Desde Ávila, y por mediación de otro colaborador en la cadena, Juan de la Cruz Mayo, viene la aportación del escritor y bloguero -http://lodemasescosavana.blogspot.com.es/2014/03/un-eslabon-mas-para-la-cadena.html#comment-form- Cristóbal Medina. De manera retórica, Cristóbal se pregunta si existe alguna iconografía similar en el mundo. Y todos sabemos que no. Que el mayor valor de los esgrafiados de la ermita del Santo Cristo no estriba en su mérito artístico, sino precisamente en su singularidad. Cuántas veces habrá que insistir: si lo que queda de la ermita se viene abajo no perderá Talaván. Perderá el mundo, perderemos todos. Mientras tanto, la Junta de Extremadura no mueve un dedo, siquiera para establecer una mínima figura de protección, como sería la de Bien de Interés Cultural. Quizá, en la sensibilidad de los responsables extremeños de Patrimonio, el extraordinario conjunto de esgrafiados de la ermita del Santo Cristo se reduzca a una curiosa manualidad. Quizá sólo vean en los réprobos, en el hombre gato, en la mujer con toca o en las quiméricas figurillas tenantes de las Armas Christi una colección de monigotes. O quizá ocurra que la actuación en unas ruinas olvidadas de un pueblo de los Cuatro Lugares no luzca mucho. Talaván, claro, no es Mérida, no es Cáceres. En realidad, el patrimonio artístico rural de Extremadura constituye una flagrante y poco menos que totalizadora apología de la incuria institucional... Y me viene en estos momentos a la cabeza el excelente blog de Samuel Rodríguez -http://caminosdecultura.blogspot.com.es/-, prueba bien significativa de lo que digo.
En todas partes cuecen habas, y Cristobal Medina nos cita dos ejemplos infames de destrucción del patrimonio en la capital abulense: la Fábrica de Harinas -cuya figura espectral aún mantengo en mi recuerdo- y el Cementerio Musulmán. Esperemos, Cristóbal, que la ermita del Santo Cristo de Talaván no alcance el mismo destino. Tus palabras, y los millones de palabras que se han generado ya a través de la campaña "Salvemos a los condenados de Talaván" y de esta misma cadena, son nuestras armas.
Antes
de dar paso a la entrada de Cristóbal Medina, y sin ninguna acritud,
quiero puntualizar que las referencias a mi persona o a mi obra deberían
ser soslayadas en lo posible dentro de la cadena en defensa de la
ermita del Santo Cristo. Es una cuestión pragmática. No soy un
desagradecido, Cristóbal, pero en este país patológicamente suspicaz
cualquier causa, por noble que sea, puede ser confundida con el afán de
protagonismo. Y esta es una empresa coral, de todos los que estamos
interesados en que nuestros queridos réprobos no emprendan el vuelo
vertical. Gracias por tu aporte.
Un eslabón más para la cadena, Cristóbal Medina Montero
Existe una pequeña ermita, que lo fue de un cementerio, algo
peculiar. En su decoración, en origen cristiana y ortodoxa, hay una serie de
personajes raros y, en cierta medida, monstruosos, los denominados réprobos. Estos
personajes, pintados en el tambor de la cúpula, son bustos alados, con muecas
horrendas, que muestran los dientes y se cubren con un capirote. ¿Esta
iconografía es propia de una iglesia? ¿Existe algún otro referente en el mundo?
Bien, pues esta ermita está en ruinas, rodeada de maleza y a
punto de derrumbarse si no se pone remedio. Y en eso estamos.
Estoy hablando de la ermita del Santo Cristo de Talaván,
situada en Cáceres, poco más allá de Plasencia.
Pues existe un quijote en Béjar, a más de cien kilómetros y
en otra provincia y autonomía que se ha empeñado en salvar de la ruina tan
peculiar lugar. Un amigo común, Juan de la Cruz Mayo [ver
su blog], ya nos advirtió a los abulenses del peligro que corría este extraño paraje, lo hizo en la página web de
la asociación a la que pertenezco, Ávila Abierta, y aquí dejo el enlace: “Más
quijotes para Talaván”. De él son las fotos que acompañan este artículo.
Juan me ha invitado a sumarme a la cadena de quijotes y a
que me acerque a Talaván, aduciendo que puedo aprovechar para “pasar por
Trujillo […], Plasencia, La Vera, Garrovillas...” Y pienso hacerlo en cuanto
tenga ocasión.
El quijote original en esta aventura se llama Gabriel Cusac [Ver su blog], y es
un escritor bejarano de gran calidad y de un lenguaje castizo y genuino, que
entronca con el mismísimo Francisco de Quevedo. Me ha impresionado, admirado y
entusiasmado la lectura de su impagable libro de relatos cortos titulado “Cuentos desquiciados”, que recomiendo encarecidamente a
todo aquel que no se asuste del humor escatológico (palabra polisémica que ha
de tomarse en su acepción grosera). De su imaginación parece que hayan salido
personajes como los réprobos, pero no, ya estaban ahí.
Tengo intención de seguir el consejo de Juan, como ya he
dicho, y acercarme a Talaván en cuanto la ocasión me sea propicia, pero estoy
seguro de que nada nuevo podré aportar, tanto literariamente como gráficamente,
a lo mucho y bien hecho que ya hicieron otros. Lo único que puedo añadir, como mi
particular granito de arena, es esto que estoy haciendo, tratar el tema en mi
blog, por si tengo algún lector que no lo conozca. Con ello me sumo a la cadena
de blogs que forman la cruzada quijotesta, integrada por gentes sensibles a la
conservación del patrimonio, instando a aquellos que tienen medios para ponerle
remedio al colapso inminente del que está amenazada esta joya. ¿Me escucha,
señor Monago?
No puedo por menos que traer a la mente el infausto y estúpido
derrumbe de otro edificio singular en mi misma ciudad, como fue la Fábrica de Harinas.
De este hecho el periodista José Ramón Rebollada ha realizado un documental titulado "Poder contra verdad" que
nos ha abierto los ojos a los abulenses, señalando el ensañamiento necio de los
poderosos, quienes, para demostrar que mandaban, arrasaron un edificio
histórico de valor singular, al tratarse de uno de los primeros centros
fabriles unitarios de la Historia de España, y de Europa, dejando en su lugar
un inhóspito “mausoleo” para perpetuación de su majadero criterio, a pesar de
que se ofrecían interesantes alternativas culturales de conservación. Como hoy todo
va de vínculos, dejo otros enlaces a este tema [aquí] y [aquí]. A este ejemplo habría que añadir otros igual de infames, como la
destrucción del cementerio musulmán de Ávila, asunto del que yo tendría mucho
que contar y que quizá lo haga en otra ocasión.
¿Dejaremos que Talaván se hunda y desaparezcan para siempre
los enigmáticos réprobos? ¿Consentiremos que algo tan raro, singular y fuera de
lo común se pierda de la memoria?
Gabriel Cusac
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