16 de mayo de 2013

La existencia impasible de Heliodoro y Andrea



No sé qué pensar sobre Heliodoro y Andrea, esa pacífica pareja. Me desconcierta su existencia átona, inerme, impasible. Su casa tal un spa y su vida, como se dice, regalada, la parejita pasa el tiempo envuelta en silencios siderales, comiendo, nadando, chingando como animales y mirando mansamente el infinito.Puro ocio, sin preocupaciones ni agobios. Puro presente, sin pasado ni futuro. Puro nirvana.
En su esplín de novela decimonónica (ese colmo aristócrata; ese afán burgués, por ende), Heliodoro y Andrea parecen sumidos en la espera infinita de quien no espera nada. Una especie de paz siniestra. Tengo una gran incertidumbre. Desconozco si son sabios o son tontos, pero me produce escalofríos su burbuja estable, su confort vacío, su inmutabilidad. Esa bendita o maldita existencia impasible.
Les conocí hace dos años. Me produjeron una simpatía de la que hoy nada queda. Me resisto a despreciarles, no obstante. Son mis galápagos.
Por Gabriel Cusac

2 comentarios:

mojadopapel dijo...

Ja,ja...pues a mi me dan cierta envidia,no son conscientes de la infelicidad.

Gabriel Cusac dijo...

Lo de las tortugas es una quimera, y sin embargo estoy convencido de que hay gente muy parecida. Yo, la verdad, no lo deseo.
Un saludo