
El pájaro delicado se posa en estas páginas, y ya nos parece ver una orla de espejitos fulgentes. Es ave americana, en todo parecida al cuervo, excepto en una cresta abrupta y roja, a lo punki, que orna su coronilla, y a la que el volátil cuida con esmero, atiesándola cada dos por tres con gomina natural, léase lodo. Lo más característico de este pájaro son los trabajos del macho en época de celo, por mayo, consistentes en adornar un árbol con las láminas argentinas que extrae del caparazón de los difuntos armadillos crash-crash, sobre los cuáles ya hemos contado. En su defecto, recurre a basuras lustrosas: cristales, chapas, botones... Cuando el macho ya tiene adornado el árbol nupcial, hace su aparición la hembra acechante. Ésta merodea en torno al árbol como quien no quiere la cosa, pero con algún que otro gorgorito interrogante y acentuando su ya característico andar rumboso, como de pasarela de moda, propiciado por el oportuno espolón trasero de sus patas, tacón biológico al efecto. Si el árbol engalanado la convence, el macho también. Entonces se sube a una rama y, descuidadamente, tira uno de los espejitos al suelo. El macho, atusándose la cresta, lanza un trino victorioso, un eureka pajarero, y retorna la pieza a su ubicación correspondiente; el resto, viene rodado.
Los más modernos especímenes roban CD´s a los más modernos hortelanos que aplican el invento a la función de espantapájaros. “El no va más”, pensarán los delicados ladrones.
Gabriel Cusac
4 comentarios:
Magnifico tratado de zoologia, u ornitologia si acaso, jejej
saludos mozo.
En este tratado, como en los antiguos, hasta las flores engrosarán el bestiario. Un saludo, brujo.
Pero, cuantos animalejos de estos conoces chiquillo?
Este, no se si por lo de la cresta, me ha gustado especialmente.
Mil besitos!!!
Acabamos de entrar en el zoo. Un beso, Silvia
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