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12 de junio de 2023

Los Hombres de Musgo: promoción sin falsedades. Artículo de José Muñoz Domínguez

 La promoción del Corpus Christi de Béjar, declarado Fiesta de Interés Turístico Internacional, no debería incluir datos falsos e interpretaciones erróneas que degraden el valor de la histórica celebración o perviertan el relato legendario.


Figura 1. El baile de los ardientes: uno de los salvajes que se abrasaron al incendiarse su disfraz vegetal en una fiesta ante Carlos IV de Francia, según miniatura de las crónicas de Jean Froissart (1470-1472).


Vaya por delante mi felicitación a los responsables de la promoción de la fiesta del Corpus Christi bejarano en la primera edición del Telediario de RTVE del domingo 11 de junio, algo muy merecido para esta celebración tradicional, pero verdaderamente difícil de conseguir cuando se trata de un medio de ámbito nacional copado por otros intereses promocionales más poderosos y mejor posicionados.

Dicho esto, se agradecería que esa promoción se hiciera con el rigor que merece el caso y no con el habitual refrito de invenciones y falsedades, en su mayor parte aportadas por el escritor y erudito local Juan Muñoz García (1881-1963) en su novela "El día de Santa Marina", publicada por entregas en 1941 y como libro en 1944. Esta obra de ficción ambientada en el medievo es, por desgracia, la principal fuente escrita que los bejaranos y sus autoridades llevan décadas aceptando como referencia histórica en relación con la leyenda de los Hombres de Musgo. No se puede reprochar a un escritor de novelas que invente lo que le dé la gana, faltaría más, pero sí es censurable que tales invenciones sean utilizadas en la promoción institucional de un Ayuntamiento. Dicho de otra forma: seguir por ese camino es promover un fraude cultural, una engañifa para turistas, y no parece la mejor forma de mantener la declaración de Fiesta de Interés Turístico Internacional que tanto costó obtener. Me pregunto qué pensarán los responsables de validar tal declaración si supieran que el fundamento sobre su antigüedad y ciertos detalles sobre la literalidad del relato procede de las invenciones de un escritor local de mediados del siglo XX: ¿se podría llegar a perder ese título?


Figura 2. Salvaje con atuendo vegetal en un aguamanil alemán de finales del siglo XV (The Metropolitan Museum of Art de Nueva York).


El asunto sería menos grave si no se hubieran publicado estudios sobre el tema desde los tiempos de Juan Muñoz, pero lo cierto es que hay suficientes trabajos a disposición de bejaranos y autoridades como para desterrar invenciones y falsedades a la hora de promocionar la fiesta del Corpus Christi y, sobre todo, para vincular la figura de los Hombres de Musgo con otras tradiciones europeas similares, todas ellas relacionadas con el mito del hombre salvaje y su pervivencia en la cultura de Occidente desde el otoño de la Edad Media (un par de ejemplos en las figuras 1 y 2). Entre los autores que han dedicado su tiempo a desmontar los aspectos falsos del relato y a interpretar sus personajes más singulares como parte de la familia salvaje paneuropea podemos citar a Gabriel Cusac y a José Ignacio Díez Elcuaz, con estudios publicados en 1997-2011 y en 2008, respectivamente. Yo mismo colaboré con Gabriel Cusac en un libro titulado "Los Hombres de Musgo y su parentela salvaje: el mito silenciado" (2011, fig. 3), en el que se llega a conclusiones muy claras sobre el origen de la leyenda en torno a 1679 y a su evolución y falsificación hasta nuestros días:

1. No se produjo ninguna "reconquista" medieval a manos de cristianos frente a musulmanes porque nunca hubo un asentamiento musulmán en Béjar. Por tanto, no tiene sentido proporcionar a la prensa datos apócrifos o inventados sobre el supuesto episodio, menos aun su fecha.

2. La primera referencia explícita a los Hombres de Musgo en la procesión del Corpus Christi bejarano data de 1577, aunque hay referencias no documentadas que permiten retrasar su presencia en ella hasta el período de 1503-1510, en número superior a treinta individuos y todavía sin relación con ninguna leyenda local de reconquista.

