Con mayúsculo asombro he escuchado a nuestra infatigable Rosa dar por hecho que los “ángeles malos” eran originalmente “ángeles convencionales”. Razones: el análisis químico de las pinturas demuestra que hubo dos intervenciones, una a mediados del XIX y otra “a partir de 1929” (extraña datación). Sin ser experto en nada, no entiendo muy bien el encadenamiento lógico que llega a establecer esta conclusión. Y expongo mi contraargumento. O el de Roberto Domínguez Blanca, autor del primer informe científico sobre la ermita del Santo Cristo, porque pensamos lo mismo.
No
hace falta ser un historiador del arte para darse cuenta de que todos los
personajes esgrafiados -ángeles malos, ángeles tenantes de las Armas Christi
y del medallón de la mujer con toca (y sé que todos los ángeles deberían ir
entrecomillados), ella y su pareja, el hombre gato- pertenecen al mismo autor. Lo delata, sobre
todo, esa línea única, tan peculiar como rústica, que enlaza cejas y nariz.
Esta evidencia, tan sencilla, nos debe hacer pensar en repases de pintura sobre
los trazos originales. Si un pintor hubiese querido reformar el programa
decorativo de la cúpula, transformando “ángeles buenos” en “ángeles malos” las
figuras serían completamente distintas no solo en su temática, sino también en
su dibujo, en su técnica. Transformación iconográfica radical, por otra parte,
que resulta difícil, muy difícil, de justificar, y que en todo caso la datación
de las pinturas no prueba. Transformación iconográfica que me creería si, por
ejemplo, en la casilla del ángel borrado, el desaparecido, hubiese algún resto
de la alegre melenita que lucen los ángeles tenantes de los medallones. Transformación
iconográfica que sigue siendo una teoría respetabilísima, porque es cierto que
el coro de serafines respondería a la ortodoxia. Pero creo que los
esgrafiados de la ermita del Santo Cristo son una invención tan original, tan
particularísima, que alcanza de pleno la heterodoxia.
Además
de que no existe evidencia física alguna de “ángeles buenos” en la cúpula, hay
otra pista que me hace creer en la maldad original de nuestros encantadores bichitos.
Son esas muecas/muescas tremendas, esa profusión de “paréntesis” esgrafiados
que rodean las bocazas, queriendo destacar la expresión de horror. Si fueran
serafines cantando, bastaba con que tuvieran las bocas abiertas. Pero esa
multiplicación expresionista de muecas pronuncia su condición de sufrientes, de
castigados. De réprobos.
Puedo
equivocarme, por supuesto. Aunque sigo en mis trece. Hay técnicas muy
avanzadas, como la radiación infrarroja, que permiten radiografiar las obras de
arte. Ya he dicho que no soy experto en nada, ni tan siquiera estoy seguro de
que la técnica citada pudiera aplicarse al corrillo de ángeles malos. Pero
concluir que la datación de las pinturas nos desvela “ángeles convencionales”
me parece una temeridad. Ruego, en todo caso, que Talaván, Historia Viva publique
íntegro el estudio químico en la página de la asociación.
Y
un último apunte. Que tenga o no tenga razón es lo de menos. Lo que deseo con
todas mis fuerzas es que la rehabilitación de la ermita del Santo Cristo se produzca
cuanto antes. Porque su ruina es un tumor del alma. Y nos estamos enfriando con
tanta mierda burocrática. Que el otoño y el invierno sean leves para nuestros
pobres angelitos, para la mujer con toca, para el hombre gato. Salud.
Gabriel
Cusac Sánchez
En completo acuerdo, tal como ya escribí en una respuesta.
ResponderEliminarGracias, Gabriel por tu preocupación que no cesa, hasta ver "rehabilitados" y salvados de las inclemencias del tiempo, pero más aún de la incuria y abandono de los presuntos responsables de su "salvación".
Desde que conocí la ermita del Santo Cristo hasta hoy, el deterioro ha sido notable. Tú, que la conoces desde hace muchos años, ya me dirás. Y otra vez nos llega el mal tiempo. Qué penoso, qué inacabable pesadilla. En serio, Manuel, prefiero no pensar en ellos, pero los monstruitos no se me van de la cabeza. Que el otoño y el invierno sean clementes.
ResponderEliminarContaban la fábula de galgos o podencos, lo que hay que hacer es correr con el andamio.
ResponderEliminarCierto, Juan, esto es desesperante.
ResponderEliminarSi después de tanto tiempo no se ha hecho absolutamente nada, mucho me temo que no hay intención de evitar el derrumbe.
ResponderEliminarTítiro.
Somos muchos los que sufrimos por la ruina de la ermita del Santo Cristo de Talaván, pero por desgracia tengo que admitir que nos llevan tomando el pelo por goleada desde hace años. En fin, la Asociación Talaván Historia Viva sigue moviéndose; tengamos un punto de esperanza.
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