
La cabeza y el abdomen son amarillos; las extremidades, rojas: de este modo su cuerpo compone la bandera nacional española. Siente preferencia por el huésped masculino, en quien provoca una fijación testicular y ciertos trastornos de negación de la realidad muy específicos, léase defensa de la tauromaquia. Así, el huésped afectado sostiene, por ejemplo: que banderillas, picas y espadas no provocan sufrimiento en el toro de lidia; que la muerte en la plaza de dicho animal constituye la máxima expresión de amor hacia éste; que la tortura es arte, etc.
La ladilla española es parásito resistente a insecticidas y también a razones, muy difícil de erradicar.
La ladilla española es parásito resistente a insecticidas y también a razones, muy difícil de erradicar.
Gabriel Cusac
5 comentarios:
eso,eso,ladillas españolas para los defensores del sufrimiento animal,la mayoría cuida de sus animales domesticos y aplaude el desangramiento doloroso del toro.Olé españa
Pues si para demostrarme amor, tienen que torearme, torturarme y matarme...¡Joder! que no me quieran nunca!!!!!!!
A veces, me gustaría ser ladilla. Es más, creo que a veces lo soy, o me acerco mucho. Juajuaaaaaaaaa!!!
besazos en el espinazo Gabriel!!!!!!
LOLA: Olé tu!!!!
Yo no tengo muy claro que es el arte, pero que el toreo no lo es lo tengo clarísimo.
¿Es necesario prohibir las corridas de toros?
-Efectivamente, hay que prohibir las corridas de toros, porque es sangrante ver a supuestos Adonis del papel couché, convertidos en matadores, en lo que parece ser una perduración de ciertas sagas familiares, que arguyen en su favor que, "si el Papá tuvo, el nene retuvo". Y claro, para que el niñito retenga y el morlaco no le joda en demasía, tiene el animal que sufrir una copiosa sangría, una drogadicción con todas las de la ley y un afeitado de astas, que ríase vd. de los del mítico Ezequiel del puente Alcolea.
-Efectivamente, hay que prohibir el toreo por la ingente cantidad de usureros, especuladores codiciosos, explotadores, negreros,
meretrices de "grosso" sostén y "grosso" galán generoso, busconas de buen ver y ansiosas del braguetazo, famosos y famosas de carnes corporales fáciles a la par que escasas en la dieta, y toda esa fauna de fieras que se estimulan ante la visión de la sangre y de la taleguilla del diestro.
-Efectivamente, hay que prohibir la lidia, porque así lo dispone una legión de pseudoecologistas, tan racionalistas ellos, ... y tan verdes. Tan verdes, que cuando van al monte para sentirse en comunión con la natura, provocan por desconocimiento, incendios contranatura. Tan amantes de los animales, que liberan cientos de visones de los criaderos, provocando la desaparición de numerosas especies autóctonas. Todo en pro del racionalismo verde.
-Efectivamente, hay que prohibir los toros, porque un culto a semejante totem es propio de pueblos bárbaros y salvajes. ¡Qué bien hizo Moisés, cargándose con las piedras de la Ley Divina, el toro de oro que adoraban los hebreos! Igual de bien, lo hicieron sus descendientes, los cristianos, cargándose el culto al diós Mitra. ¿Pero dónde se ha visto a un Diós dando muerte a un toro? Les costó cuatro siglos pero al final lo lograron. ¡Santa Cruzada!
Poco importa que las misas sean una apología de la antropofagia, eso no tiene importancia.
-Efectivamente, hay que prohibir la tauromaquia, así como hay que prohibir: las pinturas paleolíticas de Altamira y Lascaux, los dioses Apis y Osiris de Egipto, a Zeus y a Europa, a Teseo y al Minotauro, el séptimo y el décimo trabajo de Hércules, el Critias de los Diálogos de Platón, los frescos taúricos del palacio de Knossos, las esculturas íberas como la Bicha de Balazote, el Toro de Osuna, el Toro de Porcuna, las vasijas y vasos de Liria, el relieve de la antigua muralla de Clunia, los Toros de Guisando y demás verracos vettones, las pinturas de Goya, también las de Picasso, los pasodobles, al Fari,
la carne de ternera, la leche de vaca, la silueta de la Península Ibérica, y ya puestos, ¿por qué no eliminar del firmamento la constelación de Tauro, ya que es la madre de la discordia?
Títiro.
Vaya puestón, Títiro. Ya me contarás.
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