12 de noviembre de 2015

Cómo he sobrellevado la crisis, refrán a refrán


El avaro, Lajos Bruck

No hay tal compañero como el dinero. Hasta sabios parecíamos por tenerlo. Eran tiempos de vacas gordas,  la gente ataba los perros con longanizas y ellos no mordían la mano que les daba de comer. Creímos que todo el monte era orégano. Pero fíate de la Virgen y no corras: de golpe y porrazo, pintó en bastos y nos vinieron mal dadas, quizá porque dejamos escapar el pájaro que teníamos en la mano por fijarnos en los cien que volaban, y olvidamos que el ahorro es la mejor renta. Fueron nuestros dineros como los del sacristán, que cantando se vienen y cantando se van.
Menos mal que cambiaron las tornas cuando ya andábamos a dos velas. Este mi pueblo de todo tién: regidores y hombres de bien, y como a todos los tontos se les aparece la Virgen, tuvimos la suerte de que a mi padre, a falta de hombres buenos, le hicieron alcalde, y aún hoy calienta la poltrona. Como tres españoles son cuatro opiniones y aquí el parlamento es charlamento, mi padre ha hecho de su capa un sayo. Dio a Gil la vara de alguacil; nombró concejal de cultura al maestro Ciruela, que no sabía leer y puso escuela; y concejal de sanidad al hijo del doctor Galeno, quien ponía bueno al que no estaba malo. Echa a la albarda la culpa del asno. Aramos, dice a los funcionarios. Se ha hermanado con el alcalde de Monterilla. También se ha hecho muy religioso, porque barriga llena, a Dios alaba. Aunque, en contrapartida, ayuna después de harto; a Dios ruega mientras que con al mazo da, y cuanto más le ruegan a él, más se ensancha; del mismo modo regala a la Virgen salves y a los Cristos credos, pero los cuartos los deja quedos. En resumidas cuentas: ahí tienen a mi padre, ayer vaquero y hoy caballero.
Quien tiene padrino se bautiza, pero más vale padre que padrino, y, por lo que a mí me toca, me dio el cargo de consejero. ¡Qué verdad es esta: amor de padre, que todo lo demás es aire! Ya se sabe que en arca abierta, el justo peca; que la caridad empieza por uno mismo; que a nadie le amarga un dulce y que en España, el que apaña, apaña. O sea, que no dejo para mañana lo que puedo robar hoy. Ya tengo un Potosí. De rico a soberbio no hay un palmo entero, y cuando alguien me viene contando sus problemas, le suelto: ¡Más se perdió en Cuba!
Quien quiera, que se aplique el cuento.

Gabriel Cusac

4 comentarios:

Anónimo dijo...

maravilloso, como siempre... Pepa

Gabriel Cusac dijo...

Gracias, Pepa. Un abrazo

Anónimo dijo...

Alegra ver que las musas vuelven a visitar al cronista más interesante de la ciudad estrecha, después de "tanto" tiempo de escasez. Una magnífica "liaçon" de refranes,que nunca mejor dicho ,vienen al pelo. Nunca había leído una acumulación tal, de lo que sea, y que el texto cobre tanto sentido. Enhorabuena amanuense me ha encantado.
Títiro.

Gabriel Cusac dijo...

¡Ah, las musas! Cada vez me enrollo menos con ellas; se ve que me estoy volviendo muy arisco. Me alegro de tu comentario y de tu visita. Hasta pronto.