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Cuerpo negro, alas rojas, cresta malva, pico de oro, vuela por los bosques de Hainan un predicador emplumado. Huyen a su vista los hombres, campesinos li o miao, y cuando deben andar los caminos en solitario envuelven sus cabezas con trapos a modo de mortaja, plegándose las orejas, como los marineros de Ulises se taparon los oídos con cera: no quieren escuchar el canto fatal. Es tradición de interior; no le temen en la costa.
El pájaro predicador es de gorjeo polifónico; trina uno como si lo hicieran diez. El desgraciado oyente, aún prevenido, difícilmente se resiste al prodigio del pequeño y malévolo juglar; su música es nepente, orgasmo, chute de heroína donde viajan el olvido y la felicidad. De rama en rama, de árbol en árbol, con sus aleluyas inefables, el pájaro dice "ven, ven" y la víctima va y va en su ciego arrobo, perdida ya la voluntad. Encantador y encantado llegan así a la guarida secreta del primero, una cueva oculta en las laderas del monte Wuzhi, y, a partir de aquí, poco más se puede contar, porque el hombre hechizado desaparece para siempre. No obstante, se dice que esto no ocurre así en todos los casos, y que alguna de las víctimas ha aparecido al cabo de los días, los meses o los años. Vuelve como si no lo hiciera, ausente, mirando a las personas como a las rocas, errando por las selvas, las aldeas y los arrozales, silbando beatífico extrañas melodías y picoteando frutos o insectos que pilla al paso. Aunque todo parece indicar, sobre la existencia de estos zombis asiáticos, que nos enfrentamos a la leyenda.
¡Qué pájaro, este predicador!
El pájaro predicador es de gorjeo polifónico; trina uno como si lo hicieran diez. El desgraciado oyente, aún prevenido, difícilmente se resiste al prodigio del pequeño y malévolo juglar; su música es nepente, orgasmo, chute de heroína donde viajan el olvido y la felicidad. De rama en rama, de árbol en árbol, con sus aleluyas inefables, el pájaro dice "ven, ven" y la víctima va y va en su ciego arrobo, perdida ya la voluntad. Encantador y encantado llegan así a la guarida secreta del primero, una cueva oculta en las laderas del monte Wuzhi, y, a partir de aquí, poco más se puede contar, porque el hombre hechizado desaparece para siempre. No obstante, se dice que esto no ocurre así en todos los casos, y que alguna de las víctimas ha aparecido al cabo de los días, los meses o los años. Vuelve como si no lo hiciera, ausente, mirando a las personas como a las rocas, errando por las selvas, las aldeas y los arrozales, silbando beatífico extrañas melodías y picoteando frutos o insectos que pilla al paso. Aunque todo parece indicar, sobre la existencia de estos zombis asiáticos, que nos enfrentamos a la leyenda.
¡Qué pájaro, este predicador!
Gabriel Cusac
5 comentarios:
me recuerda a alguna secta,un besín chatín
Igual que los fans con sus idolos,afortunadamente no todos quedan abobados de por vida,reaccionan vuelven a la realidad y disfrutan sin caer en el atontamiento.
Pero al fin y al cabo se trata de ser féliz y disfrutar ;sea pájaro o Bisbal cada uno que se lo monte como pueda y quiera.
Vaya con el pajarito, no tengo yo tan seguro que si fuera real la gente huyera a su paso, más de uno-a seguro saldría a su encuentro.
Un abrazo.
Sí, Lola, es un pájaro gurú; un pajarraco, vamos. Un beso, chata.
Juana María: la verdad es que el mundo está lleno de pájaros predicadores y de acólitos o fans que pierden el culo por tocar a sus líderes. Mientras no hagan daño a nadie, allá ellos. Los peligrosos son aquellos que nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino...o simplemente comulgar, por ejemplo. Un abrazo.
¡Ahhhh! De aquí viene lo de "me lo dijo un pajarito".... o no...
Besicos!!!
Y "tener la cabeza a pájaros". Un beso, Silvia.
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