Pasacalles (imagen de J.C Pérez Hernández) |
Opinar de un tema desde el
desconocimiento puede ser honesto, siempre y cuando se reconozca la profanidad.
Pero es muy fácil ceder al impulso de la falsa omnisciencia, sobre todo hoy,
cuando tres o cuatro presurosas búsquedas internáuticas nos convierten en
doctores a demanda para lucirnos en las redes sociales. Confieso que,
personalmente, más de una vez he caído en esta forma de vanidad, la de
travestirme de sabio, con internet y antes de internet. Y me arrepiento.
Hoy hablaré de la exposición de
Manolo Elices en el Museo Mateo Hernández de Béjar. Y, por lo antedicho,
advierto sinceramente que mis nociones sobre arte son muy generales. También
advierto que no conocí al artista y que solo una vez, hace un buen puñado de
años, pude contemplar alguna obra de Elices en el Casino Obrero de Béjar con
motivo de una exposición colectiva. Soy, en definitiva, un ignorante de su vida
y de su creación. Pero tengo derecho a declarar mi entusiasmo.
El circo (imagen de J.C Pérez Hernández) |
Quiero decir que las puertas de la
primera planta del museo fueron como el espejo de Alicia. Tras franquearlas, el
mundo quedaba al otro lado. Ante la súbita explosión de luz, de color, de
fantasía, fui víctima de un encantamiento. Agradecida víctima: hacía mucho
tiempo que no me quedaba embobado delante de un cuadro. Todos y cada uno de
ellos, con la salvedad del bodegón (no me gusta nada, aunque entiendo la
necesidad de incluir algún ejemplo de la faceta realista del pintor), testificando
de una creatividad genuina. Porque, aunque Elices no esconde varias de sus
devociones o influencias -Velázquez en Agustina Sarmiento y Guardainfante
y basquiña; el guiño, en el autorretrato titulado Manolo, a Brueghel y El Bosco,
pinchando en su paleta personal una pequeña picota de rueda como las que
aparecen en las escenas apocalípticas de los flamencos; Dalí, a simple vista: otras
ruedas, las blandas de sus bicicletas, como los relojes blandos del figuerense; quizá
Ensor y quizá Chagall, por el color desbocado y el tratamiento caricaturesco de
las figuras-, me gustaría saber si alguien se atreve a decir: “pues la obra de
Elices se parece a la de…”. Me parece difícil. Me parece que, si la
originalidad unida a la técnica conforma el sello del genio, Elices es
sencillamente genial.
Ejercicios de montaje (imagen de J.C. Pérez Hernández) |
Quiero decir que, en la pequeña
galería encantada que acoge la muestra, por unos instantes recobré una tentación
insana y a la vez cándida. Posiblemente la misma avaricia del adolescente
enamorado. Deseaba que aquellos cuadros fueran míos y solo míos. Pasó la
tentación, y recordé las maravillosas palabras que abren el folleto explicativo: “Mi ilusión sería, un día, sacar todos los cuadros del estudio,
llevarlos a Béjar y colocarlos en la calle Mayor, desde la Puerta de la Villa a
la Plaza Mayor, que la gente (los niños en especial) pudieran verlos e
interpretarlos; que opinaran libremente, los criticaran, admiraran, se
sorprendieran o aborrecieran si es preciso…”. Sí, pienso que una obra como la
de Elices debe tener carácter patrimonial. Y me emocionaría la idea, bastante menos
utópica que la mencionada del museo callejero, de que los maestros de Béjar -al
menos, los de Béjar- sacasen a los chavales de las aulas para que asistieran,
en el museo Mateo Hernández, a una lección de belleza. También me emocionaría
que el Ayuntamiento y la familia Elices se pusieran de acuerdo para que la
exposición fuera permanente, no temporal. Y, a ser posible, más amplia. Aunque
entiendo que esta demanda es muy fácil en su enunciado, pero quizá muy difícil
en su consecución, desde el acuerdo entre las partes hasta la elección de un
espacio adecuado. En fin, yo lo dejo caer…
Cometas (imagen de J.C. Pérez Hernández) |
¿Y qué más quiero decir? Que se me
escapa el significado de algunas obras y de algunos detalles, como las llaves
que aparecen de vez en cuando, pero que la sola especulación intelectual ya es
un ejercicio saludable. Que mis cuadros favoritos son El ventrílocuo, Ejercicios
de montaje, Pasacalles y Cometas, todos de la serie circense.
Que mis palabras valen muy poco, pero les ruego que se acerquen al museo Mateo
Hernández. Luego, me cuentan. Gracias.
Gabriel Cusac
Buenos días Gabriel. Gracias por los comentarios sobre la obra de mi padre y mi abuelo. Si te ha emocionado, entonces ha cumplido con los deseos del artista. Tu análisis es muy acertado y se asemeja a la opinión de gran parte de todos aquellos que llevamos el apellido Elices. Por parte de "nuestra familia" estamos encantados de ceder de modo permanente la obra y, si el espacio lo permitiese, ampliar el tamaño de la colección: hay bastante obra (oleos, acuarelas, temmpera y dibujos) que no ha podido ser presentada. Roberto y Olivia Elices
ResponderEliminarMuchas gracias por ese bonito comentario sobre la pintura de mi tío. Dices que no tienes conocimientos de pintura, eres muy humilde, pues demuestras lo contrario aunque, a mí, no me sorprende ya que sé de tus conocimientos y facilidad con las palabras. Gracias!
ResponderEliminarGracias a vosotros por ofrecernos la oportunidad de disfrutar con la obra de Manolo Elices. Claro que me ha emocionado. Mucho, hasta tal punto que cuando puedo paso por el museo Mateo Hernández. Y más me emocionaría ver algún día lograda una exposición permanente y, a ser posible, ampliada. Si por vuestra parte no hay problema en la cesión de la obra, creo que el escollo más importante está salvado. Sería fabuloso para Béjar, para los bejaranos y para cualquier amante del arte. Y sería también justo, porque creo que los cuadros de Manolo Elices lo merecen.Ojalá algún día se consiga.
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