20 de noviembre de 2011

El extraño caso de las endemoniadas de Béjar

Centro Parroquial San Miguel, Béjar (Salamanca, España)



Aunque en este asunto se hace necesario obrar con la máxima cautela, es posible que nos enfrentemos a uno de los casos más espectaculares de posesión diabólica jamás dados en la historia. Por añadidura, al propio fenómeno de posesión debe sumarse todo un cúmulo de circunstancias que multiplican los interrogantes y dan pábulo a elucubraciones más propias del thriller que de la realidad. Sorprende, en este sentido, que un suceso tan extraordinario carezca de la mínima trascendencia mediática; aunque los rumores recorren sin cesar las calles de Béjar, no se ha producido ningún tipo de declaración personal o institucional al respecto, ni la prensa se ha hecho eco de la noticia. Carecemos, por tanto, de cualquier confirmación o desmentido de carácter público sobre los hechos, circunstancia sólo explicable por la propia idiosincrasia de esta pequeña ciudad de provincia, de apenas quince mil habitantes, donde las trabazones del parentesco y la convivencia diaria fuerzan la estrechez de los vínculos y hacen aconsejable la discreción en el tratamiento de un tema tan sensible. Pero aún este motivo se antoja insuficiente para justificar tan eficaz ley del silencio; precisamente uno de los rumores más extendidos aventura, y no sin fundamento, que el caso de las endemoniadas bejaranas puede sacar a la luz los entresijos de una organización secreta, siniestra y poderosa, de la que formarían parte miembros lo bastante influyentes como para imponer una especie de omertá. No podemos asegurarlo. En todo caso, estas líneas, ajenas a cualquier tipo de coacción, quizás contribuyan a despejar el camino de la verdad.
Desde que el Ayuntamiento de Béjar donara los terrenos del antiguo embarcadero de ganado a la Diócesis de Plasencia, la historia del Centro Parroquial de San Miguel es la crónica de un despropósito. Hoy, casi un decenio después, las obras siguen inconclusas y el Centro permanece cerrado, aunque, paradójicamente, el amplio parking que ocupa los dos pisos inferiores de la estructura lleva ya varios años proporcionando generosos beneficios pecuniarios al Obispado. El único servicio que hasta ahora ha trascendido a la feligresía consiste en la cesión de una pequeña sala interior, situada en la planta principal, de la que lleva haciendo uso el grupo local de Adoración Nocturna desde principios del 2009. Dos adoratrices bejaranas -P.C.G., de 61 años, y A.A.R., de 58- son las protagonistas de esta historia.
El Centro se alza precisamente a escasos metros del Cementerio Municipal. Y poco podrían imaginar los operarios del mismo el pavoroso suceso del que serían testigos en la mañana del pasado 7 de noviembre. Esa mañana, abriendo las puertas del camposanto, escucharon unas extrañas voces que parecían provenir de algún patio central. En efecto, las voces surgían de uno de los panteones del Patio 1º de San José. Eran dos voces distintas, de mujer, que parecían salmodiar unas oraciones incomprensibles; cada voz entonaba un cántico distinto -cánticos a veces interrumpidos por gritos estremecedores- y en una lengua diferente, pero ambas resultaban desconocidas para los enterradores. Los cristales opacos de las puertas les impedían ver lo que ocurría dentro de la estancia. Decidieron avisar a la policía local; una vez en presencia de los agentes, se procedió a la apertura del mausoleo. La escena que contemplaron entonces operarios y policías tiene todos los ingredientes de la más terrorífica de las pesadillas.
El interior del panteón había sido transformado en una auténtica capilla satánica. Lienzos oscuros, tras los sepulcros, cubrían las paredes de arriba a abajo, y en un pequeño altar de mármol, flanqueado por dos candeleros de cirios también negros, se presentaban un cáliz apurado y una bandeja llena de hostias. Descolgada del techo a través de cuerdas pendía, aérea y amenazante, una enorme cruz invertida, símbolo por excelencia de la misa negra. Bajo la gran cruz, y frente al altar, estaba pintado en el suelo el otro elemento característico del culto luciferino: el pentáculo de invocaciones. Como bacantes en éxtasis, desnudas, con los ojos en blanco y los brazos alzados en actitud de rendimiento, las endemoniadas daban vueltas a la estancia sin dejar de recitar sus galimatías. P.C.G. y A.A.R. llevaban tatuado el número de la Bestia en la zona inguinal. Parece ser que a día de hoy permanecen ingresadas en un prestigioso hospital psiquiátrico navarro. La glosolalia, la fuerza sobrehumana que demostraron ante los equipos sanitarios -fueron necesarias varias personas para reducirlas- y el fenómeno, rarísimo, de posesión simultánea, sin duda propiciará que este caso figure en los anales de la psiquiatría... Si la ley del silencio no lo impide.
Pero la alucinante historia de las endemoniadas de Béjar trasciende del ámbito clínico. Naturalmente, el lector se preguntará por la insólita ubicación de la capilla satánica, y cómo las endemoniadas lograban el acceso a la misma. La respuesta parece sacada de una novela gótica. En la planta baja del Centro Parroquial existe un cuarto, teóricamente destinado a equipamientos, que permanecía siempre cerrado. Pues bien, las pesquisas policiales han descubierto un túnel subterráneo que comunica dicho cuarto con el panteón. Una obra de envergadura, ya que, en su recorrido, el pasadizo no sólo debe superar la distancia que separa el Centro del Cementerio, sino que además debe atravesar todo el Patio de la Misericordia y el mismo Patio 1º de San José, pues el panteón se sitúa casi en el punto más alejado posible respecto al edificio diocesano. Una infraestructura delicada en su realización y onerosa en su presupuesto, realizada con el máximo secreto, que evidentemente habría resultado imposible ejecutar sin el patrocinio de una gran organización, poderosa quizá no únicamente en el aspecto económico.
El hallazgo del túnel abre unas posibilidades explosivas que cualquier lector puede plantearse. Por prudencia, no las detallaremos aquí, pero todo apunta a que vivimos bajo la amenaza de una secta satánica cuyos medios y ramificaciones adquieren dimensiones inconcebibles.
Y las respuestas no deben demorarse mucho más tiempo.

 
 
 
 

Gabriel Cusac

1 comentario:

juan de la cruz471 dijo...

¿Por qué la más terrorífica de las pesadillas si las tías estaban en bolas? Depende de cómo estuvieran, tus compañeros de empresa podrían haberse alegrado la porra con aquella visión.