8 de agosto de 2022

Visita a la antigua harinera de Picozos

Antigua fotografía de la harinera Picozos (imagen tomada del blog Archivo Fotográfico y Documental de Béjar)


Vaya por delante mi agradecimiento a José Manuel, actual propietario del inmueble, quien me ofreció todas las facilidades para realizar la visita. Así da gusto.

 

Dos buenos conocedores de la arquitectura fabril de la comarca de Béjar, Javier R. Sánchez y Juan Antonio Frías Corsino, utilizaron la misma expresión cuando les comenté mi intención de visitar la antigua harinera: “el clásico edificio industrial de Béjar”. Efectivamente, ribereña, alzada en robustos sillares de granito, con sus grandes ventanas seriadas dando luz a las distintas plantas y el tejado a dos aguas, Picozos es prototípica. Siempre me había llamado la atención, alta y desafiante, de estampa decimonónica, plantada en medio de la campiña como prólogo y bastión del pasado poderío industrial bejarano, casi también  como un exabrupto; otro gigante más arrimado a ese Cuerpo de Hombre “trovador de los bosques”, “destajista” o “quinceañero”, entre otras suertes, en palabras del parnaso local. Siempre he asociado la harinera, además, a otro edificio que durante muchos años contemplé desde mi balcón cada día, alimentando una particular filia; un edificio cuya necrológica, aun sin quererlo, ya escribieron hace 30 años José Muñoz Domínguez –cómo no, el ubicuo Pepe- y Juan Félix Sánchez Sancho: “El molino-batán de Juan de Morales y la conservación del Patrimonio Industrial de Béjar”.

La tarde era asfixiante, como todas las de este verano de Armagedón. En el corto trayecto entre la curtiduría -a la que, llanamente y sin excepción, nos referimos como “las pieles” en la ciudad estrecha-  y la harinera ya tenía empapada la camiseta. José Manuel, con toda confianza, me abrió la puerta y me dejó solo, retornando al curre: “Mira lo que quieras”. Y casi no me lo podía creer. Allí estaba, a mis anchas, con una linterna y un móvil, frente al mítico establecimiento de don Fulgencio, la Fábrica de harinas y pastas para sopa “Picozos”. Emocionado. Previamente, las fotos del desbordante blog de Antonio Sánchez Sánchez -“Archivo fotográfico y documental de Béjar”- habían estimulado mi imaginación, aunque era consciente del remoto parentesco entre esas imágenes de los años 30 del siglo XX, cuando la harinera vivió su apogeo, y lo que me esperaba. No quedaría una tuerca, por ejemplo, de la maquinaria del revolucionario sistema suizo Daverio, que relegaba a la prehistoria la molienda tradicional. Sabía que el tejado estaba hundido desde hace años. Sabía que mi incursión era pura seudo-arqueología industrial de aficionado: pero en esto consiste la ya mencionada filia, al fin y al cabo un mero placer estético. Por eso, desde mi ignorancia, entiendo que no soy quien para dar explicaciones técnicas; sería ridículo. Prefiero, pues, que me acompañen en el recorrido, foto a foto. Y, quien quiera y quien entienda, tiene abiertos los comentarios en este blog cuatrogatero. Pasen y vean.

Fachada este. El camión oculta la entrada principal. Como es clásico, el granito asoma enmarcando los arcos escarzanos y en el dominó de los sillares angulares. Al fondo, a la derecha, el viaducto. 


Una estancia de la primera planta, ángulo oeste.

La misma estancia, ángulo este. Aquí se observa mejor el grosor de los muros externos.












Planta primera. Restos de maquinaria, creo que sin relación con el sistema Daverio.




 
Segunda planta, ángulo noroeste.

Segunda planta, oeste, con la escalera de caracol y la canaleta de madera al fondo.



La misma escalera que se aprecia en esta foto antigua (imagen tomada del blog Archivo Fotográfico y Documental de Béjar)



Tercera planta. A la derecha, junto a la entrada por la fachada norte (a la que se accede por un puente), podemos ver la tolva.



Fachada norte, con el puente citado.

Fachada norte. Detalle de la cornisa escalonada de ladrillo.

Vista de la tercera planta desde la entrada del puente. El acceso a la buhardilla es imposible.



