Portada de la revista Quo, nº 188 (mayo 2011) |
Hace ya algunos años, cuando trabajaba con Pepe
Muñoz en "Los Hombres de Musgo y su parentela salvaje. El mito
silenciado", recogía de forma paralela citas sobre el salvaje que de forma
casual encontraba en mis lecturas meramente literarias, no históricas. Luego,
en verdad hastiado de asuntos silvestres, saludablemente abandonaría tal
hábito. La gavilla que aquí se ofrece, este retal desaprovechado, puede ser de
utilidad a quienes se interesen por el tema.
Por supuesto, la lista (una veintena de
referencias) resulta antojadiza, parcial y no obedece a ningún criterio de
clasificación. Así mismo quedan excluidas las no escasas citas que ya fueron
utilizadas en nuestro ensayo, en el cual recorrimos, entre otros campos, la
hagiografía, el teatro del siglo de oro o el género caballeresco, donde el
salvajismo natural o sobrevenido adquiere un protagonismo recurrente.
Alguna de las citas siguientes, os lo aseguro,
son salvajemente sugerentes. No se respeta orden alfabético, por comodidad de
un servidor.
JOSEPH CONRAD, El corazón de las
tinieblas: "Un país cubierto de pantanos, marchas a través de
los bosques, y en algún lugar del interior la sensación de de que el
salvajismo, el salvajismo extremo lo rodea..., toda esa vida misteriosa y
primitiva que se agita en el bosque, en las selvas, en el corazón del hombre
salvaje. No hay iniciación para tales misterios. Ha de vivir en medio de lo
incomprensible, que también es detestable. Y hay en todo ello una fascinación
que comienza a trabajar en él. La fascinación de lo abominable".
ÁLVARO CUNQUEIRO, Con Bernal Díaz en
septiembre: "Cuenta Chateaubriand de aquel violinista francés que
encontró enseñando pavanas y minuetos a los indios canadienses, y con gran
reverencia les daba paso: Messieurs les sauvages, s´il vous plaît...".
MAURICE PONS, Las estaciones: "La
amaba, se saturaba de ella, no podía desprenderse de ella y todavía en su
rincón de rocas, arrostrando a solas su pasión y su turbación, se hincó, se
dejó caer sentado sobre sus talones, en la actitud del salvaje ante el
manantial".
PÍO BAROJA, Zalacaín el aventurero:
"Tellagorri le curtía a Martín, le hacía andar, correr, subirse a los
árboles, meterse en los agujeros como un hurón; le educaba a su manera, por el
sistema pedagógico de los Tellagorris, que se parecía bastante al
salvajismo".
STANISLAW LEM, Diarios de las estrellas:
"Ideé, pues, la clorofilización de todos los seres vivos, inventando, en
particular, al hombre cubierto de follaje".
ALEISTER CROWLEY, Su pecado secreto:
"Leía las plegarias familiares dos veces al día en lugar de una, y aceptó
la presidencia de la reunión anual de una Sociedad para Enviar Pantalones a los
Indostanos Conversos. Como todos sabían en los Midlands, los indostanos
eran Salvajes Desnudos".
HENRY MILER, Trópico de Capricornio:
"¿Por qué consideraba a aquellos salvajes más capaces de entenderme
que los hombres y mujeres que me rodeaban? La inteligencia que poseía, incluso
de muchacho, me asustaba; era la inteligencia de un salvaje, que siempre
es superior a la de los hombres civilizados en el sentido de que es más
adecuada para las exigencias de las circunstancias. Era una inteligencia vital,
aun cuando aparentemente la vida haya pasado de largo ante ellos".
MARY W. SHELLEY, Frankenstein o el
moderno Prometeo (3):
"Soy demasiado impulsivo en la ejecución y
demasiado impaciente con los obstáculos. Pero aún me resulta más nocivo el
hecho de haberme autoeducado. Durante los primeros catorce años de mi vida
corrí por los campos como un salvaje, y no leí nada salvo los libros de viajes
de nuestro tío Thomas" (1).
"Cuando cayó la noche, salí de mi refugio y
vagué por el bosque; y ahora, que ya no me frenaba el miedo a que me
descubrieran, di rienda suelta a mi dolor, prorrumpiendo en espantosos
aullidos. Era como un animal salvajeque hubiera roto sus ataduras; destrozaba
lo que se cruzaba en mi camino, adentrándome en el bosque con la ligereza de un
ciervo... Yo, como el archidemonio, llevaba un infierno en mis entrañas; y, no
encontrando a nadie que me comprendiera, quería arrancar los árboles, sembrar
el caos y la destrucción a mi alrededor, y sentarme después a disfrutar de los
destrozos" (2).
