
Las solteronas, según Jardiel Poncela, se pueden definir como "aquellas mujeres que habían pasado muchas navidades, pero ninguna noche buena". Ha llovido mucho desde Poncela, y los tiempos han cambiado que es una barbaridad, pero su afirmación sigue siendo bastante cierta si la aplicamos a solteronas de pueblos o de pequeñas ciudades, donde las paredes oyen, chismorrean y marcan higas. En la ciudad estrecha el problema se agrava porque los paisanos, entre sí, lo menos son primos, y en el panorama social de la localidad las solteronas, junto con las viudas, componen un nutrido grupo que al autor se le antoja comparar con una mina de difícil acceso y recursos nefastamente desaprovechados. El autor, dicho sea de paso, no recomienda la exploración de sus recovecos a ningún aventurero de la carne. El aventurero sólo conseguiría sufrir derrumbamientos y escapes de grisú; también sed y ridículo. En fin.
Como modelo cierto de esta soltería infranqueable y provinciana, el autor quiere citar a la señorita Salustiana Talión Opúsculo, alias Rica Hembra, solterona clásica (a mucha honra) y, como indica el apodo, mujer de buenos fundamentos anatómicos. La Salustiana también es señorita de posibles, de fructíferas rentas y amplia herencia, lo que sumado a su virtud natural la convierte en pieza de alta cotización. La Salustiana tiene crecida la altura y sostenidas las carnes, bello el rostro y traidora la mirada. La Salustiana echa de treinta y pico y el pico es pirenaico. Y el que nadie haya conseguido engarzar esta joya es aparentemente consecuencia de la mucha moralidad y mesura que siempre ha lucido, siendo la tal elementa afín a esparcimientos moderados y atentos a la buena imagen, la mayor parte considerados como métodos de ganar cielo. Luego están los entretenimientos aconfesionales; paseos de carretera, paseos de supermercado, conferencias, exposiciones, cine, visitas a la peluquería, al médico de cabecera... De sus goces más desmadrados se cuentan los vinitos mañaneros del sábado, algunas compras en la capital (es decir, Salamanca) y, de guindas a brevas, incluso algún viaje al extranjero. En definitiva, todo muy convencional; nos enfrentamos a una dama de buena crianza. Con tales aficiones es de comprender la dificultad que entraña la caza, pero hay opiniones que distan un tanto acerca de las causas de tan pertinaz autarquía sentimental (que no ya celibato). Opiniones como la de Casimiro Felices Perejil, alias Papojeras, que opta por una teoría marxista a la hora de explicar la situación.
El autor trabajó como peón a las órdenes del Casimiro, oficial de albañil muy primoroso y cumplido, buen amigo del autor. El autor y su jefe, currantes de pro, vistieron con tejas nuevas el tejado de la Salustiana. El autor y su jefe (que, como buenos currantes de pro, no acostumbraban a prestar demasiadas atenciones al cuidado personal) acudían a la obra con las barbas afeitadas, muy repasados de peine y dejando una lujuriosa y unánime estela de Varón Dandy a su paso. El autor y su jefe, sobre el tejado, a veces se miraban de soslayo.
Acabado el retejar, el Casimiro, que había concedido muchas facilidades de pago a la dueña, de vez en vez se acerca al domicilio de la susodicha para cobrar un plazo. A fuerza de retrasos, el Casimiro ha conseguido verlo todo muy claro.
-El capital, el capital es lo que manda y lo que rebaja a las personas. Ni moral ni puñetas, ya veo por dónde flaquea la madame y por qué es tan estrecha. A esta rácana le tiemblan las cachas sólo de pensar que algún espabilado le chupe la fortuna.
Puede ser. Lo cierto es que el Casimiro lleva años intentándolo.
