19 de junio de 2016

Cuatro esquinitas tiene mi cama, cuatro angelitos guardan mi alma: Rajoy, Iglesias, Sánchez y Rivera



Imagen tomada de catalunyapress.es



Mariano Rajoy, a la diestra de la cabecera, es el más tranquilo. Como no tiene perfil bajo, sino profundo, y destaca por su indolencia, le llamo el cojonazos. Y tanto. Cada noche, desde la almohada, veo como le cuelgan por debajo de la bata azulona, grandes y cuadrados, cubriendo el pomo. Está siempre leyendo el Marca. Cuando tengo una pesadilla, me despierta diciéndome: “Gabriel, sé fuerte”, o “Eres español y mucho español”. Es muy molesto, porque no deja de soltar follas con olor a huevo podrido. Me intenta arrullar enumerándome alineaciones de equipos de primera.
Pablo Iglesias, a la siniestra de la cabecera, es el más díscolo. A veces nos despierta a todos en mitad de la noche rapeando por Los chikos del maíz. Se ejercita con dos mancuernas. En una pone Comunismo y en otra Socialdemocracia; las levanta alternativamente, primero una y luego otra, pero nunca puede alzarlas a la vez. Le asoma un rabo con punta triangular por debajo de la bata morada, y me intenta arrullar tortuosamente con citas de Gramsci y Chomsky.
Pedro Sánchez, inquilino del ángulo inferior izquierdo, lleva una rosa en la mano, pero está ajada. Su bata, tal la sotana del Licenciado Cabra, es prodigiosa, porque tiene un color indefinido. Cuando cree que todos estamos dormidos, juega con una muñequita. La pincha con un alfiler mientras repite: “¡Toma, Susana, toma!”. Últimamente se acerca Iglesias a su esquina, con la mano tendida, y Sánchez le propina un corte de mangas. Se cruzan entonces guiños de complicidad Rivera y Rajoy. Pedro me intenta arrullar cantando la Internacional, pero le entra la risa tonta y nunca puede acabarla.
Albert Rivera ocupa el ángulo inferior derecho, muy a su pesar. Digo esto porque cada dos por tres se mete en la cama, diciendo que él es el centro, y tengo que echarle a patadas. Su bata naranja tiene el logo del Banco Sabadell; en ocasiones se la quita y, todo despelotado, les pregunta a los otros ángeles: “¿A que soy bonito?”. Habla en sueños, y suele repetir mucho las palabras Venezuela y Libertas. Me intenta arrullar recitándome las últimas cotizaciones del IBEX 35.
Me tienen harto. Quizá sería mejor estar rodeado de angelitas. Que vengan a habitar las cuatro esquinitas de mi cama Arantza Quiroga, la retro de Irún; Rita Maestre, la profanadora cañón; Guacimara Medina, la guanche salvaje; Inés Arrimadas, la política Disney. Que vengan, y que luego pase lo que Dios quiera.

Gabriel Cusac


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