Vista desde el puente de la salida oeste, que desemboca en la DSA 281, poco más allá de los pilares del viaducto. Una curiosidad: este tramo pertenecía a la antigua carretera de La Calzada. Aunque no se aprecia en la foto, tras la muralla natural de zarzas aún existe un antiguo mojón de señalización vial.

Fachadas norte y este.

Una grata sorpresa. Exenta de la fábrica, la oficina con esgrafiados en la fachada. Aún se conservan algunos restos de la decoración mural interior.

En el friso podemos leer "Escritorio" (equivalente a despacho).

Corona esgrafiada. Desconozco si tiene algún significado, más allá de la función ornamental.


Por último, una fuente -de no modesta obra, por cierto- a medio camino entre la curtiduría y la harinera.



Finaliza ya esta excursión amena, que ojalá fuera la primera de una serie "fabril". Dejo ahora dos curiosidades que casualmente me ha ofrecido la búsqueda internáutica. La primera: en la página todocolección se vende un cartel publicitario de Picozos y una fotografía antigua del lugar, tomada desde el lecho del río, donde se puede apreciar el edificio de la actual oficina de la curtiduría. Segundo: el Portal de Archivos Españoles (PARES), permite examinar dos documentos que relacionan la casa ducal con el paraje de Los Picozos.
Y, como colofón, una buena noticia. José Manuel me comentó que tiene en proyecto rehabilitar el edificio para darle un nuevo uso industrial. Sería fabuloso.

Gabriel Cusac

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Sería fabuloso, ojalá sea verdad. Me encantan las antiguas harineras y molinos con esas maderas desbastadas por el roce del fino polvillo, casi pulidas con el paso de los años. Bonita excursión

Gabriel Cusac dijo...

Ojalá veamos este edificio rehabilitado. Gracias por tu visita y tu comentario.

Anónimo dijo...

Gracias por tu reportaje, Gabriel. Y no solo por las fotos. La descripción, incluidas las metáforas, demuestra una sensibilidad por el patrimonio industrial que ya quisiera yo ver en la mayoría de nuestros paisanos.
Y, como dices al final, ojalá sea este el primero de los reportajes de una serie fabril; te animo a ello.
Javier R. Sánchez

Gabriel Cusac dijo...

Gracias a ti, Javier, que también tienes la filia en las venas, que me animaste a la aventura y que, además, eres gran conocedor del tema. Sí, espero que este no sea el único reportaje "fabril". Un saludo.

José Muñoz Domínguez dijo...

Si el propietario tiene en proyecto renovar el uso industrial de la fábrica, tus fotos no serán lo último que veremos, aunque eso sea, precisamente, lo más común en esta tierra sin memoria. Pregúntale a Juan Antonio Frías por sus fotos del Tinte del Duque antes del vergonzoso derribo de 2000-2001, las últimas que podrán mostrar lo que fue aquel establecimiento industrial del siglo XVI abatido por la codicia inmobiliaria y las malas artes de algunos de nuestros políticos de entonces. Lejos de suponer una excepción, esta es la triste suerte del Patrimonio Industrial de Béjar a pesar de haber sido perfectamente catalogado y valorado por el IPCE. Y no sólo de los edificios industriales: aquí dejamos que todo se caiga a pedazos o lo "restauramos" caprichosamente, torpemente, equivocadamente, como se lleva haciendo en El Bosque desde 2002. Por cierto, los documentos de PARES que mencionas, muy prolijos, se refieren a la segunda villa de recreo que tenían los duques en Béjar, menos ambiciosa que El Bosque, pero con su casa, estanque, miles de rosales, huertos con variedad de frutales y cenadores de piedra y madera. Dedico un apartado de mi tesis a esta segunda villa, conocida entonces como la Heredad de los Picozos. Ya buscaré un hueco para publicar algo sobre ella. En cuanto a lo que me pedías, sería excesivo aportar aquí lo que conozco de esa fábrica harinera y me voy a limitar a las erratas, sólo una y fácil de corregir: los arcos de los vanos del edificio no son carpaneles, sino escarzanos. Un abrazo. Pepe Muñoz

Gabriel Cusac dijo...

Siempre un paso por delante, Pepe. Interesantísimo lo de la heredad de los Picozos; tienes abierto este blog para cualquier cosa que quieras publicar al respecto. Y corrijo lo de los arcos. Gracias, y un abrazo.