5 de junio de 2022

In honorem José Muñoz Domínguez

 

                                                Pepe Muñoz (imagen tomada de Salamanca al día)

Faltó un pelo, hace treinta años, para que El Bosque quedase amputado sustancialmente gracias a una recalificación de terrenos salvaje: chalés en el Prado Alto, viviendas en el Prado Bajo. Solo unas pocas voces críticas, encabezadas por el Grupo Cultural San Gil, se alzaron contra aquella tropelía urbanística. Hoy, valiente, terco y diezmado, el Grupo San Gil sigue en pie y disparando, a modo de Tercio de la Sangre o últimos de Filipinas en batallas patrimoniales, y, ayer como hoy, Pepe Muñoz sigue enarbolando rasgadas banderas. Lucha desde que le conozco.

A veces este hombre es más agobiante que su propio currículo. Del mismo modo que un Testigo de Jehová puede relacionar el relleno de los profiteroles con el Armagedón, Pepe deriva a la referencia culta patológicamente, aunque le hayas dicho que te ha salido un uñero. La diferencia entre ambos fanatismos, no exentos de una larvada lujuria, es que Pepe razona. Lúcido, competente, enciclopédico, no se me ocurre ejemplo más cercano para la definición de humanista. Como muestra, un botón: cualquiera que se interese por la historia bejarana –no digamos por El Bosque- descubrirá un nombre ubicuo: el suyo. Pero hablo de humanismo en un sentido amplio, más allá de la suma de conocimientos. Hablo de la implicación social, de entregarse gratuitamente, de ofrecer y de mojarse.

En el podrido ámbito de la intelectualidad –que es un mundo ofidio-, gobernado por las insidias, las prebendas, los plagios disimulados y los silencios ominosos, Pepe siempre ha ido de frente, divulgando lo que sabe, atendiendo a la verdad y procurando que el saber no sea un privilegio, sino un instrumento de libertad al servicio de todos. Por eso le han caído hostias como panes. Y, sin embargo, frente a quienes cada vez más optan por el confort -me incluyo: la salud mental es una estupenda coartada-, Pepe sigue manteniendo el acerado lema de frangar, non flectar como ley de vida. Contra la indolencia reinante, contra las derechas y las izquierdas, contra Crono y contra las arrobas de desengaño en filiaciones o afiliaciones casi reducidas a un prurito sentimental.

Querido Pepe, buen amigo, no eres el heroico Lucifer libertador del Génesis. Cabe reprocharte, como Adso reprochó a fray Guillermo de Baskerville, cierto orgullo intelectual. A mitad de la fiesta puedes convertirte en el erudito -o sea muermo profundo- y creo que te haría bien despejar tu compacta agenda: tomar aire, playa, montaña, mojitos leyendo El Jueves, sacar de paseo al muñeco como si no hubiera un mañana. Pero eres un tipo íntegro. Y van quedando pocos.

Un abrazo.

Gabriel Cusac

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