"Si accedes, ni tú ni ningún otro ser humano
nos volverá a ver. Me iré a las enormes llanuras de Suramérica. Mi alimento no
es el mismo que el del hombre; yo no destruyo al cordero o al cabritillo para
saciar mi hambre; las bayas y las bellotas son suficiente alimento para mí. Mi
compañera será idéntica a mí, y sabrá contentarse con mi misma suerte. Hojas
secas formarán nuestro lecho; el sol brillará para nosotros igual que para los
demás mortales, y madurará nuestros alimentos" (3).
FRANCO CUOMO, Gunter de Amalfi, caballero
templario: "Un aullido animal proveniente de lo alto, sobre sus
cabezas, los hizo estremecerse. Gunter desenvainó la espada y se puso en
guardia. El Maestre le tranquilizó.
-No temas -dijo, señalando la cima de la colina-.
Es solamente un estilita, un santo varón que ha elegido vivir ahí arriba, en
lugar de en una caverna, desnudo, expuesto al sol y a la intemperie.
Guenter volvió a meter la espada en la vaina,
mirando en la dirección indicada. Se esforzo por vislumbrar alguna señal de
vida sobre el capitel de una columna despedazada que se erguía entre los restos
de un templo, pocos metros más adelante, a contraluz. Y, efectivamente, algo
vio. Era una especie de bestia peluda, con la piel cubierta de escamas morenas
que formaban casi una coraza sobre su cuerpo, ceñida a la piedra, con la cual
parecía amalgamada en una sola masa indistinta. Se habría dicho que era un gran
hongo, o un liquen hirsuto...".
GIOVANNI PAPINI, No quiero ser más el que soy:
"Cada vez que me aproximo a un espejo vuelvo a ver mi pálido y delgado
rostro, con la boca semiabierta como sedienta de viento o hambrienta de presas,
con los cabellos enmarañados y volubles como los de un salvaje, con los ojos
color castaño crespuscular, en cuyo centro se abren las grandes pupilas negras
como madrigueras de serpientes".
ALONSO DE CONTRERAS, Vida del Capitán
Contreras: "Quejáronse al arzobispo, y él enviome a decir que mirase
que estaba descomulgado. Yo reíme de aquello, y por uno de estos clérigos
salvajes, que así los llaman por este reino, porque no tienen más de las
primeras órdenes y son casados muchos, púsose en una yegua para ir a quejarse
al arzobispo...".
PATRICK SÜSKIND, El perfume: "Su
aspecto era espeluznante. Los cabellos le llegaban hasta las rodillas, la barba
rala, hasta el ombligo. Sus uñas eran como garras de ave, y la piel de brazos y
piernas, en los lugares donde los andrajos no llegaban a cubrirlos, se
desprendía a tiras.
Los primeros hombres con quienes se cruzó,
campesinos de un pueblo próximo a la ciudad de Pierrefort, que trabajaban en el
campo se alejaron gritando al verle. En la ciudad, en cambio, causó sensación.
Muchos lo tomaron por un galeote fugado y otros dijeron que no era un ser
humano, sino una mezcla de hombre y oso, una especie de sátiro. Uno que había
navegado en su juventud afirmó que se parecía a los miembros de una tribu de
indios salvajes de Cayena, que vivían al otro lado del gran océano".
WALTER DE LA MARE, Memorias de una enana:
"De pequeña yo había sido, ni que decir tiene, tan religiosa por
naturaleza como un salvaje o un ángel".
ALBERTO VÁZQUEZ-FIGUEROA, Viracocha (2):
"El español no respondió, absorto como
estaba en la contemplación de las gigantescas rocas que conformaban la primera
línea de defensa de Saqcsaywaman, preguntándose qué clase de cíclopes o cuántos
miles de hombres habrían sido necesarios para trasladar hasta allí y clavar en
su sitio tan inconcebibles piedras.
Nada existe en Eurpa que pueda compararse a esto
-musitó para sus adentros-. Nada de nada, y sin embargo, aún habrá quien alegue
que sus constructores son salvajes a los que tenemos la obligación de
civilizar" (1).
"A veces tengo la impresión de venir de un
mundo salvaje, y otras, que los salvajes sois vosotros, aunque ésa es una duda
que la Historia se encargará de resolver: el que pierda será el salvaje, y el
que venza el civilizado. Siempre ocurre igual..." (2).
JAN POTOCKI, Manuscrito encontrado en Zaragoza:
"En la época a la que se refiere esta historia, el conde de Olavide no
había establecido aún colonias extranjeras en Sierra Morena, y esta imponente
cadena de montañas que separa Andalucía de La Mancha sólo se hallaba habitada
por contrabandistas, bandidos y algunos gitanos que, según la leyenda, se comían
a los viajeros que ellos mismos asesinaban, y de aquí el proverbio español: Las
gitanas de Sierra Morena quieren carne de hombres".
UMBERTO ECO, El nombre de la rosa:
"Reconocí por sus trajes a los hebreos, los capadocios, los árabes, los
indios, los frigios, losbizantinos, los armenios, los escitas y los romanos.
