te mandaré una foto de la clase de ensayo con nuestro ideario colgado.Al tiempo.

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  2. Me alegro de que te haya gustado este desliz onírico, Rai. Si resulta que además inspira el ideario de la Route 66, más honor.
    Suerte en el próximo bolo.

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