Entrada a la ermita |
Después de la última respuesta de la
Junta de Extremadura, quizá sea el momento de hacer una recapitulación sobre el
último tramo del trompicado proceso -o viacrucis- de quienes perseguimos la
restauración de la ermita del Santo Cristo de Talaván. Quede bien claro, de
partida, que soy portavoz de mí mismo; hablo a título personal.
Creo que lo primero es reconocer los
méritos de la movilización ciudadana y de la Asociación Talaván Historia Viva
como instrumento catalizador de la misma. Nuestros réprobos o ángeles malos, nuestros
queridos monstruitos, deben estar contentos de que todo un pueblo haya
enarbolado la bandera de su defensa. A los talavaniegos, además, nos hemos unido
un buen número de personas que compartimos la misma sensibilidad. Somos un
ejército, hay fuerza, hay ilusión. Entre todos hemos sumado, voluntarios en un
empeño solidario. No esperaban en la Consejería de Cultura ni en la Dirección General
de Bibliotecas, Museos y Patrimonio Cultural el diluvio de mails y llamadas, no
esperaban el colapso. Y ahora deben echarse a temblar cada vez que oigan la
palabra Talaván, que suena a martillo pilón. En paralelo, los miembros de la Asociación
se han multiplicado de manera inaudita. Ha habido que hacer una segunda remesa
de camisetas; ya somos muchos los carteles humanos. Y, por supuesto, la visibilidad
mediática de la causa ha sido espectacular. Creo que se han hecho las cosas muy
bien, y que además se ha completado lo más duro del trabajo.
Ahora el testigo está en manos del
Ayuntamiento. Hace falta, ya, la prometida contratación del técnico encargado
de redactar y firmar la famosa separata del proyecto. Es el siguiente paso,
sencillamente, y confío en que se lleve a cabo con la mayor celeridad. Pero
pienso que no debemos bajar la guardia: lo que nos debe convencer son los
hechos, no las palabras. Mantengámonos alerta.
Vista de la nave |
Por otra parte, cabe considerar la
posibilidad de que nos llevemos un palo brutal; seamos conscientes de que en
cierto modo jugamos una apuesta ciega. Porque nadie conoce la principal
referencia a seguir, el hermético “Proyecto de Rehabilitación Integral del que
dispone la Dirección General”. Porque nadie conoce hasta qué punto este
documento puede condicionar el presupuesto y la ejecución de la obra. Porque,
en realidad, la Junta de Extremadura no ha contestado a una de las preguntas
que le formulábamos: ¿Por qué nunca se ha enviado este proyecto al Ayuntamiento
de Talaván? Parece muy sospechoso que, para su consulta, remitan a las propias
dependencias de la Dirección General. Desde hace unos añitos, los documentos se
elaboran digitalmente, y luego se imprimen. ¿Acaso no puede remitirse una copia
digital? Quizá me pase de desconfiado, quizá mi ignorancia es atrevida. Pero
creo que, después del camino (o la odisea) que llevamos recorrido, hay que estar preparados
para todo. Alerta.
Gabriel Cusac
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