26 de diciembre de 2009

La servilleta de los poetas, Guillaume Apollinaire



 
Ave, Apollinaire.
Extrañamente, el Apollinaire poeta, el de Zona y Alcoholes, se ha impuesto al prosista. También se le suele recordar como creador de ese divertimento fútil -creo que así lo concibió, tanto en su contenido como en su expresión- llamado Caligramas (créanme: de chaval, cuando nada sabía del autor ni de tal invención, yo también hacía presentaciones figurativas de textos) y del término surrealismo. Pero la originalidad sin equivalencia del romano se demuestra, ante todo, en su prosa, por lo demás de estilo impecable. Una originalidad animosa de iconoclasia y retorcimientos perversos -como la de Villiers, Jarry o Sade-, pero que, en su derroche de imaginación, parece brotar espontánea y abrasadora como un géiser. Por encima de la sonrisa cómplice, o de la risa descarada, Apollinaire conduce al lector hasta la fascinación por la novedad de sus argumentos: es, sencillamente, un genio.
He escogido, para estos apuntes, un cuento brevísimo, raudo, de El heresiarca y Cía, y la elección no ha sido fácil, porque el volumen no tiene desperdicio: es un collar de diamantes literarios, a cual más extraño y fulgente. O una colección de filtros mágicos, según definición del propio autor. Todos los relatos -feroces, irreverentes, sin sombra de autocensura- son notables, pero creo que La servilleta de los poetas, a pesar de ser el menos trabajado formalmente, al tiempo constituye el mejor ejemplo del desafuero creativo característico de Apollinaire, de su musa satánica.
Sin coincidir nunca en la mesa, cuatro poetas excelsos serán los comensales invitados con recurrencia por el pintor Justin Prérogue. La servilleta de uno de ellos, Léonard Delaisse, a quien la tuberculosis matará al cabo, será el vínculo contagioso y mortífero utilizado por el anfitrión para acabar con la vida de los otros tres poetas.
Hasta aquí, podría ser uno de los cuentos crueles de Villiers de L´Isle-Adam. Es posible que el episodio, comentado por Dalize y el mismo Apollinaire en La Roma de los Borgia, de los pajes sifilíticos que la maquiavélica Lucrecia supuestamente utilizó como arma biológica contra algunas cortesanas -las mismas que criticaban su lujuria- fundamentara la inspiración de Apollinaire. Pero la crónica de estos sutiles asesinatos no forma más que la primera parte de la narración. En la segunda, en una vuelta de tuerca desconcertante y magistral, los rostros de los poetas aparecerán dibujados en la servilleta “ya inútil”, convertida así en una especie de síndone profana. El relato queda rematado con espectacularidad:
Justin Prérogue y su amiga giraron en derredor [de la servilleta] como giran los astros en torno al sol, y esta Santa Verónica, con su cuádruple mirar, los impulsaba a huir hacia el límite del arte, a los confines de la vida.
Apollinaire tuvo una muerte temprana. Falleció en París a los 38 años, víctima de la gripe española. Como ocurre en estos casos, no pensamos en el fin de una persona, sino en la obra que nunca nació.

Gabriel Cusac



5 comentarios:

mojadopapel dijo...

¡Cuanto tendría que leér!... necesitaria vivir otra vez la vida entera para recuperar todo lo que habéis leido algun@s...gracias por las fantásticas indicaciones. Feliz año 2010.

Gabriel Cusac dijo...

Y todas las noches, además, me leo un prospecto...Es broma, eh. Feliz 2010, mojadopapel.

Lola dijo...

como que la casa es una invasión de libros de papá y juguetes de Dani y Lucía,vamos,una biblioteca-ludoteca

RAI.MUNDO dijo...

Bueno Silvio...¡Que suerte tiene Silvio de buscarse en plena naturaleza salvaje,libre,intuitiva,obra sublime y definitiva del mundo (y que nos empeñamos tanto en borrar).Espero que Silvio siga buscándose,y lo digo como un acto de egoismo lector,para seguir disfrutando del relato.Salud y suerte para el próximo año.

Gabriel Cusac dijo...

Bienvenido, Rai. El autor, que tiene buena parte de Silvio, también sigue buscándose. Esquivando chalés adosados, jugosos planes urbanísticos y otras gangrenosas invasiones. Me alegro de que te haya gustado el cuento. Salud y rep..., digo salud y suerte.