3. En la participación de los Hombres de Musgo de esas fechas se reconocen formas parateatrales y de entretenimiento caballeresco muy difundidas entre las élites de los siglos XV y XVI en toda Europa, una moda inspirada en el mito universal del hombre salvaje, con antecedentes en la Antigüedad, que también afectó a los reinos hispánicos.

4. Los Hombres de Musgo no siempre participaron en la procesión del Corpus, pues en ocasiones eran sustituidos por "reyes de armas", siempre a cargo del Concejo (lo que hoy llamaríamos Ayuntamiento). A la inversa, los mismos Hombres de Musgo podían intervenir en otros eventos desligados de la procesión eucarística.

5. En una fecha tan tardía como 1636 todavía no se asignaba ningún papel protagonista a los Hombres de Musgo en ninguna leyenda de reconquista contra el moro; de hecho, era tal el olvido sobre su presencia en la procesión que los funcionarios municipales de la época se veían obligados a recordar por escrito cómo era el atuendo de musgo, pero sin relacionarlo con ningún episodio heroico ni guerrero.

6. La primera referencia explícita a los Hombres de Musgo como protagonistas de la leyenda de reconquista que perdura data de 1679 y su presunta tradición sólo puede remontarse a años posteriores a 1636. Por tanto, el relato legendario fue una invención local promovida por el Concejo de Béjar entre 1636 y 1679 (más probablemente en los años más recientes de ese lapso), enfrentado a otro relato similar, inventado y promovido por la Casa Ducal bejarana en torno a 1683, en el que el libertador de la ciudad frente a moros y judíos no eran ningún disfrazado de musgo, sino el primer señor del linaje, Diego López de Estúñiga.

7. Desde 1679 hasta nuestros días, el relato ha sufrido variaciones y manipulaciones significativas a cargo de autores a veces poco escrupulosos y muy dados al desvarío interesado: Díez y Oliva en 1735, Liciniano Sáez en torno a 1790, Quadrado Nieto en 1869, García Nieto en 1919 y Muñoz García en 1941, con su versión novelesca de larga fortuna entre bejaranos y autoridades.


Figura 3: Cubierta de "Los Hombres de Musgo y su parentela salvaje: el mito silenciado" (2011).



 Los estudios que desmontan la leyenda y profundizan en el verdadero origen de los Hombres de Musgo están a disposición de todos desde hace años, pero parece que a nadie le interesa lo más mínimo conocer la historia de nuestra tradición más peculiar y representativa, ni tampoco tener sobre ella una visión más abierta y global en relación con otras tradiciones europeas o con un mito preexistente y persistente de nuestra cultura como el del hombre salvaje. Prefieren seguir repitiendo, "jroña" que "jroña", las ficciones de un escritor de antaño para promocionar la fiesta, en medios de prensa y televisión, desde tópicos locales sin fundamento: que la verdad no les arruine un titular falaz y sensacionalista.

 

José Muñoz Domínguez / DNI nº 08.104.629-G

 

 

25 de agosto de 2013

Citas "salvajes"

Portada de la revista Quo, nº 188 (mayo 2011)

Hace ya algunos años, cuando trabajaba con Pepe Muñoz en "Los Hombres de Musgo y su parentela salvaje. El mito silenciado", recogía de forma paralela citas sobre el salvaje que de forma casual encontraba en mis lecturas meramente literarias, no históricas. Luego, en verdad hastiado de asuntos silvestres, saludablemente abandonaría tal hábito. La gavilla que aquí se ofrece, este retal desaprovechado, puede ser de utilidad a quienes se interesen por el tema.
Por supuesto, la lista (una veintena de referencias) resulta antojadiza, parcial y no obedece a ningún criterio de clasificación. Así mismo quedan excluidas las no escasas citas que ya fueron utilizadas en nuestro ensayo, en el cual recorrimos, entre otros campos, la hagiografía, el teatro del siglo de oro o el género caballeresco, donde el salvajismo natural o sobrevenido adquiere un protagonismo recurrente.
Alguna de las citas siguientes, os lo aseguro, son salvajemente sugerentes. No se respeta orden alfabético, por comodidad de un servidor.

