
Pendiente de clasificación taxonómica, dada su complejidad. Por sus cientos de patas diríase miriápodo, pero nada más tiene en común con tales bichos. Las patas sostienen una plataforma plana, deformable y en apariencia azogada, a modo de espejo viviente, donde no se aprecia ningún órgano sensorial. A simple vista en nada difiere de un charco lustroso de sol. Pero pobre del hombre o del animal que acuda al equívoco reclamo del agua luciente, el falaz tesoro en medio de la seca sabana del Serengueti. Porque este depredador de fauces invisibles le robará la imagen. Y, con ella, la energía vital. Es síntoma diáfano que no volverá a reflejarse el incauto en ninguna otra superficie al caso, como don Drácula, y poquito a poco se irá consumiendo como se consumían por males de amor las mujeres de la literatura añeja. Por pura intuición, han descubierto los hechiceros masai la cura a esta siniestra enfermedad, y es retratar, preferiblemente al óleo, a la víctima del charco maligno. La sanación está relacionada de manera directa con la fidelidad del retrato y, dada la profusión del mal, el Serengueti de hoy es como el Montparnasse de les années folles, pero en plan realista. No sirve la cámara a los efectos; todas las fotos salen veladas. Una mancha borrosa frente al espejo es signo de mejoría; un reflejo exacto significa la salvación.
Casi tan curioso como el método alimenticio del charco jettatore resulta su reproducción, escasamente estudiada. El macho, patas arriba, se deslizará sobre la hembra, como una masa de pizza lo haría sobre otra, produciéndose una especie de fricción eléctrica. Surge en el acople un brillo de fotocopiadora en funcionamiento. Pare al mes la hembra, y parece que se ha roto un termómetro de mercurio.
Casi tan curioso como el método alimenticio del charco jettatore resulta su reproducción, escasamente estudiada. El macho, patas arriba, se deslizará sobre la hembra, como una masa de pizza lo haría sobre otra, produciéndose una especie de fricción eléctrica. Surge en el acople un brillo de fotocopiadora en funcionamiento. Pare al mes la hembra, y parece que se ha roto un termómetro de mercurio.
Gabriel Cusac
1 comentario:
Creo que sé lo que es este misterioso charco miriápodo. Lo he visto en alguno de los expedientes hipotecarios que se han ejecutado en mi juzgado. Se trata de la "novación" de la hipoteca, por una nueva, aparentemente más sencilla de pagar, pero es espejismo; se acoplan, ciertamente no tienen reflejo y terminan tragándose todo.
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