25 de agosto de 2013

Citas "salvajes"

Portada de la revista Quo, nº 188 (mayo 2011)

Hace ya algunos años, cuando trabajaba con Pepe Muñoz en "Los Hombres de Musgo y su parentela salvaje. El mito silenciado", recogía de forma paralela citas sobre el salvaje que de forma casual encontraba en mis lecturas meramente literarias, no históricas. Luego, en verdad hastiado de asuntos silvestres, saludablemente abandonaría tal hábito. La gavilla que aquí se ofrece, este retal desaprovechado, puede ser de utilidad a quienes se interesen por el tema.
Por supuesto, la lista (una veintena de referencias) resulta antojadiza, parcial y no obedece a ningún criterio de clasificación. Así mismo quedan excluidas las no escasas citas que ya fueron utilizadas en nuestro ensayo, en el cual recorrimos, entre otros campos, la hagiografía, el teatro del siglo de oro o el género caballeresco, donde el salvajismo natural o sobrevenido adquiere un protagonismo recurrente.
Alguna de las citas siguientes, os lo aseguro, son salvajemente sugerentes. No se respeta orden alfabético, por comodidad de un servidor.

JOSEPH CONRAD, El corazón de las tinieblas:  "Un país cubierto de pantanos, marchas a través de los bosques, y en algún lugar del interior la sensación de de que el salvajismo, el salvajismo extremo lo rodea..., toda esa vida misteriosa y primitiva que se agita en el bosque, en las selvas, en el corazón del hombre salvaje. No hay iniciación para tales misterios. Ha de vivir en medio de lo incomprensible, que también es detestable. Y hay en todo ello una fascinación que comienza a trabajar en él. La fascinación de lo abominable".

ÁLVARO CUNQUEIRO, Con Bernal Díaz en septiembre: "Cuenta Chateaubriand de aquel violinista francés que encontró enseñando pavanas y minuetos a los indios canadienses, y con gran reverencia les daba paso: Messieurs les sauvages, s´il vous plaît...".

MAURICE PONS, Las estaciones: "La amaba, se saturaba de ella, no podía desprenderse de ella y todavía en su rincón de rocas, arrostrando a solas su pasión y su turbación, se hincó, se dejó caer sentado sobre sus talones, en la actitud del salvaje ante el manantial".

PÍO BAROJA, Zalacaín el aventurero: "Tellagorri le curtía a Martín, le hacía andar, correr, subirse a los árboles, meterse en los agujeros como un hurón; le educaba a su manera, por el sistema pedagógico de los Tellagorris, que se parecía bastante al salvajismo".

STANISLAW LEM, Diarios de las estrellas: "Ideé, pues, la clorofilización de todos los seres vivos, inventando, en particular, al hombre cubierto de follaje".

ALEISTER CROWLEY, Su pecado secreto: "Leía las plegarias familiares dos veces al día en lugar de una, y aceptó la presidencia de la reunión anual de una Sociedad para Enviar Pantalones a los Indostanos Conversos. Como todos sabían en los Midlands, los indostanos eran Salvajes Desnudos".

HENRY MILER, Trópico de Capricornio: "¿Por qué consideraba a aquellos salvajes más capaces de entenderme que los hombres y mujeres que me rodeaban? La inteligencia que poseía, incluso de muchacho, me asustaba; era la inteligencia de un salvaje, que siempre es superior a la de los hombres civilizados en el sentido de que es más adecuada para las exigencias de las circunstancias. Era una inteligencia vital, aun cuando aparentemente la vida haya pasado de largo ante ellos".

MARY W. SHELLEY, Frankenstein o el moderno Prometeo (3):
"Soy demasiado impulsivo en la ejecución y demasiado impaciente con los obstáculos. Pero aún me resulta más nocivo el hecho de haberme autoeducado. Durante los primeros catorce años de mi vida corrí por los campos como un salvaje, y no leí nada salvo los libros de viajes de nuestro tío Thomas" (1).
"Cuando cayó la noche, salí de mi refugio y vagué por el bosque; y ahora, que ya no me frenaba el miedo a que me descubrieran, di rienda suelta a mi dolor, prorrumpiendo en espantosos aullidos. Era como un animal salvajeque hubiera roto sus ataduras; destrozaba lo que se cruzaba en mi camino, adentrándome en el bosque con la ligereza de un ciervo... Yo, como el archidemonio, llevaba un infierno en mis entrañas; y, no encontrando a nadie que me comprendiera, quería arrancar los árboles, sembrar el caos y la destrucción a mi alrededor, y sentarme después a disfrutar de los destrozos" (2).
"Si accedes, ni tú ni ningún otro ser humano nos volverá a ver. Me iré a las enormes llanuras de Suramérica. Mi alimento no es el mismo que el del hombre; yo no destruyo al cordero o al cabritillo para saciar mi hambre; las bayas y las bellotas son suficiente alimento para mí. Mi compañera será idéntica a mí, y sabrá contentarse con mi misma suerte. Hojas secas formarán nuestro lecho; el sol brillará para nosotros igual que para los demás mortales, y madurará nuestros alimentos" (3).

