20 de abril de 2020

Canción esquelética para pequeños músicos




¡Chicas y chicos, mucha atención!
Llega aquí la canción esquelética.
Es poética, rítmica, estética,
y se acompaña de percusión.

Nos hace falta una calavera,
mejor de un difunto cabezón.
También dos tibias limpias y enteras.
¡Sí, son las baquetas y el tambor!

¡Clac, clac, cataclac!
¡Clac, clac, cataclac!

Puntito en el mapa, pequeñito,
es Villavieja, pueblo bonito.
Blanco de cal y rojo de teja,
se planta en un valle Villavieja.

Hablamos del Valle de los Muertos:
aquí cayeron soldados cientos
librando una gran batalla fiera.
¡Pues más terrible nunca la hubiera!

¡Clac, clac, cataclac!
¡Clac, clac, cataclac!

Que fue una matanza sin par dicen,
que fue tremenda masacre cuentan,
que fue la más fatal degollina,
que fue una bárbara escabechina.

Los cadáveres de muchos hombres
en el valle yacen enterrados.
De ellos no se saben ni sus nombres,
que en el tiempo han quedado olvidados.

¡Clac, clac, cataclac!
¡Clac, clac, cataclac!

Los esqueletos la tierra abonan.
Huesos alimentan las raíces.
Huesitos por los veneros ruedan.
Níveas asoman las lombrices.

Y presumen los villaviejanos
de cuerpos fuertes, grandes y sanos
por beber desde que son chiquitos
agua en la Fuente de los Chorritos.

¡Clac, clac, cataclac!
¡Clac, clac, cataclac!

De huesos un sabroso caldito es,
Néctar tibio, cálcico, fosfórico,
cadavérico, rico y dietético,
mejor que infusiones y cafés.

No se debe a la casualidad
que los paisanos villaviejanos
sean de verdad faros humanos
con su propia luminosidad.

¡Clac, clac, cataclac!
¡Clac, clac, cataclac!

Como explican los libros de ciencia
sobre esta curiosa propiedad:
ellos adquieren la fosforencia
por tomar fósforo en cantidad.

Por eso no hay un villaviejano
que lleve un cigarrito en la mano.
Creedme, tanto fósforo tienen
que nunca fuman, porque se encienden.

¡Clac, clac, cataclac!
¡Clac, clac, cataclac!

¿Qué decir del calcio? ¡Otra bicoca!
Sí, señor. Chollo y bicoca loca.
¡Porque son formidables sus huesos!
¡Así caminan todos, tan tiesos!

Aunque sean ya unos carcamales,
¡qué rectas columnas vertebrales!
¡Y qué caras! ¡Son de porcelana!
¡Qué tersas, qué finas, qué galanas!

¡Clac, clac, cataclac!
¡Clac, clac, cataclac!

También presumen de dentaduras,
Preciosas, blanquísimas y duras.
¡Y cagan blancas estalagmitas!
¡Pero qué caquitas más bonitas!

Es lo que dice la medicina,
no estamos hablando de pamplinas:
contra los huesos de plastilina
calcio y fósforo son cosa fina.

¡Clac, clac, cataclac!
¡Clac, clac, cataclac!

Gabriel Cusac




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