25 de enero de 2014

Retirado el libro del plagiario Raúl Martín



















César Morán y  Manuel Moreno Blanco, dos de los autores plagiados por Raúl Martín


Las evidencias de plagio en "Mitos, leyendas e historias prodigiosas de la tradición salmantina" se han multiplicado. No solo ocurrió con las "Viejas leyendas bejaranas" de quien fuera Cronista Oficial de Béjar, Gabriel E. Rodríguez Bruno. Raúl Martín también se ha apropiado de textos de García Maceira, Manuel Moreno Blanco, Ramón Grande del Brío y César Morán. Y esto, que sepamos hasta el momento. Me cuenta Roberto Domínguez Blanca que ha descubierto otro caso, aunque quiere cerciorarse absolutamente antes de sacarlo a la luz. Todo parece indicar que el trabajo de campo del "folclorista" Raúl Martín ha sido inexistente, y que sus fuentes orales se han reducido al saludo al bibliotecario.
Pero el plagio torpe, raudo y descarado de Raúl Martín tiene otro peligros. A la vileza del robo literario se suma el daño de la distorsión de las tradiciones, lo que podríamos llamar el antifolclore. Ya expuse, en una entrada anterior, el ejemplo de cómo "El tesoro" de Rodríguez Bruno quedaba grotescamente desfigurado en "El Regajo de los Moros" del copista (copista, y malo). No sabemos el alcance de tales distorsiones, y hasta qué punto la pluma combada de Raúl Martín ha incurrido en semejantes atentados a la cultura, porque haría falta otro libro para desvelar el catálogo de tropelías cometidas en sus mitos y leyendas a la remanguillé. Sospecho, por añadidura, que, dada su falta de escrúpulos, a veces recurre a la invención, verbigracia en su relato sobre el bejarano Tranco del Diablo, donde también se aprecia alguna que otra metedura de pata en sus reseñas históricas. Porque habitando la ciudad estrecha desde hace unos treinta años, y con varias lecturas encima sobre temas locales, la satánica leyenda de Raúl Martín me supuso novedad. O quizá (porque no me cuadra un esfuerzo, siquiera de imaginación, en el susodicho) las búsquedas internaúticas le hayan proporcionado el esqueleto -y puede que hasta la carne- del cuento, dada la cantidad de trancos, saltos, pasos y quebradas del diablo que puedan existir en el mundo mundial. Claro, que siempre se puede recurrir a la coartada: dicen los más mayores del lugar...
La Diputación ha retirado el libro que ha manchado el sello del Instituto de las Identidades, donde se han publicado títulos valiosísimos sobre nuestro patrimonio etnográfico. Es una buena noticia, pero insuficiente. Por ningún lado se entiende que esta retirada sea calificada de "preventiva", no de definitiva, cuando las pruebas del plagio son tan diáfanas. Suena a pasar de puntillas sobre el tema.  Pero, ante todo, para evitar la repetición de sucesos de este cariz, el Instituto de las Identidades debe dotarse de un consejo editorial -del que hoy carece-, directamente responsable de verificar la autenticidad y la calidad de los originales a publicar.
También sería deseable que Raúl Martín realizara públicamente una declaración admitiendo su festival de plagios. Por Rodríguez Bruno, por Maceira, por Moreno Blanco, por Grande del Brío, por el Padre Morán, por los autores que de momento no están en la lista. Por los lectores. Por el Instituto de las Identidades. Por ti mismo, Raúl. El reconocimiento de la infamia es el primer paso para no ser un eterno prisionero de ella.

Gabriel Cusac

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Ante la magnitud del plagio llevado a cabo por este señor, sólo le quedan dos salidas. Reconocer la copia sistemática de obras ajenas y disculparse públicamente. Cosa que parece harto difícil que la lleve a cabo. Y la más probable de esconder la cabeza debajo del ala y capear el temporal. Eso si habiendo perdido para los restos todo atisbo de credibilidad.
Títiro.

Gabriel Cusac dijo...

Totalmente de acuerdo, Titiro.

Ccasconm dijo...

Es alucinante que la Instituto de las Identidades se haya dejado colar este plagio descarado y que no disponga de un consejo editorial, asunto éste importante y que deberían solventar en breve. Pensé, ilusa de mí, que el señor Raúl Martín se había limitado a copiar, pero, si como dices, distorsiona las leyendas y los relatos populares, el asunto podía haber sido más complejo si el libro se hubiera mantenido en las librerías, bibliotecas, estanterías y cabezas de los lectores porque hubiera dado lugar a distorsiones de la propia tradición, cuyo efecto es idéntico, para la memoria colectiva, que el realizado por una apisonadora.
Un saludete

Gabriel Cusac dijo...

Exacto, Carmen, el peligro más grande es el de la manipulación, aunque sea inconsciente (aunque a veces es interesada, por motivos religiosos, ideológicos...). Cuántas aportaciones particulares habrán moldeado cualquier leyenda original. Y cuánta leyenda habrá nacido como invención publicista. Pienso ahora en las profanaciones y asesinatos de niños atribuidos a los judíos, o en nuestros propios Hombres de Musgo.
Pero hoy, en el XXI, tarde o temprano asuntos como el protagonizado por Raúl Martín acaban desvelándose sí o sí.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Lo de inventarse cositas yo también lo sospeché cuando lo leí. Muy burdo todo. Ya he dejado constancia en la otra entrada que una leyenda sobre mi pueblo no se de donde ha salido.

Gabriel Cusac dijo...

Pues del pueblo...casi seguro que no. Qué falta hace una declaración pública de Raúl Martín citando sus "fuentes".

Mamen Santiso(nieta de Gabriel E. Rodríguez Bruno. dijo...

En youtube existe un vídeo del señorito Raúl Martín hablando de "su libro".Y deja muy recalcado que "sus leyendas " se las han contado los más ancianos de cada pueblo!!!! ¿se puede ser más sinvergúenza que él?
Mamen Santiso.

Gabriel Cusac dijo...

Es lo que decía en la primera entrada del asunto: se las daba de "recuperador de tradiciones". Hay que tener el rostro de pedernal, Mamen.

Anónimo dijo...

Acabo de leerme 'En el serano, leyendas de la Gudina' de Moreno Blanco y no salgo de mi asombro. No es solo que plagie descaradamente todo el libro si no que el autodenominado "periodista" presente como una investigación etnográfica lo que no es. Es un libro de FICCIÓN, contemporáneo. No es una recuperación de la tradición de esos pueblos, son mitografías basadas en lugares reales pero donde el autor deja volar su imaginación. El libro de Moreno Blanco no lo oculta. Hay otros de él que sí son de pura recopilación de folklore, pero este, que el tipo ha canibalizado completamente, es de ficción literaria. Es alucinante la falta de vergüenza y profesionalidad de Raul Martin.

Gabriel Cusac dijo...

Suma y sigue. Gracias por tu comentario.