21 de enero de 2010

Vidas imaginarias, de Marcel Schwob


Rescato el tomo de la estantería dos o tres veces al año. O él me rescata a mí. Es una vieja edición (1982) de aquel popularísimo "Libro Amigo" de Bruguera, la colección de bolsillo con el emblema del gato dentro del óvalo (aunque tengo como tarea pendiente conseguir la edición de Cátedra). Se trata de las Vidas imaginarias de Marcel Schwob (1867-1905), otro genio breve. Brevísimo.
No les quepa la menor duda: las Musas son tremendamente egoístas. A veces, cuando un autor alcanza la sazón, las damas del Parnaso dan recado a sus amigas las Moiras, y los tristes mortales asistimos a la desaparición prematura de otro gran creador. Hoy, Schowb bebe de la fuente Castalia. A buen seguro, le acompañan otros dos monstruos de la literatura francesa, Rimbaud y Apollinaire, con quienes comparte profundas conexiones biográficas. Por ejemplo, los tres crecieron como depredadores de bibliotecas, los tres fueron cultísimos y audaces, los tres rompieron esquemas, los tres murieron prácticamente a la misma edad. Pero no son estrellas fugaces; su luz seguirá alumbrando hasta el fin de los tiempos. Schwob, y sus Vidas imaginarias en concreto, han provocado devociones tan caras como las de Borges y Faulkner, o, por nuestros lares, las de Cunqueiro y Prada. Lo cual, como diría el primero, no es baladí. Ni extraño.
La idea, en principio, es inaugural. Consiste en realizar biografías ficticias partiendo de figuras históricas reales de todo tiempo y condición. Así, tanto desfilan el pirómano Eróstrato como Pocahontas o los asesinos irlandeses Burke y Hare, siempre desde el particular prisma del autor. El fruto es una alianza perfecta entre erudición e imaginación. No importa mucho, en este ejercicio, acumular hechos como seleccionar aquéllos sustanciales que conducen a transparentar las almas. Exhibiendo un estilo musical, de frases cortas, pero exactas, siempre con un barniz de fino humor lustrando los retratos, Schwob consigue que cada uno de éstos semeje un filtro psiconaútico de selecta materia prima y cuidada destilación. La embriaguez del lector resultará feliz.
Esta colección no tiene sobra, aunque cada cual pueda elegir sus personajes favoritos. Por eso no escojo un párrafo al azar, pero cualquier muestra resultaría maravillosa.

Cyril Tourneur nació de la unión de un dios desconocido con una prostituta. La prueba de su origen divino se encuentra en el ateísmo heroico bajo el cual sucumbió. Su madre le transmitió el instinto de la rebeldía y de la lujuria, el miedo a la muerte, el estremecimiento de la voluptuosidad y el odio a los reyes; de su padre heredó el amor por coronarse, el orgullo de reinar y la alegría de crear. Ambos le dieron su afición a la noche, a la luz roja y a la sangre.
Se ignora la fecha de su nacimiento, pero apareció en una negra jornada de un año pestilencial.

Cada palabra está en su sitio. Schwob impresiona por su pulcritud y su sentido poético. Muchos desearíamos que esta obra no tuviese un tamaño menor que el de la Enciclopedia Británica.

Gabriel Cusac



5 comentarios:

Joaquín Sierra dijo...

Hola Gabriel, que te tomo la palabra sobre las leyendas, pero necesito tiempo para recopilar datos.
Saludos
Aguuuuur

mojadopapel dijo...

Me encanta como comentas los libros y sus autores, sé que eres un lector empedernido y culto,nuestra biblioteca necesita libros, tendremos que hacer selección... si tienes alguno que ya no quieras...ya sabes, por lo pronto estáis invitados Lola y tu a la inauguración de "No te salves" el sabado a 6 a las 6.Os esperamos.

Gabriel Cusac dijo...

L´est go, Sierra.
Cuenta con nosotros, mojadopapel.
Y bienvenido, José Miguel.

mojadopapel dijo...

Gabriel, que es a las 7 ,y no, a las 6 (perdon).Me alegro contar con vosotros.

Gabriel Cusac dijo...

Una hora más para maquearnos, mojadopapel.