8 de agosto de 2009

"La otra parte", de Alfred Kubin



Existe una centuria prodigiosa e insuperable en la producción del género fantástico: la que comprende desde la segunda mitad del XIX hasta la primera del XX. Ya superados los desvaríos de la llamada literatura gótica -curiosa, pero párvula- y depurados algunos excesos y mixtificaciones del romanticismo, tan pródigo en productos plúmbeos, el que podríamos llamar siglo de oro del género deslumbra por el vigor imaginativo de "monstruos" ahijados por el maestro de los maestros, el divino Poe. La nómina es fértil, dichosa e irrepetible: Villiers, Hodgson, Machen, Lovecraft, Blackwood, Chambers, lord Dunsany, el propio Kubin... Por suerte para el lector español, editoras como Siruela o Valdemar apostaron por estos y otros autores realmente marginales en nuestro país, convaleciente de cátedras arcaicas y tabús culturales que entorpecen un pleno reconocimiento de todo aquello que, en literatura, no suene a "clásico". Torpeza o fundamentalismo que aún se hace patente, por ejemplo -y por desgracia-, en los libros de texto escolares.
Fue a través de Siruela, precisamente, como conocí La otra parte, en edición de 1988. Todo eran, en principio, indicios favorables: título de la magna colección "El ojo sin párpado", hoy tan cotizada; Kubin (1877-1959) incluído en la centuria mágica (que evidentemente no debe reducirse a unos márgenes cronológicos exactos), ilustrador de obras de Hoffman, Nerval o Poe y deudor de artistas como Goya, Brueghel y Odilon Redon. Los indicios no fallaron.
Kafka y el citado Hoffman son algunas de las reminiscencias que se aprecian en La otra parte, pero también, por la atmósfera de pesadilla y la creación de un mundo propio y hermético, podríamos emparentar esta obra con otros raros y eméritos referentes como La casa del confín de la Tierra, de Hope Hodgson, Las estaciones, de Maurice Pons o La noche del zepelín de Norberto Luis Romero, sin que esta clasificación excluya su calidad como distopía, comentada por Fernando Savater en la presentación de una edición más reciente (Círculo de Lectores, 1999), y que nos remite a ejemplos más populares de la ciencia-ficción pesimista (Wells, Huxley, Orwell). Pese a este compacto rol de parentescos, cualquier comparación resulta deficiente en exceso.
No creo, como suele explicarse, que debamos entender esta obra de Kubin como una denuncia del poder absoluto; esto constituye un plano secundario. La férula que Patera ejerce en su pequeño reino supone un instrumento argumental necesario para la consecución del cruento apoteosis; la prueba es que la lógica suele ausentarse en favor de efectos surrealistas destinados a la consecución de una escenografía espectacular. El móvil, el motivo del autor, no es la crítica de la tiranía. Kubin busca, más allá de la razón, imágenes del caos, impactos macabros, excesos imaginativos que estimulan al lector más allá del examen racional. El Reino de los Sueños, el país inventado por Kubin, está diseñado como una escalera hacia el terror, manifestado plenamente en una estancia final de absoluta vorágine, un apocalipsis colectivo, una demencia coral y aniquiladora. Y todo expuesto en una prosa limpia y eficaz.
Pocos relatos han alcanzado un nivel tan convincente de intensidad y angustia. En definitiva, nos hallamos frente a una obra maestra de la fantasía, una raro manjar literario, ácido e incomparable, que Kubin aderezó con varias ilustraciones oscuras y oportunas. Imprescindible para cualquier amante del género.

Gabriel Cusac

8 comentarios:

SILVIA dijo...

Pues oye, que me ha picado la curiosidad. Tendré que agenciarme alguna obra de este fenómeno, que no? Ya te contaré si me ha gustado.
Mil besitos!!!

fotosbrujas dijo...

Ostia se te da bien hasta la critca literaria
claro que eso os pasa por leer
ala majo que te jorobes que se terminaron las vacaciones ¿no?

saludos

Gabriel Cusac dijo...

No quedarás decepcionada, Silvia. La edición de Siruela puedes encontrarla, pero a precio de oro. Son más accesibles la del Circulo y la de Minotauro. No sé si existirá alguna más en castellano, pero, como somos tan internaúticos, no habría mayor problema. Brujo, joróbate tú, que he dejado un rescoldo de días para llegar sobrao a las fiestas de septiembre. Y disfruta de las tuyas...¿Qué te queda?

mojadopapel dijo...

Vaya crítica que has hecho!, me has dejado de piedra....miento, me has impuesto el leerla,ya la estoy buscando. Es bueno y es malo que estes trabajando,las dos cosas en contraste, como todo en la vida.

Gabriel Cusac dijo...

Te digo, Mojadopapel, lo mismo que a Silvia. Creo que no te decepcionará. Es uno de mis libros preferidos; sólo por su rareza, independientemente de gustos, merece ser leído.

fotosbrujas dijo...

pedazo vvacaciones que te metes
jeje esta bien descansar
de hecho yo descansaria siempre
creo que tenemos mal enfocado esto de los tiempos pra el descanso y el trabajo
saludos

MANUEL IGLESIAS dijo...

Mediando un gallego te he visitado. Cuando hay muchas apetencias en común, pelis, música, literatura.., terminamos creando una gran barriada de contertulios, que sin venir a cuento nos ayudamos unos a otros a descubrir. Y hay tanto y tanto, que necesitaríamos diez mil vacaciones seguidas para coger el tono. enhorabuena

Gabriel Cusac dijo...

Vaya que sí, lologuit: no sabes lo que lamento la cantidad de tiempo que me hace perder mi trabajo (el que me da de comer, por otra parte; o por "la otra parte") Gracias por tu llegada.