JOSEPH CONRAD, El corazón de las tinieblas:  "Un país cubierto de pantanos, marchas a través de los bosques, y en algún lugar del interior la sensación de de que el salvajismo, el salvajismo extremo lo rodea..., toda esa vida misteriosa y primitiva que se agita en el bosque, en las selvas, en el corazón del hombre salvaje. No hay iniciación para tales misterios. Ha de vivir en medio de lo incomprensible, que también es detestable. Y hay en todo ello una fascinación que comienza a trabajar en él. La fascinación de lo abominable".

ÁLVARO CUNQUEIRO, Con Bernal Díaz en septiembre: "Cuenta Chateaubriand de aquel violinista francés que encontró enseñando pavanas y minuetos a los indios canadienses, y con gran reverencia les daba paso: Messieurs les sauvages, s´il vous plaît...".

MAURICE PONS, Las estaciones: "La amaba, se saturaba de ella, no podía desprenderse de ella y todavía en su rincón de rocas, arrostrando a solas su pasión y su turbación, se hincó, se dejó caer sentado sobre sus talones, en la actitud del salvaje ante el manantial".

PÍO BAROJA, Zalacaín el aventurero: "Tellagorri le curtía a Martín, le hacía andar, correr, subirse a los árboles, meterse en los agujeros como un hurón; le educaba a su manera, por el sistema pedagógico de los Tellagorris, que se parecía bastante al salvajismo".

STANISLAW LEM, Diarios de las estrellas: "Ideé, pues, la clorofilización de todos los seres vivos, inventando, en particular, al hombre cubierto de follaje".

ALEISTER CROWLEY, Su pecado secreto: "Leía las plegarias familiares dos veces al día en lugar de una, y aceptó la presidencia de la reunión anual de una Sociedad para Enviar Pantalones a los Indostanos Conversos. Como todos sabían en los Midlands, los indostanos eran Salvajes Desnudos".

HENRY MILER, Trópico de Capricornio: "¿Por qué consideraba a aquellos salvajes más capaces de entenderme que los hombres y mujeres que me rodeaban? La inteligencia que poseía, incluso de muchacho, me asustaba; era la inteligencia de un salvaje, que siempre es superior a la de los hombres civilizados en el sentido de que es más adecuada para las exigencias de las circunstancias. Era una inteligencia vital, aun cuando aparentemente la vida haya pasado de largo ante ellos".

MARY W. SHELLEY, Frankenstein o el moderno Prometeo (3):
"Soy demasiado impulsivo en la ejecución y demasiado impaciente con los obstáculos. Pero aún me resulta más nocivo el hecho de haberme autoeducado. Durante los primeros catorce años de mi vida corrí por los campos como un salvaje, y no leí nada salvo los libros de viajes de nuestro tío Thomas" (1).
"Cuando cayó la noche, salí de mi refugio y vagué por el bosque; y ahora, que ya no me frenaba el miedo a que me descubrieran, di rienda suelta a mi dolor, prorrumpiendo en espantosos aullidos. Era como un animal salvajeque hubiera roto sus ataduras; destrozaba lo que se cruzaba en mi camino, adentrándome en el bosque con la ligereza de un ciervo... Yo, como el archidemonio, llevaba un infierno en mis entrañas; y, no encontrando a nadie que me comprendiera, quería arrancar los árboles, sembrar el caos y la destrucción a mi alrededor, y sentarme después a disfrutar de los destrozos" (2).
"Si accedes, ni tú ni ningún otro ser humano nos volverá a ver. Me iré a las enormes llanuras de Suramérica. Mi alimento no es el mismo que el del hombre; yo no destruyo al cordero o al cabritillo para saciar mi hambre; las bayas y las bellotas son suficiente alimento para mí. Mi compañera será idéntica a mí, y sabrá contentarse con mi misma suerte. Hojas secas formarán nuestro lecho; el sol brillará para nosotros igual que para los demás mortales, y madurará nuestros alimentos" (3).

