21 de diciembre de 2012

Los fontímetros, las señales "salvajes" y una primicia en nuestro callejero: tres propuestas valientes del ayuntamiento bejarano



Estos tiempos difíciles exigen soluciones audaces. Y en Béjar, uno de los lugares donde llueve sobre mojado y la crisis se ha cernido sobre la crisis, parece que ya nos estamos dando cuenta de ello. Al respecto, el consistorio local nos sorprenderá en 2013 con tres revolucionarias medidas, absolutamente pioneras, que sin duda contribuirán a mejorar la economía municipal, que es decir la economía de todos los bejaranos.
La primera es la referida a los fontímetros. Todas nuestras fuentes públicas no ornamentales funcionarán por monedas, a imitación de los parquímetros. Niños sedientos, papás sedientos y abuelos sedientos, paisanos y turistas de todas las edades, todo quisque, en definitiva, tendrá que apoquinar para poder echar un trago de agua en nuestras calles. ¡Porque, hasta hoy, esto es Jauja! ¡Todo el mundo bebiendo y bebiendo como los peces del villancico! ¡Bebiendo hasta reventar, aprovechándose de una gratuidad que en nada beneficia a los bejaranos como colectivo, ni a las depauperadas arcas municipales! Y mientras, el agua serrana sin dejar de correr por las alcantarillas, perdiéndose hasta desembocar en la fluyente toxicidad del Cuerpo de Hombre. No hay derecho, por supuesto. Aquel niño saharaui que, en su aparente ingenuidad, se dedicó hace unos años a taponar con palos todos los caños de Candelario, nuestro pueblo vecino y quizás hermano, en realidad nos estaba dando una sabia lección. No se puede desperdiciar el agua, ni a nivel local ni a nivel planetario. Y no cabe otra reacción, ateniéndonos a unos criterios lógicos y ecológicos, que aplaudir esta medida que impone la solidaridad frente al egoísmo particular. ¡Bravo! ¡Cien veces bravo! Cabe apuntar, por último, que la clerecía bejarana, parroquia por parroquia, dará cumplida inauguración de los fontímetros, bendiciéndolos en su momento, como Dios manda. ¡Ah, cristiana piedad, de nuevo en auge sobre la perla roja de Castilla! ¡Cuántos conversos, últimamente! ¡Cuántos saltabardales derivados en meapilas! ¡Cuántos santos exhumados de las sacristías! ¡Qué sobrevenido fervor, la hostia!...Pero no nos desviemos del tema.
La segunda medida también destaca por su originalidad y sentido pragmático. Se trata de modificar todas las señales de tráfico que indiquen nuestra localidad, convirtiéndolas en cartela del personaje local más emblemático, el salvaje bejaraní por antonomasia: el Hombre de Musgo. Una exultante reivindicación identitaria y un eficaz reclamo publicitario que animará la visita de los conductores foráneos, quienes se acercarán a Béjar sólo para conocer la historia de semejante monstruo. Brillantísimo; un auténtico hallazgo en cuanto a la promoción turística. De nuevo, ¡bravo! ¡Cien veces bravo! Y más teniendo en cuenta que la financiación de los iconos salvajes procurará extraerse de fondos de la Diputación, de la Junta, del Estado, de la Unión Europea, de la UNESCO o, si es preciso, incluso de fondos de reptiles. También Gecobesa, consorcio tan avezado en las vanguardias de la mercadotecnia y la pirotecnia, ha anunciado su colaboración, siempre y cuando el vial y metálico Hombre de Musgo calce esquís.
La tercera medida no es, como pudiera parecer, únicamente testimonial respecto a una realidad que aflige al 99% de la población española y lucra al restante 1%. Hoy más que nunca es loable dedicar el nombre de una calle a las víctimas de los recortes. Al fin y al cabo, en nuestro municipio ya existe una calle llamada Víctimas del terrorismo, referida al terrorismo ilegal, y resulta justo y compensatorio dedicar otra al terrorismo institucional. Pero nuestras astutas autoridades no dejan de lado el aspecto pecuniario del asunto. La calle Víctimas de los recortes, inédita, bruscamente original, será el cebo que convierta a la ciudad estrecha en el foco de todas las miradas, y la prensa nacional e internacional forzará al mundo entero a conocer dónde nos ubicamos en el mapa. Lo demás viene rodado. Tras los titulares, el boom turístico: miles y quién sabe si millones de personas visitando Béjar, simplemente por echarse una foto debajo de la placa de la calle. ¡Bravo, bravo y cien veces bravo! ¡Qué munícipes más cojonudos!
Ahora cantemos todos juntos:

