27 de julio de 2012

Pregón de las fiestas de Béjar 2012 (futurible)



Quizás lo más justo, en materia de esta literatura efímera y mercenaria llamada pregón, fuera el concurso previo. O quizá no, pero como de todas formas suele ocurrir exactamente lo contrario, he decidido actuar con previsión, dado lo meridiano de mi notoriedad y mis reconocidas dotes apologéticas, siempre al servicio del poder, sea cual sea, lo que asegura el tono patriótico y la corrección del discurso. Estando ya cercanas las fiestas de la ciudad estrecha, y perfilándome, pues, como un futurible pregonero, he decidido preparar este futurible pregón. Se lo crean o no, me han ayudado semejantes monstruos: Maupassant, Mujica Lainez, Hans Lebert, Poe, Apollinaire, George Sand, Alonso de Contreras, André Gide y Rabelais. Ahí es nada.

[Desde el balcón del Ayuntamiento, como mandan los cánones. La Plaza Mayor a rebosar; me siento un caudillo. Visto el chándal olímpico del equipo español bajo una pañosa prestada, aunando simbólicamente el amor por la patria chica y por la grande. Al compartir el balcón con los políticos, les recuerdo aquello que contaba Aristófanes de Cleón, quien abandonó la cosa pública para vender morcillas en la playa, enfundado en una túnica verde. Luego extiendo los brazos, para silenciar al populacho, que empero me ovaciona con estruendo. Reparto besos y me golpeo el pecho con el puño antes de comenzar].

¡Bejaranos!:
¡Es cierto! ¡Estoy nervioso! ¡Pero siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso! ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? Casi todo el mundo -y, sobre todo, la persona inteligente- tiene algún tornillo suelto en la cabeza; es decir, dadas ciertas circunstancias y constelaciones, su inteligencia puede convertirse en la más increible idiotez. Pero debéis confiar en mí. Engullendo migajas de pan y escuchando las palabras de los grandes hombres, he llegado a ser muy ilustre entre los míos, y quienes me eligieron en circunstancias graves, igualmente me confiaron la misión de elaborar un pregón aceptable. También llevo conmigo fotografías obscenas y cohetes voladores; en los momentos más graves de mi discurso procuraré distraer con ello al público. Me atrevo, pues, señoras y señores, a esperar un poco de atención. Aquí va, y ello va seco y sin llover, como Dios lo crió y como a mí se me alcanza, sin retóricas ni discreterías, no más que al hecho de la verdad.
Yo soy, como todos sabéis, un localista convencido, un chovinista de ley, un bejaranista de agárrate y no te menées [entra cohete volador y póster de Ana Rosa Quintana]. El odio, la envidia, el orgullo, son nítidos, radiantes, y, por ende, susceptibles de dilucidaciones que no admiten discusión: el bejaranismo no. En la estructura del bejaranismo intervienen elementos imposibles de aclarar, que la política contribuye a hacer más turbios, y que responden, supongo, a la ideal imagen de su patria que el bejarano compone, borrando lo que no corresponde a su idealismo pasional, e improvisando de la nada lo que su imagen necesita para existir. Pues bien, esta reflexión me importa tres cojones, y yo alzo impunemente mi grito al viento: ¡Viva! ¡Viva Béjar! ¡La de las cinco abejas! ¡Hermosa y laboriosa, industrial ciudad! ¡Amigos míos, hay que ser eclécticos y epicúreos! ¡Elegid lo bueno y rechazad lo malo [cohete y póster de Quico Matamoros]!
Sin embargo, debo preveniros. Mirad, una ráfaga de viento, negra de humedad, negra de tierra empapada, negra como vestida de luto por mareas de copas de castaños en contínuo movimiento oscilante, una ráfaga de viento, digo, se ha estrellado contra el muro de El Salvador, se alza junto a la torre hincada en el deshielo celestial, se alza junto a la superficie del tejado hasta llegar a la cumbrera, y ahí se voltea, al grito de: !Réquiem! ¡Ah, el viejo follanubes nos avisa! ¡Él sabe en qué consiste la trinidad canallesca: la estupidez, la cobardía y la falta de escrúpulos [cohete y póster de Belén Esteban].
Bejaranos, podría, para daros las gracias por vuestra paciencia, emplear palabras más gustosas que nuestro célebre calderillo y más ruidosas que nuestros telares supervivientes. Pero estas palabras nunca serían comparables a la magnificencia de la recepción que me habéis preparado. Sé que hay entre vosotros males que puedo aliviar gracias a la ciencia, no solamente la mía, sino la que los sabios han acumulado durante milenios. Traed a los enfermos. Voy a curarlos.
¡Venite apotemus [cohete y póster de Mariano Rajoy con Angela Merkel; me tiro en plancha desde el balcón municipal, como ya soñé una vez, sobre los cálidos brazos de la muchedumbre eufórica ]!

Gabriel Cusac

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde Islandia, muy bueno lo tuyo Gabo.

Lola dijo...

(aplausos)¡VIVA! ¡VIVA! (aplausos)

Gabriel Cusac dijo...

Desde Islandia, joder. Siempre dándome envidia. Cuando vuelvas tenemos que hablar; tengo un problema.
Disfruta todo lo que puedas, "anónimo" trotamundos.

Gabriel Cusac dijo...

¡Viva,lets go!

fotosbrujas dijo...

Sublime¡¡¡

Gabriel Cusac dijo...

¡Cierto!

juan de la cruz471 dijo...

¿De qué manera que sobreviviste a la primera tirada en plancha?
Entiendo que si así fue, se repita: eso de tirarse a algo engancha.

Tirarse a una plancha, tirarse con partenaire a la plancha, enganchados como un san Lorenzo enganchado con una santa Lorenza, dando vueltas entre dulces quemaduras... Paro, que me parece que me estoy inspirando en tu fondo de pantalla del Bosco.