FRANCO CUOMO, Gunter de Amalfi, caballero templario: "Un aullido animal proveniente de lo alto, sobre sus cabezas, los hizo estremecerse. Gunter desenvainó la espada y se puso en guardia. El Maestre le tranquilizó.
-No temas -dijo, señalando la cima de la colina-. Es solamente un estilita, un santo varón que ha elegido vivir ahí arriba, en lugar de en una caverna, desnudo, expuesto al sol y a la intemperie.
Guenter volvió a meter la espada en la vaina, mirando en la dirección indicada. Se esforzo por vislumbrar alguna señal de vida sobre el capitel de una columna despedazada que se erguía entre los restos de un templo, pocos metros más adelante, a contraluz. Y, efectivamente, algo vio. Era una especie de bestia peluda, con la piel cubierta de escamas morenas que formaban casi una coraza sobre su cuerpo, ceñida a la piedra, con la cual parecía amalgamada en una sola masa indistinta. Se habría dicho que era un gran hongo, o un liquen hirsuto...".

GIOVANNI PAPINI, No quiero ser más el que soy: "Cada vez que me aproximo a un espejo vuelvo a ver mi pálido y delgado rostro, con la boca semiabierta como sedienta de viento o hambrienta de presas, con los cabellos enmarañados y volubles como los de un salvaje, con los ojos color castaño crespuscular, en cuyo centro se abren las grandes pupilas negras como madrigueras de serpientes".

ALONSO DE CONTRERAS, Vida del Capitán Contreras: "Quejáronse al arzobispo, y él enviome a decir que mirase que estaba descomulgado. Yo reíme de aquello, y por uno de estos clérigos salvajes, que así los llaman por este reino, porque no tienen más de las primeras órdenes y son casados muchos, púsose en una yegua para ir a quejarse al arzobispo...".

PATRICK SÜSKIND, El perfume: "Su aspecto era espeluznante. Los cabellos le llegaban hasta las rodillas, la barba rala, hasta el ombligo. Sus uñas eran como garras de ave, y la piel de brazos y piernas, en los lugares donde los andrajos no llegaban a cubrirlos, se desprendía a tiras.
Los primeros hombres con quienes se cruzó, campesinos de un pueblo próximo a la ciudad de Pierrefort, que trabajaban en el campo se alejaron gritando al verle. En la ciudad, en cambio, causó sensación. Muchos lo tomaron por un galeote fugado y otros dijeron que no era un ser humano, sino una mezcla de hombre y oso, una especie de sátiro. Uno que había navegado en su juventud afirmó que se parecía a los miembros de una tribu de indios salvajes de Cayena, que vivían al otro lado del gran océano".

WALTER DE LA MARE, Memorias de una enana: "De pequeña yo había sido, ni que decir tiene, tan religiosa por naturaleza como un salvaje o un ángel".

ALBERTO VÁZQUEZ-FIGUEROA, Viracocha (2):
"El español no respondió, absorto como estaba en la contemplación de las gigantescas rocas que conformaban la primera línea de defensa de Saqcsaywaman, preguntándose qué clase de cíclopes o cuántos miles de hombres habrían sido necesarios para trasladar hasta allí y clavar en su sitio tan inconcebibles piedras.
Nada existe en Eurpa que pueda compararse a esto -musitó para sus adentros-. Nada de nada, y sin embargo, aún habrá quien alegue que sus constructores son salvajes a los que tenemos la obligación de civilizar" (1).
"A veces tengo la impresión de venir de un mundo salvaje, y otras, que los salvajes sois vosotros, aunque ésa es una duda que la Historia se encargará de resolver: el que pierda será el salvaje, y el que venza el civilizado. Siempre ocurre igual..." (2).

