29 de abril de 2018

Lilith, la imborrable, y otros detalles de un sábado extraño


En La Autóctona, hojeando Elsewhere (foto: Juan Carlos Pérez Hernández)

 
Podéis creerme o no. Esto fue lo que pasó.
Un buen amigo y yo paseábamos ayer por Mogarraz después de realizar el Camino del agua, bellísimo como tantas otras rutas senderistas de la Sierra de Francia. Además del placer, siempre terapéutico, de andar entre los bosques, tenía interés en localizar algunos escenarios de la gavilla de leyendas contadas en Mogarreño dapié⧫. Precisamente esta obra formaba parte del catálogo presente a las puertas de Tu librería de siempre, onírico establecimiento, cajón de sastre  o cueva del tesoro  donde libros y antigüedades se apelmazan en un totum revolutum fascinante. Pero en el expositor había otro libro sin duda destinado para mí: Elsewhere, de William Peter Blatty. No tenía ninguna referencia del mismo. Hojeándolo, pensé: “demasiados diálogos”. Mala señal, pero no concluyente, porque también otros terrores literarios como  La maldición de Hill House, La casa infernal o El bebé de Rosemary, siendo excelentes, están construidos básicamente por diálogos. En todo caso, la combinación de Peter Blatty, temática de casas encantadas y buen precio hacía del volumen un cebo irresistible. Se lo compré a Venancio, el librero/anticuario, con la satisfacción del coleccionista que ha encontrado un hallazgo, aunque, sinceramente, también con cierta vergüenza íntima por desconocer este título (presumo de ser un buen experto del género de terror). El mismo Venancio nos recomendó visitar una taberna del pueblo llamada La Autóctona, un garito curioso (aunque menos que el suyo, por supuesto).
La taberna  La Autóctona, sin barra, con dos mínimos comedores en el piso superior -al que se accede por unas escaleras un tanto arriscadas- es más bien un bistró cuya cuidada rusticidad contrasta con las delicatessen anunciadas en carta. Colores claros, madera, ambiente cálido. Una casa serrana tuneada, en definitiva, cuya originalidad sorprende al viajero. Sonaba música antigua,  recuerdo La Conga Blicoti de Joséphine Baker y el Cucurrucucú Paloma. Una tabernera amable. Café con leche para Juan Carlos y vermut rojo Yzaguirre para mí.
Juan Carlos se dedica a echar fotos con su inseparable Nikon mientras vuelvo a hojear Elsewhere, hasta que cojo el móvil para enviar un wasap a Lola, mi esposa. Quiero comentarle lo curioso del sitio. No llego siquiera a tocar el teclado cuando se activa la escritura predictiva y surge una palabra escalofriante: Lilith. Un nombre lo suficientemente raro como para figurar en el vocabulario del teléfono. Cabe pensar que haya sido yo mismo quien lo haya incluido anteriormente en el diccionario; no lo recuerdo, y en todo caso lo habría hecho con la grafía más sencilla, suprimiendo la h final: Lilit. Pero vamos a suponer que me equivoque. Lo grave es que la tecla de corrección no obedecía. Intenté escribir otras cosas, las líneas azules se extendían por la pantalla…sin que llegase a tocarla, manteniendo mi dedo aproximadamente a un centímetro de ella. Quizá esto lo explique la electricidad estática, de acuerdo: un hilo conductor invisible. Tecla de corrección de nuevo, y, ahora sí, funcionando, borra todo excepto la palabra Lilith. Así una y otra vez. Lilith permanecía, todo lo demás se borraba. Cualquiera en mi situación pensaría que está recibiendo un mensaje, aunque no alcance a comprender su significado. 

La Reina de la Noche, tablilla en terracota (placa Burney), Museo Británico

Solo cuando salimos de La Autóctona el teléfono volvió a funcionar correctamente.
Camino de  Béjar escuchamos el Bolero de Ravel en el coche. Por la noche, viendo la película La higuera de los bastardos, volví a escucharlo, porque forma parte de su banda sonora. Coincidiréis en que escuchar el Bolero de Ravel dos veces el mismo día es una casualidad notable.
Luego he soñado, en color,  con una cofradía de locos que recorría las calles de Mogarraz en la alborada. Cantaban, bailaban, querían despertar a todo el mundo con su baraúnda. Había disparidad de sexos y edades; eran muchos, más de una veintena. No parecían locos, pero yo sabía que lo eran. Pasaban a mi lado, sin mirarme.
Este sábado ha sido un día extraño, de esos que reavivan el pensamiento mágico. Pero no descifro el mensaje.  