FRANCO CUOMO, Gunter de Amalfi, caballero templario: "Un aullido animal proveniente de lo alto, sobre sus cabezas, los hizo estremecerse. Gunter desenvainó la espada y se puso en guardia. El Maestre le tranquilizó.
-No temas -dijo, señalando la cima de la colina-. Es solamente un estilita, un santo varón que ha elegido vivir ahí arriba, en lugar de en una caverna, desnudo, expuesto al sol y a la intemperie.
Guenter volvió a meter la espada en la vaina, mirando en la dirección indicada. Se esforzo por vislumbrar alguna señal de vida sobre el capitel de una columna despedazada que se erguía entre los restos de un templo, pocos metros más adelante, a contraluz. Y, efectivamente, algo vio. Era una especie de bestia peluda, con la piel cubierta de escamas morenas que formaban casi una coraza sobre su cuerpo, ceñida a la piedra, con la cual parecía amalgamada en una sola masa indistinta. Se habría dicho que era un gran hongo, o un liquen hirsuto...".

GIOVANNI PAPINI, No quiero ser más el que soy: "Cada vez que me aproximo a un espejo vuelvo a ver mi pálido y delgado rostro, con la boca semiabierta como sedienta de viento o hambrienta de presas, con los cabellos enmarañados y volubles como los de un salvaje, con los ojos color castaño crespuscular, en cuyo centro se abren las grandes pupilas negras como madrigueras de serpientes".

ALONSO DE CONTRERAS, Vida del Capitán Contreras: "Quejáronse al arzobispo, y él enviome a decir que mirase que estaba descomulgado. Yo reíme de aquello, y por uno de estos clérigos salvajes, que así los llaman por este reino, porque no tienen más de las primeras órdenes y son casados muchos, púsose en una yegua para ir a quejarse al arzobispo...".

PATRICK SÜSKIND, El perfume: "Su aspecto era espeluznante. Los cabellos le llegaban hasta las rodillas, la barba rala, hasta el ombligo. Sus uñas eran como garras de ave, y la piel de brazos y piernas, en los lugares donde los andrajos no llegaban a cubrirlos, se desprendía a tiras.
Los primeros hombres con quienes se cruzó, campesinos de un pueblo próximo a la ciudad de Pierrefort, que trabajaban en el campo se alejaron gritando al verle. En la ciudad, en cambio, causó sensación. Muchos lo tomaron por un galeote fugado y otros dijeron que no era un ser humano, sino una mezcla de hombre y oso, una especie de sátiro. Uno que había navegado en su juventud afirmó que se parecía a los miembros de una tribu de indios salvajes de Cayena, que vivían al otro lado del gran océano".

WALTER DE LA MARE, Memorias de una enana: "De pequeña yo había sido, ni que decir tiene, tan religiosa por naturaleza como un salvaje o un ángel".

ALBERTO VÁZQUEZ-FIGUEROA, Viracocha (2):
"El español no respondió, absorto como estaba en la contemplación de las gigantescas rocas que conformaban la primera línea de defensa de Saqcsaywaman, preguntándose qué clase de cíclopes o cuántos miles de hombres habrían sido necesarios para trasladar hasta allí y clavar en su sitio tan inconcebibles piedras.
Nada existe en Eurpa que pueda compararse a esto -musitó para sus adentros-. Nada de nada, y sin embargo, aún habrá quien alegue que sus constructores son salvajes a los que tenemos la obligación de civilizar" (1).
"A veces tengo la impresión de venir de un mundo salvaje, y otras, que los salvajes sois vosotros, aunque ésa es una duda que la Historia se encargará de resolver: el que pierda será el salvaje, y el que venza el civilizado. Siempre ocurre igual..." (2).

JAN POTOCKI, Manuscrito encontrado en Zaragoza: "En la época a la que se refiere esta historia, el conde de Olavide no había establecido aún colonias extranjeras en Sierra Morena, y esta imponente cadena de montañas que separa Andalucía de La Mancha sólo se hallaba habitada por contrabandistas, bandidos y algunos gitanos que, según la leyenda, se comían a los viajeros que ellos mismos asesinaban, y de aquí el proverbio español: Las gitanas de Sierra Morena quieren carne de hombres".