JAN POTOCKI, Manuscrito encontrado en Zaragoza: "En la época a la que se refiere esta historia, el conde de Olavide no había establecido aún colonias extranjeras en Sierra Morena, y esta imponente cadena de montañas que separa Andalucía de La Mancha sólo se hallaba habitada por contrabandistas, bandidos y algunos gitanos que, según la leyenda, se comían a los viajeros que ellos mismos asesinaban, y de aquí el proverbio español: Las gitanas de Sierra Morena quieren carne de hombres".

UMBERTO ECO, El nombre de la rosa: "Reconocí por sus trajes a los hebreos, los capadocios, los árabes, los indios, los frigios, losbizantinos, los armenios, los escitas y los romanos. Pero, mezclados con ellos, en treinta círculos dispuestos en arco por encima del arco de los doce paneles, estaban los habitantes de los mundos desconocidos, de los que sólo tenemos noticias a través del Fisiólogo y de los relatos confusos de los viajeros. Muchos me resultaron irreconocibles, a otros pude identificarlos: por ejemplo, los brutos con seis dedos en las manos; los faunos que nacen de los gusanos que se forman entre la corteza y la madera de los árboles; las sirenas con la cola cubierta de escamas, que seducen a los marineros; los etíopes con el cuerpo todo negro, que se defienden del ardor del sol cavando cavernas subterráneas; los onocentauros, hombres hasta el ombligo y el resto asnos; los cíclopes con un solo ojo, grande como un escudo; Escila con la cabeza y el pecho de muchacha, el vientre de loba y la cola de delfín; los hombres velludos de la India que viven en los pantanos y en el río Epigmáride; los cinocéfalos, que no pueden hablar sin interrumpirse a cada momento para ladrar; los esquípodos, que corren a gran velocidad con su única pierna y que cuando quieren protegerse del sol se echan al suelo y enarbolan su gran pie como una sombrilla; los astómatas de Grecia, que carecen de boca y respiran por la nariz y sólo se alimentan de aire; las mujeres barbudas de Armenia; los pigmeos; los epístigos, que algunos llaman también blemos, que nacen sin cabeza y tienen la boca en el vientre y los ojos en los hombros; las mujeres monstruosa del Mar Rojo, de doce pies de altura, con cabellos que les llegan hasta los talones, una cola bovina al final de la espalda, y pezuñas de camello; y los que tienen la planta de los pies hacia atrás, de modo que quien sigue sus huellas siempre llega al sitio del que proceden y nunca a aquel hacia el que se dirigen; y también los hombres con tres cabezas; los de ojos resplandecientes como lámparas; y los monstruos de la isla de Circe, con cuerpo de hombre y cerviz de diferentes, y muy variados animales...".

MANUEL MUJICA LAINEZ, Bomarzo: "A los blasones conocidos, a las águilas, castillos, leones y lises que circundaba el collar del Toisón, sumabanse nuevas figuras de emplumados salvajes relucientes de pedrerías. Detrás del mundo viejo, rigurosamente clasificado con etiquetas de metales y colores de un orden estricto, por la sabiduría heráldica, acechaba otro mundo, misterioso y atroz, que brotaba de las selvas de América surcadas por enormes ríos a cuyas márgenes se elevaban los templos consagrados a los dioses crueles, y ese mundo de suntuosa barbarie era obligado artificialmente, monstruosamente, a participar en la fiesta cortesana que convocaba a los frágiles patricios europeos con los cuales nada tenía que ver y a los que tal vez era capaz de destruir con sus zarpas de oro".

MANUEL MUJICA LAINEZ, El unicornio: "Algún vagabundo cargado de amuletos, uno de esos clerici vagantes que habían conocido comarcas lueñes, añadía al miedo de las narraciones inflamadas por la evidencia de que Lucifer podía apoderarse de un cuerpo humano y ser su dueño a lo largo de años de tortura, el misterioso terror que deriva de los espantajos exóticos, aliados del Infierno, que andan por el mundo como andarán las bestias del Apocalipsis, y que son idóneos en el arte de deslizarse entre las llamas y de insuflar a los mortales su ponzoña. Y entonces el fondo tétrico, detrás de la cama revuelta de Azelaís, se animaba como un tapiz ilusorio por cuya hojarasca negra y bermeja corrían los sátiros cornudos; los esciapodios que no poseen más que una pata velocísima, la cual les sirve de quitasol; los hipopodios de los desiertos escitas; los cinocéfalos indios, perros-hombres a cuya estirpe dicen que perteneció San Cristóbal; los etíopes de cuatro ojos; los grifos, los basiliscos, las sirenas, los centauros; las leucrocotas, asnos con cabeza de tejón, que simulan la suave voz humana, aunque cuentan con un único hueso continuo en lugar de dientes; los panotii, de orejas desmesuradas; las mantícoras, con tres filas dentales, hombres y leones, raudas como pájaros, con timbres de flauta; las quimeras de tres rostros...".

