¡Qué
cosa es la publicidad! ¡Qué muñecos somos en sus manos! ¡Cómo nos condiciona, tan
soberanos que nos creemos! Digo esto porque, con oportunidad exquisita, el
pasado día de san Antón se ha dado a conocer el avance estadístico sobre un
curioso estudio a cargo del Departamento de Sociología de la USAL. Este
estudio, ya popularmente conocido como “Choridior”, se ha localizado en el
ámbito de la ciudad de Béjar, entre una población aproximada de 12.000
habitantes. Cabe destacar el esfuerzo logístico del experimento, un éxito de
colaboración multilateral entre cadenas de televisión, comercio local, Universidad
de Salamanca y el grupo empresarial LMVH, propietario de la marca Dior y
dispensador del plácet para autorizar la manipulación del anuncio, cuya versión
dirigida al público bejarano se emitió durante los meses de septiembre y
octubre de 2019. Aunque el estudio está incompleto, a falta de su desarrollo y
conclusiones, los datos estadísticos facilitados son reveladores.
Conocemos
el anuncio hasta el aburrimiento.
La
puesta en escena trae aires mitológicos. Un chorro de luz cenital, símbolo de
la manifestación metafísica, ilumina una piscina interior inverosímilmente
poblada de pibones con vestidos ligeros. Techos altos, arcos orientales, sala
hipóstila de altas columnas, sahumerios. El público culto, consciente o inconscientemente,
puede establecer asociaciones tan heterogéneas como interesantes: ritual de
purificación, piscina lustral, ninfeo, prostitución sagrada, Afrodita, Ishtar, cultos
cnóticos. El público verriondo puede pensar en un prostíbulo VIP, de
eurodiputado p´arriba. El nuevo público feminista, dúctil como la
plastilina, encontrará mil razones para significar que esta magistral mise
en scène, como el spot completo, simboliza el empoderamiento de la mujer.
El viejo público feminista recordará el concepto de mujer objeto. En todo caso,
como en cualquier campaña publicitaria bien hecha, nadie queda indiferente: chapeau
por sus creadores.
Es
un anuncio curradísimo. Tras la comentada escena inicial, en pocos segundos se
desarrolla la secuencia narrativa a través de un verdadero catálogo de planos
cinematográficos. Primer plano: bellísima -más bella que hace cuatro lustros,
apología viviente del bisturí-, emerge poco a poco Charlize Theron de las
aguas. Triunfal nacimiento de Venus. Fugaz plano aéreo, fugaz trávelin lateral.
Plano general: privilegiadas espaldas de su doble cuando sale de la piscina. Trávelin
frontal: la valquiria, súbitamente vestida, avanza hacia cámara con paso firme
seguida de la escuadrilla de pibones. No tiene la cintura de su doble; tanto
da. Charlize dice “J´adore”. Un primer plano del frasco de perfume, con el
fondo náutico de la piscina, remata el anuncio, con las palabras “J´adore” y
“Dior” sobreimpresionadas.
El
“Choridior”, la rústica -en apariencia- impostura, cambia los tonos áureos
imperantes en el anuncio original por otros rojizos; Charlize dice “Chorizooo”
en vez de “J´adore”; en el tramo último, un apetecible ejemplar de este
embutido sustituye el frasco de perfume, y el directo eslogan “Cómeme” aparece
sobreimpresionado junto al chorizo.
“Choridior”,
o la revolución.
Septiembre
y octubre fueron meses luminosos en la habitualmente sombría ciudad estrecha,
instalando la moda “Choridior”. Sabedores de que el anuncio
manipulado se emitía en Béjar y solo en Béjar, los paisanos -por una vez desde
“La Gloriosa” de 1868- volvían a sentirse protagonistas. Se cruzaban dos
conocidos por la calle y surgía de modo tácito la parodia del soberbio desfile de doña Charlize, con un “chorizooo” pretendidamente sensual sustituyendo al
adiós. Todo un descojono. Marujas y marujillas acudían en masa a las
peluquerías: querían el peinado y el color de cabellos de la diva; “hazme un
Charlís”, decían a la peluquera. La piscina cubierta del Hotel Colón instaló una
arquería de pladur, muy lograda en la imitación, con el sutil añadido de unas
longanizas de plástico colgando en los arcos. Un ingenioso hostelero ideó la
tapa “Choridior”: chorizo asado en un bollito con cabello de ángel. Alguien
propuso nombrar hija adoptiva a la actriz sudafricana. Reinó un júbilo de advenimiento.
El
estudio del Departamento de Sociología no tiene como finalidad la promoción de
un determinado producto, sino que intenta profundizar en las claves
publicitarias y su influencia en el consumo. Y en esta ocasión comprobamos que
un buen anuncio, levemente transformado, puede ser válido para distintos
productos; si el “Choridior” trajo la alegría a Béjar, seguro que en Guijuelo
se están frotando las manos. Porque, según los datos aportados por el comercio
local, las ventas de chorizo han aumentado un 25%, aunque es muy posible que el
consumo real supere ampliamente este porcentaje, dada la gran tradición
chacinera de la zona, donde las matanzas caseras están muy extendidas. Matanzas
de cochinos, claro.
Únicamente
cabe lamentar el accidente sufrido por nuestro conciudadano Esaú Feeling Cachopo,
de todos más conocido como Cagalasperras, quien precisamente estaba
cortando chorizo durante la emisión del anuncio, llevándose en un descuido dos
falanges por delante.
Gabriel
Cusac
2 comentarios:
Tengo en la mente este anuncio como el de aquel legendario caballo de Terry que, preguntada la gente, parece todos recordamos que iba desnuda, o al menos suelta y escotada. Y no era así: tan solo imaginación y fantasía, que eso es lo que siembran.
No sé que pasará con este recuerdo de lentejuelas doradas al cabo de los años. Probablemente en el siglo XXI nos prohibirán -a los hombres- desnudar sin autorización, aun en sueños. Quizá eso hacía ya Cagalasperras.
Una curiosidad: la Lady Godiva del anuncio de Terry tiene una obra pictórica inquietante de la que nadie se acuerda. Otra curiosidad: aquí cerca tenemos a un Lord Godivo, Manolo Chinato, que posó en viva pelota junto a su caballo para la portada de un disco.
No sé qué pasará en unos años, pero el panorama asusta. Vimos un anuncio en el que unas mujeres tiran a un hombre por una ventana para hacerse con sus pantalones; en otro, el hombre era descambiado porque no sabía poner una lavadora; y el lema de una página de contactos era y a lo peor sigue siendo "adopta un tío"; mientras, parece que de aquí a poco van a existir impresos para que las mujeres autoricen el flirteo a sus pretendientes. Este feminismo mal entendido, esta nueva inquisición, me repugna. Y ahora, a recibir las críticas.
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