Este libro merece una pequeña digresión. Admirablemente, el investigador Ramón Hernández Martín se encargó en Mogarreño dapié de recuperar, corregir y publicar los textos inéditos de su paisano Eufemio Puerto Cascón (1907-1998), aflorando un verdadero tesoro del folclore salmantino que solo queda desvirtuado por el exceso de aportaciones propias en el intento de dar cuerpo literario a las leyendas, que forman la parte más interesante del volumen. Un error excusable y repetido hasta la saciedad en la erudición local, pero que contamina el relato auténtico, disfrazándolo y entorpeciendo la labor etnológica. En Mogarreño dapié, entre otras obras, también se fijó el plagiario Raúl Martín para sus Mitos, leyendas e historias prodigiosas de la tradición salmantina.

Gabriel Cusac

8 comentarios:

Ainhoa dijo...

Una historia que tiene de todo Cusac, no se si desearte que sigan pasándote este tipo de aventuras o no. Un abrazo y buena semana.

Gabriel Cusac dijo...

Pues yo tampoco lo sé, Ainhoa, estoy desconcertado. Un abrazo.

NOSFERATU dijo...

Y eso que no lleve la bota vino llena de Caperucita tinta , Entonces si que hubièramos experimentado fenòmenos paranormales , hasta los rostros pintados en las fachadas nos hubieran increpado , sobre todo ese que se parecìa al Ibarretxe . Pd , lo que no nos pase , ¡ andamos muuu perdidos ! .










Gabriel Cusac dijo...

Si hay vino, ya nos sacrifican oscuros sacerdotes o sacerdotisas de Lilith. Y tú con ese alias, anda que...

Ccasconm dijo...

Me da que parte de esta aventura la construyó tu mente mientras recorrías las calles misteriosas de Mogarraz con toda su parafernalia de almas en pena. Lilith, ¿quién sabe? La mujer por antonomasia, la femme fatale temida por el universo masculino, persiguiéndote por medio de una aparición intimidatoria a través de las líneas invisibles del teléfono móvil y de las apps intrusas del software... Da mucho juego el tema. ¿Qué le habrás hecho a la diosa femenina? Quizá nada, quizá te busque para jugar contigo o para susurrarte palabras al oído en tus sueños...
Por cierto, te recomiendo la lectura de "Lilith: evolución histórica de un arquetipo femenino", de Manuel Antonio Marcos Casquero.
Saludos

Gabriel Cusac dijo...

Todo, todo parece indicar que el Cusac, tan dado a tenebrosidades, ha fabulado esta historia, poco creíble entre otras cosas. Pero prometo solemnemente que el Cusac -quien además cuenta con un testigo- no se ha inventado ni una línea, porque hace tiempo que le abandonaron las musas. O quizá, por eso mismo, Lilith ha decidido tomar cartas en el asunto, y le cita radicalmente de esta manera para que despierte de su ensimismamiento o pasotismo. Generosa providencia que el buen Cusac agradece desde ya (por si acaso), declarándose devoto liliano.
El Cusac procurará leer el libro recomendado, y te manda un abrazo.

juan de la cruz471 dijo...

Ayudas a la interpretación;
a) es que si el Bolero de Ravel hace algo es que REPITE, más que el ajo. Si se te enganchó la melodía (cosa harto probable) ya tuviste una noche bastante agitada (y en bucle).
b)Sobre las caras silenciosas de Mogarraz, ¿no serán los retratos de las fotos del año 68, que hizo el pintor Florencio Maíllo y que deben seguir colgados en las paredes?
C) lo del móvil indomable es cosa de la edad; mi madre no ha sido capaz de pedir cita en la declaración de la renta porque no puede seguir la instrucción: marque el 1.

Gabriel Cusac dijo...

Juan de la Cruz dixit.