1 de febrero de 2014

Una interpretación de los petroglifos de Fuente Santa (Medinilla) a cargo de Francisco Javier Ceballos Alba

La inscripción en imágenes del libro "Fuente Santa. Estudio histórico-antropológico"

Un amigo, Francisco Javier Ceballos, es el autor de un trabajo monográfico inédito sobre los petroglifos de la ermita de Fuente Santa: un único signo, en realidad, que se presenta por cuadruplicado y alternando su posición (arriba/abajo) en un bloque de granito de la fuente. Otro misterio más de un lugar encantado.
Tomás Aguilera y yo, en el estudio histórico-antropológico dedicado a la ermita abulense y publicado por el Centro de Estudios Bejaranos en 2010, manejamos varias opciones interpretativas, aunque partiendo de la premisa de que los signos nada tienen que ver con la escritura ibérica, criterio distinto al de F. J. Ceballos. No podemos estar de acuerdo, por tanto, con sus conclusiones; pero respetamos esta nueva opinión, entre otras cosas porque -a diferencia de la mayoría de estudiosos que han abordado el tema- Ceballos "se lo ha currado", como demuestra el medio centenar de títulos citados en su monografía.
Con permiso del autor, y muy gustosamente, se ofrece en este espacio un extracto de su trabajo.

Posible interpretación de los petroglifos de la ermita de Fuente Santa en Medinilla (Ávila), Francisco Javier Ceballos Alba
  
La inscripción se encuentra en el frontis de la fuente que hay en dicha ermita, fontana que proviene de un manantial existente debajo del camarín de la Virgen. Consta de cuatro grabados en piedra que se alternan posicionalmente. Aunque, según el criterio de los investigadores T. Aguilera y G. Cusac, no se puede asegurar que la posición de la piedra no se haya alterado en ningún momento, y además carecemos del conocimiento de que su ubicación sea la original. También es probable que en su origen fuese la propia roca el betilo objeto de veneración, como representación anicónica de la deidad, ya que los pueblos celtas no representaban a sus dioses de manera antropomorfa, siendo éste el motivo por el que el arte celta es muy rico en temáticas geométricas. Conviene aquí citar a Pausanias en su Descripción de Grecia: "...Si retrocedemos más aún en el tiempo, vemos que todos los griegos rendían honores divinos, no ya a estatuas, sino a piedras sin labrar". El fin de tener inscrito el nombre de la deidad era el de evocarla por su denominación. Según sostiene L. Hernández Guerra, "ésta ha sido la característica común de la oración y de la magia. Si se sabía el nombre del dios, puedes hacer que te escuche, pero lo difícil era asegurarse de que el dios al que uno se acercaba era invocado con el nombre correcto". Aunque a priori los únicos que podrían interpretar la escritura serían las clases dominantes y/o castas sacerdotales. Pero, en detrimento de esta última afirmación, debo aludir a Julio César cuando comenta que los celtas hispanos se parecen a los germanos por la inexistencia de druidas: "...neque druides habent...".
Las dimensiones de la piedra son aproximadamente de unos 50 cms. de longitud por 20 cms. de altura. Los cuatro signos poseen la forma de una "E", llevando añadido un pequeño círculo similar a una "O" hacia la mitad del trazo de mayor longitud, alternando su posición hacia arriba y hacia abajo.
Para J. Muñoz y A. García, los caracteres se corresponderían con el alfabeto íbero, mientras que T. Aguilera y G. Cusac descartan que se trate de dicha grafía. Estoy de acuerdo en que dichos signos, aunque guardan similitud con algunos de la escritura íbera, no se corresponden exactamente con ellos. Ahora bien, si tomamos cada parte del signo individualmente, sí que coincidirían con dos sílabas pertenecientes al alfabeto ibérico oriental, según el descifrado de M. Gómez Moreno. La marca "E" que se encuentra tumbada sobre el trazo más largo se correspondería con los fonemas "TO" o "DO", mientras que la marca "O" tendría su correspondencia con los fonemas "GU" o "KU". De ahí que de derecha a izquierda, de arriba a abajo y viceversa se obtienen las formas TOGU o TOKU. 
Y aquí ya sí que poseemos el radical de un teónimo (TOG.../TOK...) del cual existen diversas evidencias epigráficas. Se trata de una deidad que ha aparecido en inscripciones localizadas en su mayor parte en territorio claramente vettón, con algunas excepciones descubiertas en las zonas lusitana y celtíbera. En opinión de J. C. Olivares Pedreño, "no se puede asegurar que el culto a esta deidad alcanzara de manera intensa otras áreas fuera del ámbito vettón, pues los escasos epígrafes que aparecen pueden haber sido realizados por inmigrantes".
TOGA fue una divinidad vettona, introducida entre los lusitanos de la misma manera que algunas esculturas zoomorfas típicas de los vettones, conocidas genéricamente como "verracos". A TOGA se le rendía culto en Valverde del Fresno y en San Martín de Trevejo. En Martiago, provincia de Salamanca, apareció un ara dedicada a TOGA, como también en San Vicente de Alcántara. En una inscripción de Talavera de la Reina surgió el teónimo TOGOTI en un hallazgo en el monte de San Vicente, que fue identificado por A. Schulten con el Mons Veneris, lugar desde el cual iniciaba Viriato sus campañas contra los romanos. En Ávila se halló la inscripción "deo TO(...)". Según Sánchez Paredes, en Torremenga (Cáceres), se localizó grabada la forma TOCAE. En el magnífico bronce de Botorrita I, ya en zona celtíbera, aparece citada la divinidad TOKOITOS, que en opinión de J.M. Blázquez "se corresponde con distintos antropónimos y teónimos". En Portalegre (Portugal) encontramos la inscripción TOGAE ALMAE SACRUM, por una liberta llamada Nouela. El epígrafe TONGOE NABIAGOI se haya ubicado en Braga, también en Portugal, en la Fuente del Genio. Como explica Olivares Pedreño, es éste el único ejemplo de paredría, en este caso con la diosa NABIA existente en la Península Ibérica. TONGOBRIGA, en Marco de Canaveses (Portugal), sería un topónimo de la divinidad TONGOE, que debió ser el protector de dicha población.
La deidad encontrada en Braga, TONGOENAVIAGUS, era para los celtas lusitanos el dios de la fuente de los juramentos. De acuerdo con J. M. Blázquez, "el elemento TONGOE  se relaciona con el antiguo irlandés tongid-, jurar. TONGOENAVIAECOS significaría el dios del río o fuente por el que se jura. Y si se vincula con formas de base TOK- de Botorrita I, se consideraría un dios que garantiza los pactos (...) El teónimo cuyo radical es el indoeuropeo tong-/tenk- con significado de juramento, es frecuente en antropónimos lusitanos."
Obtendríamos ya aquí un atributo que señalaría a esta deidad como garante en los juramentos, pactos y/o contratos. Aunque también J. M. Blázquez sostiene que TOGA es una diosa indígena semejante a Victoria, divinidad romana protectora del ejército equivalente de la Niké griega, a la que se representaba con alas y portando un ramo de palma.
  


Gabriel Cusac




3 comentarios:

Gabriel Cusac dijo...

Me escribe Tomás Aguilera para decirme que hace unos días ha localizado el mismo signo en un museo arqueológico. Pronto tendremos más noticias.

Anónimo dijo...

A vueltas con el signo. Una cosa tan simple y a la vez tan enigmática.
Títiro.

Gabriel Cusac dijo...

Y a mí que me encanta... ¡Qué gratificante es enredarnos en estas paganías!
Un saludo, titiro.