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Existe, en un mar lejano, un pez narizotas y gracioso que se llama Blobfish. Esta es su historia.
Australia es una enorme isla que está en las antípodas. Se llama antípodas al lugar de la Tierra más alejado de donde estamos. Pues allí, en las antípodas, en un pequeño pueblo de Australia, vivía un muchacho que se llamaba Juan Pescado. Juan Pescado no era feliz, porque, a causa de su extraño rostro, la gente se reía de él. Imaginad, por ejemplo, la cara de un muñeco de nieve, con dos botones negros como ojos, un nabo haciendo de nariz y la boca muy grande, derritiéndose al lado de una estufa. O una cara de gelatina rosa chafada. La extraña cara de Juan Pescado era algo así.
A las personas nos cuesta mucho aceptar lo diferente, lo que no se parece a nosotros. Normalmente, reaccionamos con la burla o con el miedo, sin darnos cuenta de que podemos ser crueles con los demás, con quienes son diferentes. Una forma muy sencilla de entender esto es imaginar que somos la otra persona, el diferente. No nos gustaría que la gente se riera de nosotros, ni que nos tuviese miedo. Y nos sentiríamos muy solos. Así le pasaba a Juan Pescado, y desde pequeño, huyendo de las burlas de la gente, se acostumbró a pasar largas horas en el mar, porque vivía en un pueblo costero. Los animales marinos, a diferencia de las personas, no le rechazaban, y Juan Pescado se encontraba cada vez más a gusto en aquel mundo desconocido y hermoso, tranquilo y lleno de colores y sorpresas, el mundo mágico que se esconde bajo las aguas. Juan Pescado se convirtió en un excelente submarinista, aguantando horas y horas sin dejar de bucear, acostumbrándose a pasar más tiempo dentro del mar que fuera. Poco a poco, día a día, el cuerpo de Juan Pescado fue cambiando, haciéndose más útil para su vida en el mundo de las aguas. Esto se llama adaptación. Y tan bien se adaptó su cuerpo que Juan Pescado hoy ya es eso, un pescado. Su nuevo nombre, su nombre de pez, es Blobfish. Y vive feliz bajo las aguas del mar, donde nadie se burla de él.
Gabriel Cusac
6 comentarios:
Bonito cuento Gabriel,a Dani y a Lucía seguro que les gusta.
Triste situación y padecerla...sólo lo sabe el que la sufre.
Ojalá Dani y Lucía no la padezcan nunca, ni permitan que otros la sufran.
Un abrazo.
Espero que les guste, Lola, y que les dé que pensar. A Lucía habrá que explicárselo un poquito mejor.
Espero, Juana María, que Lucía y Dani no sufran la marginación ni cedan al fácil recurso del chivo expiatorio. El caso es que después de escribir este cuentecillo me he dado cuenta de que encierra mucha más complejidad de la que aparenta. De momento, espero que los niños entiendan la lectura más obvia. Pero, si algún día tienen que escoger entre ser Juan Pescado o Blobfish, espero que opten por lo segundo.
Un abrazo.
Por causas varias, no puedo pasar por aquí tanto como quisiera...pero no me voy, sólo tardaré más en visitarte.
Un abrazo!!
Por cierto: un cuento genial!
Hasta pronto, Silvia.
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