¡Viva! ¡Viva Béjar!
La de las cinco abejas,
hermosa y laboriosa,
industrial ciudad...

Gabriel Cusac

3 comentarios:

juan de la cruz471 dijo...

La siguiente es una critica indeseada e indeseable que paso a publicar en dos comentarios, porque en uno no me entra. (si te quieres vengar vivo en la guerracivilenlas5villasdeavila

Se me ocurre corresponder al favor de tu dedicatoria con una crítica. Yo he recibido pocas críticas en mi vida pero he tenido tiempo de saber lo dañinas que son para el creador: un ser tan frágil, que siempre “lo da en pensar”.
La única manera de demostrar que he leído el libro y no sólo coleccionado un autógrafo como un fetiche, o como una dudosa inversión a largo plazo, es hacer una crítica escrita, porque yo oralmente no me expreso tan agusto, y no es muy operativo pararte en el parque mientras empujas un contenedor de hojas y exponerte, mirándote a los ojos, estas sensaciones.
Ahí va la frase mas dura:
Es un libro de relatos muy prometedor, se ve un gran escritor (he calculado de 25 años por entonces, muy culto, muy imaginativo, muy minucioso, muy original, muy atrevido. Aunque suene a Cela, a Rabelais, a Quevedo, y a muchos que yo no me sepa y o que ahora no recuerde (y a este hombre de Hervás: Víctor Chamorro, que no sé si entonces habías leído). Esto es porque eres muy acentuado, muy barroco, muy desmesurado, con mucho “horror al vacío”: en tu escritura no existe ninguna frase de transición, todo es chicha.
Existen los pobres bocadillos de pan con pan, pero tus bocadillos son de chorizo con chorizo, y con jamón por dentro. (Aunque no tenga la cara de Rajoy, el bocadillo resulta dificil de comer al ritmo normal que se lee).
Por tanto el libro hay que releerlo. Porque “prima facie” uno ha asistido a la sucesión embutida de imágenes que dije antes. Pero se lleva la impresión de que al leerlo, uno irá a buscar todas las imágenes pero nada de lo que cuenta, porque todos son personajes de una semicapital subprovinciana, que carecen de interés en sí mismos para este forastero que no los ha conocido.
No necesito decirte lo dañino que es que yo (y puede que otros hace 20 años) haya escrito que Grotescario Bejarano era un libro prometedor. Es porque es mentira eso de que veinte años no es nada, porque en 20 años debías haber cumplido, y no lo has conseguido la gloria y la fortuna literaria que prometían sus páginas
Yo soy más viejo que tú, y un tipo al que has derrotado 3 ó 4 veces en el concurso del Casino Obrero. (esto no es una venganza, aunque ya estaba harto de que te repitieras, -llegué a pensar que Gabriel Cusac sería un influyente profesor de instituto, cronista oficial, gurú, jerifalte de cuello alto)
Antes de esto ya te dije que he leído tu libro de escatología sexual escatológica gomorriana. Yo no reconozco a Béjar ni a su historia, que ignoro. Lo que sí sé es que eres reconocible en tus dos libros. A ti te gusta más el último y seguro que en tu paradigmática subjetividad eres más objetivo que yo que leí el primero diciendo: “a ver quien coños es este tipo tan ganador” después uno ya se amansa y la literatura del Grotescario me entró mejor.

juan de la cruz471 dijo...