Gabriel Cusac

12 de diciembre de 2011

"Los Hombres de Musgo y su parentela salvaje": ya circula

Portada de "Los Hombres de Musgo y su parentela salvaje. El mito silenciado" (detalle)



A mediados de los noventa iniciamos la persecución del más extraño personaje de la ciudad de Béjar, el Hombre de Musgo, y el empeño nos condujo al país imaginario del salvaje. El resultado de ese largo y accidentado recorrido es este libro en el que se muestran sus orígenes míticos en el nacimiento de la vida urbana de Oriente Medio y sus derivaciones a través de las culturas de Occidente, incluso por la Castilla de Ultramar.
Después de asistir a mutaciones contradictorias entre el Mal y el Bien, de acompañarlo en su vocación festiva, caballeresca y teatral hasta vestirse de verde para la gran ocasión del Corpus bejarano, creemos fuera de duda el vínculo de los Hombres de Musgo con toda su parentela salvaje y milenaria, desde el lullu paleobabilónico hasta el homo sylvestris europeo y medieval, aunque sus antecedentes inmediatos haya que buscarlos en la diversión cortesana de los siglos XIV y XV, donde el mito queda soterrado bajo elaboradas invenciones de una élite que gustaba de rememorar los ideales de la Caballería -también la soñada felicidad pastoril o arcádica- en justas y torneos, pasos honrosos, momos, entremeses, églogas y danzas.
La tradición de reconquista que hoy conocemos, la que se pregona como evento turístico, se ha demostrado muy posterior a la presencia de los Hombres de Musgo en la procesión del Corpus: fue tomando cuerpo bastante después, en el ocaso del Siglo de Oro (hacia 1679). Desde entonces hasta el presente ha transcurrido la etapa mejor conocida y en ella han aportado variaciones -y manipulaciones- significativas a la tradición autores como Díez y Oliva (1735), fray Liciniano Sáez (ca. 1790), José Mª Quadrado (1884), Robustiano García Nieto (1919) y, sobre todo, Juan Muñoz García (1941) -entre otros-, degenerando en una secuela de versiones donde el mito acaba oculto bajo un disfraz de tópicos locales.
Nuestra aportación ha consistido en despojarlo de esa roña, rastrear la pista del salvaje bejarano hasta sus orígenes más remotos para mostrar su dimensión universal, establecer sus cercanos antecedentes parateatrales y clarificar, en lo posible, su incorporación a un relato fundacional cuyo proceso de formación es mucho más reciente de lo que pudiera suponerse.
"Los Hombres de Musgo y su parentela salvaje. El mito silenciado", ya circula. Pasen y vean.


José Muñoz y Gabriel Cusac

13 de noviembre de 2011

Los Hombres de Musgo y su parentela salvaje. El mito silenciado.


