30 de enero de 2011

He perdido una excusa
















Dani acaba de cumplir diez años; Lucía cumplirá pronto tres. Ellos protagonizarán el futuro, son el futuro. Pero el futuro se fabrica en el presente. Y se lo hemos puesto muy difícil.
Yo antes tenía una excusa; la tenía mucha gente, en realidad. Esa excusa se llamaba incultura y desinformación. A ellas achacábamos las guerras, el hambre, la injusticia, las desigualdades sociales. Porque la incultura y la desinformación hacían manipulables a las masas, ¿os suena?. Ahora no puedo recurrir a esta excusa. Cualquier adolescente del mundo occidental ya ha leído más que un erudito del Renacimiento, cuando un libro era un tesoro de difícil adquisición. La información y la cultura han dejado de ser patrimonio de una élite; ya no vivimos aislados, pegados al terruño, ignorantes de lo que pasa fuera de nuestro particular reducto mísero e infranqueable. Internet, por ejemplo, nos avanza el problema contrario: el exceso de datos. Tenemos tantos que es precisa la selección.
Y, sin embargo, pequeños, os estamos dejando un mundo penoso. Dani, Lucía, niños del mundo: me averguenzo de pertenecer a una generación inmensamente cobarde. Nos sobra la información, pero nos falta el valor. No pensamos en la triste herencia que os vamos a legar, no pensamos en vosotros. Y asistimos, inmóviles, a esta horrible farsa de la democracia fantasma. Esto significa que la selecta minoría de los grandes capitales, un puñado de hombres en el mundo, los riquísimos, han convertido la política en un festival de títeres a su servicio. Ya no hay ideologías, se cuenta: hay mercados. Mercados manejados por los riquísimos, debería añadirse. Hablando más claro, podríamos decir: da igual lo que votes, idiota. Nosotros, los de mi generación, sabemos que vivimos bajo una gran mentira. Pero no movemos un dedo para cambiar las cosas. Somos inmensamente cobardes.
Lo siento, pequeños. Ójala vosotros seáis más valientes. Ójala vosotros penséis en dejar un mundo mejor para vuestros hijos.

Gabriel Cusac

4 comentarios:

RAI.MUNDO dijo...

Te vas a reir,pero para quitarme de encima esta sensación de vivir en una realidad virtual paralela al devenir del resto del planeta,estoy releyendo a Platón y a Aristóteles :¡ Bienaventurados aquellos griegos , ingenuos y honrados !

Gabriel Cusac dijo...

Qué me voy a reir. Leer a Platón y Aristóteles es infinitamente más agradable que contemplar esa foto histórica, la del pacto social, donde los protagonistas (ese puñado de "demócratas" que nunca tendrán problemas para llegar a fin de mes) se recataron para no salir dándonos cortes de mangas o haciéndonos un calvo. Y ya has visto qué lejos de la realidad están mis lecturas favoritas.
Gracias por visitar este islote, Rai.

Jony dijo...

preciosa entrada Gabi,
La verdad que frecuentemente pienso en el grisáceo panorama que estamos dejando a los que vienen atrás..
-por desgracia el futuro no cambiará mucho..
Si tengo muy claro que al pasar largos periodos fuera de mi gente , disfruto el doble con ellos cuando estoy a su lado, porque sé que pronto volveré a estar sin su presencia..
Vivamos el presente lo mas felices que podamos hermano...
UN ABRAZO

Gabriel Cusac dijo...

Nuestra gente nos da la vida, Jony.
Un abrazo.