Más critica destructiva: en que momento se jodió el Perú.
La rémora que tuviste para que no saltaras a la fama fue tu corto vuelo. Es un libro estrecho, irrespirable que horripila por su terror al vacío. Es una bacanal de sensaciones orgásmicas, yo nunca he tenido esa vivencia, (ni creo que nadie más, salvo Calígula y algún miembro de los Rollig Stones) supongo que para que sea de provecho la bacanal uno tiene que saber con quien está jodiendo.
La lástima del Grotescario es que nadie lee cosas tan pegadas a una realidad, más que los que chapotean en ella. Tanto genio fue un desperdicio. Mi consejo es que sin pudor, deberías autoplagiarte porque ahí hay gasolina para cuatro o cinco libros.
Pero fuera de este corral. El tuyo es un problema de emplazamiento: Recientemente he fotografiado, (y así publicito mi blog) la iglesia de san Esteban de Salamanca, tan filigranosa como tu propia escritura, pero –ella sí- tan bien colocada, con tanto aire para respirar que uno si quiere se sumerge en su retablo y pausadamente lo digiere. Qué sería del retablo de la fachada de San Esteban en la calle Mayor de Béjar entreverado con pisos de tres plantas. Pues esto mismo: algo que la gente diría “que despilfarro ir a ponerlo ahí”.
Por otro lado, el libro es muy sarcástico, muy machote; carece de la sensibilidad femenina (maternal) para salvar a algún personaje. Los amas, ¿quién amará más a Béjar que inmola tan buenas imágenes en su descripción?. Hacia muchos personajes falta ternura, piedad y amor, y estas tres cositas son las que llegan al lector al corazón.


Ahora te pido perdón:
1.- por llamarte impío, bromista, bajabragas, baja pantalones. Siendo todo escritor un poco bufón de la sociedad, un entretenedor prescindible; te permites el lujo de resultar un poco soberbio, y la soberbia no gusta ni en los toreros. Parece que, codeando, dijeras al lector: “mira cuantos bufones me rodean”.
2.- por criticar una obra de hace 20 años, que es muy buena y que si ahora relees te gustará y te pareceré estúpido e injustas y malintencionadas mis críticas. Quizá es que no perdono que me hayas ganado en tantos casinos obreros.
2.- por abordarte con una crítica, no pedida, innecesaria, deprimente, más aún en los tiempos críticos que corremos donde los creadores buenos, ni aún muchos de los mejores van a conseguir algo de dinero de esto de la cultura.
Béjar 24 de diciembre de 2012, diabueno radiante y matacovatillas.

Posdata del 7 de enero: la anterior crítica fue a mediados de libro, nunca me sé aguantar hasta el final, es el miedo a perder las ideas o a que le convenzan a uno de que la pimienta blanca que va a echar quizá no sea justa ni procedente. El caso es que, espaciando más la lectura, encontré parte de la ternura que extrañaba, y seguí disfrutando, igual o mejor, de la fina labra de tropos con que lo armaste. Hoy, que nos hemos encontrado en el DIA y me has reconocido mi reconocimiento me cargo esta crítica en un pincho a ver si cuando vaya a un ordenador con internet te lo pongo, aunque no venga a cuento, como comentario.
Sinceramente, deseo que la crítica provoque un escozor placentero, positivo, excitante.
Reverencio tu escritura y aunque no creo en ninguna justicia, ni tampoco en la literaria, mereces aún más premios de los que me ganaste.

Gabriel Cusac dijo...

Amigo Juan: como cualquier crítica sincera, la tuya es de agradecer. Yo soy más severo que tú respecto al Grotescario. El libro tiene varias pifias. Editorialmente, el aluvión de erratas, el papel caro, el formato tan exagerado como el contenido, el diseño. Literariamente, es un producto prometedor, pero bisoño, ingenuo. Creo que hoy escribo bastante mejor, pero ya quisiera yo tener la fuerza, la alegría, el ímpetu creativo que trasluce el Grotescario. El derroche, como tú dices, o la capacidad de derrochar. Antes escribía riéndome; hoy escribo con sudor y a veces con sangre.
Parece ser que la mayoría de los autores ven con pudor su primera obra; en este caso, creo que el pudor está justificado. Un saludo.