Como modelo cierto de esta soltería infranqueable y provinciana, el autor quiere citar a la señorita Salustiana Talión Opúsculo, alias Rica Hembra, solterona clásica (a mucha honra) y, como indica el apodo, mujer de buenos fundamentos anatómicos. La Salustiana también es señorita de posibles, de fructíferas rentas y amplia herencia, lo que sumado a su virtud natural la convierte en pieza de alta cotización. La Salustiana tiene crecida la altura y sostenidas las carnes, bello el rostro y traidora la mirada. La Salustiana echa de treinta y pico y el pico es pirenaico. Y el que nadie haya conseguido engarzar esta joya es aparentemente consecuencia de la mucha moralidad y mesura que siempre ha lucido, siendo la tal elementa afín a esparcimientos moderados y atentos a la buena imagen, la mayor parte considerados como métodos de ganar cielo. Luego están los entretenimientos aconfesionales; paseos de carretera, paseos de supermercado, conferencias, exposiciones, cine, visitas a la peluquería, al médico de cabecera... De sus goces más desmadrados se cuentan los vinitos mañaneros del sábado, algunas compras en la capital (es decir, Salamanca) y, de guindas a brevas, incluso algún viaje al extranjero. En definitiva, todo muy convencional; nos enfrentamos a una dama de buena crianza. Con tales aficiones es de comprender la dificultad que entraña la caza, pero hay opiniones que distan un tanto acerca de las causas de tan pertinaz autarquía sentimental (que no ya celibato). Opiniones como la de Casimiro Felices Perejil, alias Papojeras, que opta por una teoría marxista a la hora de explicar la situación.
El autor trabajó como peón a las órdenes del Casimiro, oficial de albañil muy primoroso y cumplido, buen amigo del autor. El autor y su jefe, currantes de pro, vistieron con tejas nuevas el tejado de la Salustiana. El autor y su jefe (que, como buenos currantes de pro, no acostumbraban a prestar demasiadas atenciones al cuidado personal) acudían a la obra con las barbas afeitadas, muy repasados de peine y dejando una lujuriosa y unánime estela de Varón Dandy a su paso. El autor y su jefe, sobre el tejado, a veces se miraban de soslayo.
Acabado el retejar, el Casimiro, que había concedido muchas facilidades de pago a la dueña, de vez en vez se acerca al domicilio de la susodicha para cobrar un plazo. A fuerza de retrasos, el Casimiro ha conseguido verlo todo muy claro.
-El capital, el capital es lo que manda y lo que rebaja a las personas. Ni moral ni puñetas, ya veo por dónde flaquea la madame y por qué es tan estrecha. A esta rácana le tiemblan las cachas sólo de pensar que algún espabilado le chupe la fortuna.
Puede ser. Lo cierto es que el Casimiro lleva años intentándolo.
Gabriel Cusac
7 comentarios:
¡Tiene cojones llamarse Salustiana! Ese no es un nombre, es una putada. Besos gamberro!!!
Jua, jua, es que lso nombres del Cusac son puro arte Silvia, poesía
El fascista del Cela, (creo que era ese ser), defendia la sonoridad de las palabras frente a su significado, así cabron o hijoputa podía sonar a canto de sirenas por muy "feo" que fuera el significado. Una de las cosas que mas me gusta de leer a Cusac es que descubres la sonoridad de estas palabras...
anda que no me liao pa lo que soy yo...
saludos mozo, pura desidia lo mio.4
JAJOJAJOTAAAAAAAAAA!!!! Cuentosbrujos, cuanta razón tienes.
Si es que este Cusac nuestro es pura "sonoridad". Y tu gabriel, no vayas a decir ná, que aluego tó se sabe jijijiiiiiiiiiiiiiii!!!!
Besos gamberros!!!!!
Bueno, majos, qué decir. Pues: 1-Que es verdad, en todos los nombres busco la sonoridad, casi como un exabrupto. Por algo se trata del Grotescario. 2-Pero la realidad supera a la fantasía en este caso; todos conocemos ejemplos. 3- Cela no era un fascista, era un oportunista. Tanto brindó con el franquismo como con esta presunta democracia. Aunque, como escritor, ha sido uno de mis maestros. Por otro lado, admiro, como escritores, a muchos fascistas. Lo cortés no quita lo valiente. 4-Y gracias por la visita.
¡Gamberro!..has tenido que ser, tanto como genial, lo que nunca imaginé es esa timidez personal que bien ocultas en tu manera de escribir.
Pues para mí es más de lo mismo.
Me aburre horrorosamente.
El fascista de Cela...con que facilidad usáis es palabra, ¿Sabéis lo que significa?
¡Atención, Claudia Ortiz de Urbina S-Fabrés, alias la guillotine de Montparnasse, ataca de nuevo! Gracias por la visita, Claudia, eres un factor dinamizador de este blog marginal. Bueno, ¿y qué es un fascista?
Ah, se me olvido decir que Cela también brindó por la segunda república. No debería ganar para sastres.
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