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Ave de singularidad mítica, como el Roc o el Fénix. Aguzanieves ribereña, pero con galana cresta violeta y sendas calaveras ocultas en el envés de las alas; dos calaveras bien dibujadas, no tal la caricatura de la Acherontia atropos, la mariposa fúnebre. Aparece en la península del Morrazo, donde el laberinto de Mogor y el crucero de Hío, donde la María Soliña llorada por Celso Emilio Ferreiro, donde Galicia se estrecha en un abrazo atlántico entre las rías de Vigo y Pontevedra. Se presenta la lavandera prodigiosa abierta de alas, mostrando las credenciales de osar para que no quepa duda sobre su identidad. Y lo hace al familiar o amigo al caso para mandar recado de un difunto reciente, siempre con principal aviso (no viene a contar cualquier chisme, naturalmente; es grave correo): "Los amadeos de oro están en la bodega, entre la viga y la zapata de la columna de en medio", o "Se coló una víbora en el capazo del maíz; tienes que sacarla del hórreo", o "No cures las viñas, que llega temporal", o gracias y perdones inexcusables que no se cumplieron en su día, cosas así. A lo que cuentan, tiene voz de niña repipi.
La mensajera de los muertos debe recibir un óbolo protocolario; la ofrenda es costumbre sagrada. Dicen que en el Monte do Facho, castro misterioso y balcón de crepúsculos a lo Turner, hay una cueva donde la pitita guarda todas las propinas. Hay quien da una moneda, quien una foto, quien una nuez o un botón. Debe ser la cueva algo parecido a una capillita de exvotos.
Resultaría antojo muy cunqueiriano la poesía postrera de un vate lugareño recitada en pico de la lavandera del Morrazo, y el oyente copiando al dictado. Quizá se haya dado tan primorosa estampa. Todo es posible en Galicia, la hermosa y mágica Galicia.
La mensajera de los muertos debe recibir un óbolo protocolario; la ofrenda es costumbre sagrada. Dicen que en el Monte do Facho, castro misterioso y balcón de crepúsculos a lo Turner, hay una cueva donde la pitita guarda todas las propinas. Hay quien da una moneda, quien una foto, quien una nuez o un botón. Debe ser la cueva algo parecido a una capillita de exvotos.
Resultaría antojo muy cunqueiriano la poesía postrera de un vate lugareño recitada en pico de la lavandera del Morrazo, y el oyente copiando al dictado. Quizá se haya dado tan primorosa estampa. Todo es posible en Galicia, la hermosa y mágica Galicia.
Gabriel Cusac
2 comentarios:
Climb aboard, old scout, and we go along faster.
Ok, Gus.
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