UMBERTO ECO, El nombre de la rosa: "Reconocí por sus trajes a los hebreos, los capadocios, los árabes, los indios, los frigios, losbizantinos, los armenios, los escitas y los romanos. Pero, mezclados con ellos, en treinta círculos dispuestos en arco por encima del arco de los doce paneles, estaban los habitantes de los mundos desconocidos, de los que sólo tenemos noticias a través del Fisiólogo y de los relatos confusos de los viajeros. Muchos me resultaron irreconocibles, a otros pude identificarlos: por ejemplo, los brutos con seis dedos en las manos; los faunos que nacen de los gusanos que se forman entre la corteza y la madera de los árboles; las sirenas con la cola cubierta de escamas, que seducen a los marineros; los etíopes con el cuerpo todo negro, que se defienden del ardor del sol cavando cavernas subterráneas; los onocentauros, hombres hasta el ombligo y el resto asnos; los cíclopes con un solo ojo, grande como un escudo; Escila con la cabeza y el pecho de muchacha, el vientre de loba y la cola de delfín; los hombres velludos de la India que viven en los pantanos y en el río Epigmáride; los cinocéfalos, que no pueden hablar sin interrumpirse a cada momento para ladrar; los esquípodos, que corren a gran velocidad con su única pierna y que cuando quieren protegerse del sol se echan al suelo y enarbolan su gran pie como una sombrilla; los astómatas de Grecia, que carecen de boca y respiran por la nariz y sólo se alimentan de aire; las mujeres barbudas de Armenia; los pigmeos; los epístigos, que algunos llaman también blemos, que nacen sin cabeza y tienen la boca en el vientre y los ojos en los hombros; las mujeres monstruosa del Mar Rojo, de doce pies de altura, con cabellos que les llegan hasta los talones, una cola bovina al final de la espalda, y pezuñas de camello; y los que tienen la planta de los pies hacia atrás, de modo que quien sigue sus huellas siempre llega al sitio del que proceden y nunca a aquel hacia el que se dirigen; y también los hombres con tres cabezas; los de ojos resplandecientes como lámparas; y los monstruos de la isla de Circe, con cuerpo de hombre y cerviz de diferentes, y muy variados animales...".

MANUEL MUJICA LAINEZ, Bomarzo: "A los blasones conocidos, a las águilas, castillos, leones y lises que circundaba el collar del Toisón, sumabanse nuevas figuras de emplumados salvajes relucientes de pedrerías. Detrás del mundo viejo, rigurosamente clasificado con etiquetas de metales y colores de un orden estricto, por la sabiduría heráldica, acechaba otro mundo, misterioso y atroz, que brotaba de las selvas de América surcadas por enormes ríos a cuyas márgenes se elevaban los templos consagrados a los dioses crueles, y ese mundo de suntuosa barbarie era obligado artificialmente, monstruosamente, a participar en la fiesta cortesana que convocaba a los frágiles patricios europeos con los cuales nada tenía que ver y a los que tal vez era capaz de destruir con sus zarpas de oro".

MANUEL MUJICA LAINEZ, El unicornio: "Algún vagabundo cargado de amuletos, uno de esos clerici vagantes que habían conocido comarcas lueñes, añadía al miedo de las narraciones inflamadas por la evidencia de que Lucifer podía apoderarse de un cuerpo humano y ser su dueño a lo largo de años de tortura, el misterioso terror que deriva de los espantajos exóticos, aliados del Infierno, que andan por el mundo como andarán las bestias del Apocalipsis, y que son idóneos en el arte de deslizarse entre las llamas y de insuflar a los mortales su ponzoña. Y entonces el fondo tétrico, detrás de la cama revuelta de Azelaís, se animaba como un tapiz ilusorio por cuya hojarasca negra y bermeja corrían los sátiros cornudos; los esciapodios que no poseen más que una pata velocísima, la cual les sirve de quitasol; los hipopodios de los desiertos escitas; los cinocéfalos indios, perros-hombres a cuya estirpe dicen que perteneció San Cristóbal; los etíopes de cuatro ojos; los grifos, los basiliscos, las sirenas, los centauros; las leucrocotas, asnos con cabeza de tejón, que simulan la suave voz humana, aunque cuentan con un único hueso continuo en lugar de dientes; los panotii, de orejas desmesuradas; las mantícoras, con tres filas dentales, hombres y leones, raudas como pájaros, con timbres de flauta; las quimeras de tres rostros...".

Gabriel Cusac

3 comentarios:

Jony dijo...

Siendo salvajes o no , los verdes musgos de la sierra de Bejar ,volveran a cubrir en eucaristía a esos personajes bejaranies, que se prestan voluntariamente al particular evento.
A día de hoy y estando un poco lejos de la ciudad estrecha, me pregunto algunas cosas...
Que hay que hacer para poder ser un Elegido del verde Traje?
Debo poseer cierto apellido o influencia para ser portador del mismo..?
O quizá debo realizar algún tipo de prueba específica para ser apto como MusgoMan.....?
Saludos Cusac
Oye....? Pagan bien....?

Jony dijo...

Siendo salvajes o no , los verdes musgos de la sierra de Bejar ,volveran a cubrir en eucaristía a esos personajes bejaranies, que se prestan voluntariamente al particular evento.
A día de hoy y estando un poco lejos de la ciudad estrecha, me pregunto algunas cosas...
Que hay que hacer para poder ser un Elegido del verde Traje?
Debo poseer cierto apellido o influencia para ser portador del mismo..?
O quizá debo realizar algún tipo de prueba específica para ser apto como MusgoMan.....?
Saludos Cusac
Oye....? Pagan bien....?

Gabriel Cusac dijo...

No pagan, es voluntario, no hace falta pertenecer a la nobleza ni tener apellidos compuestos, no hay pruebas de acceso. Y hay una lista de espera tremenda.
De todas formas, no te veo acompañando a los ídolos y rindiendo la bandera de Béjar en El Salvador. Serías cómplice de una impostura.
Un abrazo.