24 de septiembre de 2009

Cuando el viejo Sinbad vuelva a las Islas, de Álvaro Cunqueiro




Viene ahora el Sinbad (sí, con n) cunqueiriano, una fantasía dulce. Pero también podrían venir el Merlín de la fraga de Esmelle, el gran escapista Fanto Fantini, Charles Anne Guenolé Mathieu de Crozon, más conocido como el sochantre de Pontivy, o los míticos Orestes y Ulises reinventados por este gallego que, al menos, merecería la misma proyección que otros paisanos más ensalzados: Valle-Inclán, Rosalía de Castro, Torrente Ballester o Camilo José Cela. Porque las letras de Cunqueiro (Mondoñedo, 1911-Vigo, 1981), en prosa o en verso, jamás decepcionan; otra cosa es la pertinaz discriminación histórica de los escritores fantásticos frente a los realistas.
En cierta ocasión le hablaron al apuntador de cierto profesor empeñado en inculcar a sus bachilleres el amor por la literatura patria a través de Berceo, del Arcipreste de Hita y de Jorge Manrique el coplero. Ilustres dinosaurios, sin duda, capaces de inspirar admiración en un lector avezado, pero mucho más capaces de derivar al principiante hacia los más ligeros piélagos del Marca o del Hola. El apuntador, en esta tesitura, la de la iniciación literaria, sin duda apostaría por el autor mindoniense. Aquí me van a permitir soltar una barbaridad: no ha existido ni existe en el orbe literatura más voluptuosa -que no profunda, ni trascendente, ni comprometida- que la creada por Álvaro Cunqueiro. Y me quedo tan ancho hablando desde la cátedra de san Pedro y saltándome a la torera una objeción inevitable: pero, coño, ¿es que usted ha leído todos los libros del mundo? Séame permitido el exabrupto; es fruto del entusiasmo. Considero que la singular erudición de Borges o de Mujica Láinez, el lirismo onírico de Lord Dunsany, la fabulación de Las mil y una noches, todo ello se da cita en Cunqueiro. Pero su magia verbal, que obliga al paladeo de cada frase, es única e inimitable: tiene música.
Suele repetirse en las creaciones del gallego el personaje que encarna la defensa de la imaginación. Sinbad, navegante retirado, intenta vencer una rutina plagada de nostalgias con la invención de una nueva travesía. Compondrán su tripulación el fiel Sari, criado de mareas y refrescos, y Abdalá el Ciego, vigía y dedo pulgar del nostramo. El final de la historia es triste. Sinbad, como el estrellero Paulos de El año del cometa -otra delicia cunqueiriana-, perderá su batalla contra la realidad. Paulos muere al no poder dar vida a sus predicciones; Sinbad ciega al descubrir que su nave esperada, la Venadita, jamás fue construida. Derrota en todo caso equívoca, como comprobará el lector, nauta privilegiado de un maravilloso viaje, preñado de luz y poesía, que comienza al abrir esta novela preciosa. Y la abro al azar:
Ya venía la alegre claridad, la gran riqueza de vientos noroeste del país de Bolanda. Venían el verano y el estío, tiempos alegres y hartos, días agrarios vestidos de canciones. Se veía crecer la hierba en los oteros, y por nada la gente vertía agua a jarros y a cántaros, que había abundancia de este bien de Dios. Aclaraban las aguas del Iadid y en el muelle estaban a fuego las calderas de brea, porque ya llegaba el tiempo de ataviar las naves para que los marineros se hiciesen al mar. El mundo era el mismo y era una novedad. ¡Salir por la fresca matinal! Yo, Al Faris Ibn Iaquim al Galizí, cunado hacía examen en Toledo de traductor, y pasaba por cartapacio lengua latino-romana, acariciaba en aquel duro banco mi corazón de ribereño del mar con el último verso de una oda de Horacio, en la que un gran almirante de antaño, que se llamó don Ulises de Ítaca, hablando con sus marineros les dice, y se le ve una mano alegre en el aire, "Cras iterabimus aequor", que se anuestra por: "Mañana navegaremos al largo...".
A veces las palabras de Cunqueiro destilan tanta belleza que entran ganas de llorar.

Gabriel Cusac

2 comentarios:

Alberto dijo...

Música, sabor, hospitalidad, dulzura no empalagosa, una pizca de melancolía,facilidad para contar. Entran ganas de llorar. De poder ir al mar a ver una puesta de sol. De tomar un vaso de vino fresco en verano.
Ya sabes que soy del club de los impresionados por este señor. Pero hay gente para todo: buscando en you tube la entrevista de "A fondo" que le hizo Joaquín Soler Serrano (años 70), que es una delicia y que por fín localicé, también tropecé con otros videos en los cuales se mofaban de él desde la superioridad moral de una supuesta ideología contraria, cambiando sus palabras,calificándolo de fascista.
¿Por qué un escritor de esta embergadura es tan poco conocido?
Más:si te gusta en castellano, en gallego es maravilloso... Escola de Manciñeiros,Xente de aquí e acolá...
Es un placer comprobar que hay alguien que tiene mis mismos gustos.
Un cordial saludo.

Gabriel Cusac dijo...

Seguro que no es ajena, la marginación de Cunqueiro, a ciertas maniobras de capos culturales "progres" que no le perdonaron su súbito paso del gallegismo militante al falangismo. Creo que Cunqueiro fue galleguista toda la vida, y falangista unos escasos años. En todo caso, yo no juzgo a la persona, me interesa el autor. Y mi puntuación es de 10 para un escritor que me sigue deslumbrando y emocionando. He leido en castellano los dos títulos que me citas pero no dudo que la versión original sea maravillosa. La lengua gallega, como Galicia misma, es bella, musical y hospitalaria. Un brindis internáutico por Galicia y por Cunqueiro.