Fotomontaje de José Muñoz Domínguez a partir de un Uomo selvaggio del Códice de Giovannino de´Grassi




Se acerca la comitiva selvática, un desfile colorido, una invasión original. Los abulenses, heráldicos tenantes o custodios sepulcrales de los Dávila y los Valderrábano, más los rústicos geriones catedralicios, y también un ignoto arponero; el soberbio octeto vallisoletano, colegiales de San Gregorio, que son algo así como la alta aristocracia entre los salvajes escultóricos; dos volantes, gárgolas preciosas descolgadas de la valenciana Lonja de la Seda; otro par, gimnastas despatarrados en
espagat, de la Colegiata de Toro; un matrimonio segoviano de flácidos garrotes, y sus robustos convecinos del Palacio del Infantado; un dúo penitente escapado de un sepulcro albense, y otro de carteros por Miróbriga... De entre los pétreos, son todos los que están, pero no están todos los que son: faltan aquí muchísimos que presentar. Breve anticipo, vistazo de la nómina, también supone mentar algunos parientes de otras disciplinas artísticas: los decanos pictóricos de La Alhambra y del arrocabe de Curiel de los Ajos, los tallados en el la sillería del coro de la catedral de Plasencia, o los asaltantes del Castillo del Amor, poética alegoría en tapices alsacianos. Es precisamente una de estas encantadoras urdimbres del Quattrocento, puro naif, el soporte de otro asedio curioso, contra fortaleza muslime, y la viñeta nos debe resultar cercana porque algo parecido sucedía en la desaparecida Puerta de los Osos bejarana, una batalla fingida donde los Hombres de Musgo tomaban la plaza al moro. Salvajes son los asaltantes del tapiz alsaciano, salvajes también los Hombres de Musgo.
En Los Hombres de Musgo y su parentela salvaje. El mito silenciado, Pepe Muñoz y yo hemos abordado la tarea de rastrear los orígenes de los Hombres de Musgo y su inclusión en el Corpus Christi bejarano. Para ello establecemos un marco referencial amplio -la parentela-, desmontamos pieza a pieza una leyenda de reconquista apuntalada con grosería por la erudición local y, abriendo una ruta inédita de investigación, llegamos a unas conclusiones que creemos no sólo sorprendentes, sino también correctas.
Canónicamente, cualquier estudio de estas características publicita en su prólogo el auxilio de la inquisición archivística y el tratamiento multidisciplinar. Aquí ocurre lo mismo, pero en este caso además es cierto. Los legajos nos han ofrecido datos interesantísimos que hasta hoy permanecían ocultos, y la solución de este ensayo ha sido posible gracias a la conjunción solidaria de la historia, el arte, la mitología, el folclore y la literatura, sin excluir la hagiografía o las manifestaciones parateatrales.
La singularidad de los Hombres de Musgo es incuestionable. Se trata del único ejemplo iconográfico vivo del salvaje en España. Pero, además, los emblemáticos personajes del Corpus bejarano han sido objeto de una instrumentalización sin cotejo posible, "cristianizados" y puestos al servicio de distintos intereses ideológicos, en un inaudito proceso de manipulaciones que, paradójicamente, ha asegurado su pervivencia hasta nuestro días. Esperamos que nuestro trabajo cumpla cierta labor detergente.
Ahora parece que sí. Si no sucede ninguna hecatombe, si las instituciones editoras cumplen su compromiso, Los Hombres de Musgo y su parentela salvaje. El mito silenciado saldrá a la luz antes de fin de año. Aleluya.

Gabriel Cusac

28 de marzo de 2009

Un llamado a Ecuador

Corpus de Alangasí { Ecuador }















Corpus deBéjar, España
(foto de Eloy Díaz
Redondo).










Veo en este chivato que es el localizador de visitas una que viene de Ecuador (Ecuador: qué sonoro nombre, qué sugerente). Quizás el visitante haya abierto las páginas de este remoto blog rastreando la genealogía de los monstruos de la izquierda, los Sacha Runa, del mismo modo que yo indagué internaúticamente en Alangasí buscando parentela a mis monstruos locales, los bejaranos Hombres de Musgo. Y tengo que confesar que, si de los segundos conozco bastante, de los primeros -como Pepe Muñoz, mi socio literario- no tenía ni idea. Fue a través de Eloy Díaz como tuve noticia de ellos, y Eloy a través del profesor Javier Martínez-Abaigar, y Javier Martínez a través de la profesora Susan Webster, quien está investigando el tema. Doy gracias, por tanto, a todos los miembros de la cadena: el dato es un tesoro.

