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Me he apuntado a un cursillo que ofrece la empresa. La verdad es que me apunto a todo lo que sale. Como no tengo estudios, me hace mucha ilusión hacer cursos, cursillos y cursetes, porque siempre apruebo. Luego cuelgo el diploma en el pasillo; ya tengo más que un dentista. Llegan las visitas, y se quedan boquiabiertas con semejante exhibición diplomática: contabilidad por decalco, iniciación a la papiroflexia sicalíptica, cata de jamón ibérico, trucos de economía doméstica, elaboración de gaseosas, de aceite de hachís, uso del diábolo, teoría y práctica del Kama sutra, prácticas inteligentes de higiene corporal, orientación geográfica diurna y nocturna, ordeño caprino, adaptación a los suegros, nuevos yacimientos de empleo en la Mongolia interior, manualidades con acumulación de pelusa para solteros, pasos básicos del chachachá, desarrollo del encanto personal para obesos, gestualización útil para imputados, recuento manual de billetes para cargos públicos y personal de confianza, uso correcto de vibradores, sintonización de canales televisivos, preparación de calbotes en el microondas, integración social de extremistas, introducción al liberalismo económico para perceptores del I.M.I., técnicas de regateo para usuarios de mercadillos, etc, etc. Ante semejante panoplia formativa, las visitas dicen "¡qué tío!", o "¡eres como un humanista del renacimiento!", o "¡estás preparado de cojones!", alabanzas de este tipo, y entonces siento que toco las paredes del pasillo con los hombros. "Vanidad de vanidades, todo es vanidad": qué verdad más grande dijo el poeta (o quien fuera).
El curso que estoy haciendo es muy original y novedoso. En realidad, se trata de un experimento de revolución lingüística. De nuestra actitud, la de los sacrificados alumnos -funcionarios y reos, en principio-, depende la futura implantación universal del símbolo @ como fonema. Cualquiera puede imaginar el gran paso que esto supone en el ámbito de las relaciones humanas.
Personalmente, me siento orgulloso de participar en esta empresa igualitaria. Pero, para ser sinceros, no es una empresa fácil. Tampoco es fácil explicar por escrito la pronunciación de un fonema; más bien es imposible. Para que se hagan una remota idea, el nuevo sonido, más que decirse, se fabrica. El proceso tiene varias fases: a) meter hacia dentro la mandíbula inferior b) estrechar el paso del aire a la altura de la campanilla c) tocar el paladar con los flancos de la lengua d) redondear ligeramente los labios para dejar escapar el engendro fónico. Parece ser que este sonido tiene un ligero parecido con un fonema de la lengua inglesa, pero de inglés no tengo ni puta idea.
Llevo ya cuatro días de cursillo. Ahora mismo estoy ensayando mientras escribo, con unas pinzas en las comisuras de los labios y presionándome ligeramente la nuez. Pero no hay manera de sacar algo parecido a lo que suelta la profesora. Pero estoy convencido de que alguna vez, justo antes de vomitar, he pronunciado @.
El curso que estoy haciendo es muy original y novedoso. En realidad, se trata de un experimento de revolución lingüística. De nuestra actitud, la de los sacrificados alumnos -funcionarios y reos, en principio-, depende la futura implantación universal del símbolo @ como fonema. Cualquiera puede imaginar el gran paso que esto supone en el ámbito de las relaciones humanas.
Personalmente, me siento orgulloso de participar en esta empresa igualitaria. Pero, para ser sinceros, no es una empresa fácil. Tampoco es fácil explicar por escrito la pronunciación de un fonema; más bien es imposible. Para que se hagan una remota idea, el nuevo sonido, más que decirse, se fabrica. El proceso tiene varias fases: a) meter hacia dentro la mandíbula inferior b) estrechar el paso del aire a la altura de la campanilla c) tocar el paladar con los flancos de la lengua d) redondear ligeramente los labios para dejar escapar el engendro fónico. Parece ser que este sonido tiene un ligero parecido con un fonema de la lengua inglesa, pero de inglés no tengo ni puta idea.
Llevo ya cuatro días de cursillo. Ahora mismo estoy ensayando mientras escribo, con unas pinzas en las comisuras de los labios y presionándome ligeramente la nuez. Pero no hay manera de sacar algo parecido a lo que suelta la profesora. Pero estoy convencido de que alguna vez, justo antes de vomitar, he pronunciado @.
Gabriel Cusac
2 comentarios:
Qué haríamos sin este fonema tan versatil que sirve para quedar bien con los dos sexos, ágil y económico...buen rato paso cuando te leo.
Gracias, mojadopapel. Son las cos@s que me pasan.
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