8 de octubre de 2009

Las estaciones, de Maurice Pons




Uno de los relatos más impresionantes de la literatura universal, un réquiem angustioso, una metáfora brutal sobre la condición humana. De principio a fin, Las estaciones es la crónica de un martirio cuya atrocidad va ascendiendo gradualmente, una tortura que el lector llegará a percibir insospechadamente próxima. Porque todos alguna vez hemos sentido la derrota absoluta, como Simeón, el protagonista; porque todos alguna vez hemos sido la chusma miserable que le rodea.
Un extranjero que huye de los recuerdos dolorosos y cuya única ambición es escribir, llega a un pueblo remoto e inhóspito, tan aislado del resto del mundo que a Simeón le parecerá el refugio perfecto para sus fines. Pero el pueblo es un microcosmos avernal gobernado por la ignorancia y el atraso. La sensibilidad pusilánime de Simeón intentará adaptarse a la peculiar idiosincrasia del lugar, iniciando de este modo una trayectoria lúgubre, donde cada signo en principio positivo -como el enamoramiento súbito que siente por una paisana- no constituirá más que un falso vislumbre de esperanza para que a la postre su decepción resulte más demoledora. No están ausentes en este gran mural expresionista el frío y el hambre, la escatología y la superstición, la amputación, el desuello físico y psíquico, los fallidos espejismos como vueltas de tuerca hacia el horror, una crueldad atávica. Sin necesidad del ingrediente sobrenatural, la atmósfera lograda en Las estaciones es tan irreal -irreal y empero tan próxima: como un llamado del subconsciente- que esta obra encaja perfectamente en el género fantástico.
No desvelaré el desenlace, magistral, donde puede realizarse una lectura ideológica: el desengaño de la utopía. La comunista, en este caso, pero podría ser cualquier otra; reducir la novela de Pons (Estrasburgo, 1927) a postulados políticos demostraría bastante torpeza.
Si creo apropiado copiar, en cambio, un fragmento elocuente:

En el transcurso de su carrera, el Croll ya había presenciado muchos horrores. Pero esta vez la naturaleza sobrepasaba la medida de la ignominia: el aborto no era más que carroña. Sobre la masa viscosa del feto, que presentaba con bastante nitidez la forma de un ternerillo, con su gruesa cabeza ciega de orejas pegadas, su vientre redondo y sus patas replegadas con pequeñas pezuñas negras, bullía un enjambre innumerable de gruesas orugas, parecidas a aquellas que el Croll habría recogido en el fondo de la matriz materna, tan numerosas que su bullicio producía un rumor de abejas. Y salían de todas partes, de la cavidad craneal entreabierta, de los ojos, de las orejas, del ombligo desgarrado y del culo: diríase que estaba repleto de ellas.
El Croll lanzó un rugido de triunfo y de asco, todo junto. El líquido viscoso, lleno de gusanos y de sangre, le chorreaba sobre el vientre. Con su recién nacido en los brazos, feliz como una partera, perseguía, dando alaridos de risa y de horror, a los aldeanos que escapaban en todas las direcciones, hacia los cuatro rincones de la sala, lanzando también ellos alaridos de horror y de risa, trepando sobre los bancos, sobre la mesa, sobre la carreta y hasta sobre la estufa.
-¡Helo aquí al Rey! -gritaba-. ¡Descubríos! ¡Descubríos! ¡Su Majestad la Podre!


Gabriel Cusac


6 comentarios:

SILVIA dijo...

Hiciste que me picara la curiosidad... Ahora no tendré más remedio que leerlo.
Mil besitos corazón!!!

Gabriel Cusac dijo...

A ver si es verdad, y me cuentas. Un beso, bruja.

mojadopapel dijo...

Uuuffff....que fuerte!, tanta descripción escatológica me abruma un poco pero tal como tu la describes, parece interesante.

Gabriel Cusac dijo...

Las estaciones es un relato intenso, radical y alucinante. Absenta literaria. Después de devorarlo, me dije: lo mejor que he leido nunca. Claro, que esto ma ha pasado más de una vez con diferentes lecturas. Pero es significativo. Ya sé que mis gustos literarios son, como poco, extravagantes. Pero no puedo dejar de recomendarlo. A ti y a todo el mundo. Inténtalo, mojadopapel.

Primero estaba el mar dijo...

Buscaba una reseña, gracias

Gabriel Cusac dijo...

Gracias a ti por tu visita, espero que te sea útil.