Las conexiones entre ambos casos son espectaculares; casi es un crimen no ponerse a hurgar de inmediato en las raíces del Corpus Christi del otro lado del Atlántico. Pero, por una parte, andamos corrigiendo las pruebas de imprenta de nuestro trabajo, cuya salida a la luz ya se ha demorado bastante. Por otra, sabemos que cualquier dato puede derivar en mil ramificaciones, razón por la cual ningún estudio de este tipo puede considerarse definitivo. Ánimo, pues, para otros investigadores empeñados en el curiosísimo tema del salvaje, a quienes prestaremos todo el apoyo que esté en nuestras manos. Y, sin duda, aquí hay materia.
Los Hombres de Musgo y los Sacha Runa son, efectivamente, una representación iconográfica viva del salvaje. Ambos aparecen en la fiesta católica por excelencia, y esta es una concordancia bastante singular. Los primeros visten musgo; los segundos, el llamado "musgo español". Y tanto unos como otros han permanecido poco menos que escondidos en sus reductos locales, sin trascender a la observación de historiógrafos, etnólogos o folcloristas. Ni tan siquiera el mayor conocedor actual del tema del salvaje, el mexicano Roger Bartra, ha reparado en ellos. Hay materia.


19 de marzo de 2009

Prontito, prontito.


Ya anda Pepe Muñoz corrigiendo las pruebas. Esperamos que antes del próximo Corpus -que es lo suyo- salga el libro a la luz. Que los obcecados tradicionalistas se rasguen las vestiduras. Que el lector encuentre apasionante "Los Hombres de Musgo y su parentela salvaje. El mito silenciado". Que haya una presentación decente, con vino de honor y pinchos.
En la foto, unos primos iconográficos de Saldaña (Palencia) retratados por Eloy Díaz Redondo (milésimas gracias).









29 de noviembre de 2008

Próxima Publicación: Los Hombres de Musgo y su parentela salvaje. El mito silenciado



Es casi una realidad y el libro "Los Hombres de Musgo y su parentela salvaje. El mito silenciado" va a ser publicado en breve por la Diputación de Salamanca.
Esta necesaria obra, creada junto a José Muñoz Domínguez (ese hombre renacentista), trata en profundidad la tradición bejarana -emblemática y bastarda- y desvela la verdadera identidad de los monstruitos del Corpus. Los méritos de nuestro trabajo ya serán juzgados por los lectores; lo cierto es que constituye el fruto de años de una investigación tortuosa por su dilatada trayectoria, pero apasionante en sus descubrimientos.
En primicia, os ofrezco algunos detalles sorprendentes: la leyenda nace de los personajes (y no al revés), los Hombres de Musgo tienen parientes en toda Europa, la muralla de Béjar nunca fue árabe, y en algunos momentos de la historia su porra se complementó con un pincho a modo de bayoneta. Interesante, ¿verdad?. Pues hay muchas más sorpresas. No os las perdáis.

Gabriel Cusac

20 de mayo de 2008

Hombres de Musgo



Ejemplo tenaz de falsificación histórica, reversionada y complementada hasta hace pocos años por eruditos y cronistas locales, la leyenda de los Hombres de Musgo es una impostura que paradójicamente ha mantenido vivos a estos personajes. Desmontar pieza a pieza la leyenda y adentrarnos en su verdadera identidad ha resultado para Pepe Muñoz y para mí una experiencia tan trabajosa como apasionante, que además nos ha ofrecido la oportunidad de profundizar en un tema escasamente estudiado en España: el salvaje. O, más propiamente, su difusión iconográfica e iconológica.
La inminente aparición de "Los Hombres de Musgo y su parentela salvaje. El mito silenciado", sin que pretendamos calificar a esta obra como definitiva, supone desmontar una manipulación secular que muchos paisanos, aún hoy, toman como verdad. Además, como señala el título, aquí presentamos a la nutrida familia de los Hombres de Musgo, otros salvajes que, en muchos aspectos, presentan coincidencias sorprendentes con sus parientes del Corpus bejarano. Merece la pena conocerlos.

Gabriel Cusac