Pero, mezclados con ellos, en treinta círculos dispuestos en arco por encima
del arco de los doce paneles, estaban los habitantes de los mundos
desconocidos, de los que sólo tenemos noticias a través del Fisiólogo y
de los relatos confusos de los viajeros. Muchos me resultaron irreconocibles, a
otros pude identificarlos: por ejemplo, los brutos con seis dedos en las manos;
los faunos que nacen de los gusanos que se forman entre la corteza y la madera
de los árboles; las sirenas con la cola cubierta de escamas, que seducen a los
marineros; los etíopes con el cuerpo todo negro, que se defienden del ardor del
sol cavando cavernas subterráneas; los onocentauros, hombres hasta el ombligo y
el resto asnos; los cíclopes con un solo ojo, grande como un escudo; Escila con
la cabeza y el pecho de muchacha, el vientre de loba y la cola de delfín; los
hombres velludos de la India que viven en los pantanos y en el río Epigmáride;
los cinocéfalos, que no pueden hablar sin interrumpirse a cada momento para
ladrar; los esquípodos, que corren a gran velocidad con su única pierna y que
cuando quieren protegerse del sol se echan al suelo y enarbolan su gran pie
como una sombrilla; los astómatas de Grecia, que carecen de boca y respiran por
la nariz y sólo se alimentan de aire; las mujeres barbudas de Armenia; los
pigmeos; los epístigos, que algunos llaman también blemos, que nacen sin cabeza
y tienen la boca en el vientre y los ojos en los hombros; las mujeres monstruosa
del Mar Rojo, de doce pies de altura, con cabellos que les llegan hasta los
talones, una cola bovina al final de la espalda, y pezuñas de camello; y los
que tienen la planta de los pies hacia atrás, de modo que quien sigue sus
huellas siempre llega al sitio del que proceden y nunca a aquel hacia el que se
dirigen; y también los hombres con tres cabezas; los de ojos resplandecientes
como lámparas; y los monstruos de la isla de Circe, con cuerpo de hombre y
cerviz de diferentes, y muy variados animales...".
MANUEL MUJICA LAINEZ, Bomarzo: "A los
blasones conocidos, a las águilas, castillos, leones y lises que circundaba el
collar del Toisón, sumabanse nuevas figuras de emplumados salvajes relucientes
de pedrerías. Detrás del mundo viejo, rigurosamente clasificado con etiquetas
de metales y colores de un orden estricto, por la sabiduría heráldica, acechaba
otro mundo, misterioso y atroz, que brotaba de las selvas de América surcadas
por enormes ríos a cuyas márgenes se elevaban los templos consagrados a los dioses
crueles, y ese mundo de suntuosa barbarie era obligado artificialmente,
monstruosamente, a participar en la fiesta cortesana que convocaba a los
frágiles patricios europeos con los cuales nada tenía que ver y a los que tal
vez era capaz de destruir con sus zarpas de oro".
MANUEL MUJICA LAINEZ, El unicornio: "Algún vagabundo cargado de amuletos,
uno de esos clerici vagantes que habían conocido comarcas lueñes, añadía
al miedo de las narraciones inflamadas por la evidencia de que Lucifer
podía apoderarse de un cuerpo humano y ser su dueño a lo largo de años
de tortura, el misterioso terror que deriva de los espantajos exóticos,
aliados del Infierno, que andan por el mundo como andarán las bestias
del Apocalipsis, y que son idóneos en el arte de deslizarse entre las
llamas y de insuflar a los mortales su ponzoña. Y entonces el fondo
tétrico, detrás de la cama revuelta de Azelaís, se
animaba como un tapiz ilusorio por cuya hojarasca negra y bermeja
corrían los sátiros cornudos; los esciapodios que no poseen más que una
pata velocísima, la cual les sirve de quitasol; los hipopodios de los
desiertos escitas; los cinocéfalos indios, perros-hombres a cuya estirpe
dicen que perteneció San Cristóbal; los etíopes de cuatro ojos; los
grifos, los basiliscos, las sirenas, los centauros; las leucrocotas,
asnos con cabeza de tejón, que simulan la suave voz humana, aunque
cuentan con un único hueso continuo en lugar de dientes; los panotii, de
orejas desmesuradas; las mantícoras, con tres filas dentales, hombres y
leones, raudas como pájaros, con timbres de flauta; las quimeras de
tres rostros...".
Gabriel Cusac
3 comentarios:
Siendo salvajes o no , los verdes musgos de la sierra de Bejar ,volveran a cubrir en eucaristía a esos personajes bejaranies, que se prestan voluntariamente al particular evento.
A día de hoy y estando un poco lejos de la ciudad estrecha, me pregunto algunas cosas...
Que hay que hacer para poder ser un Elegido del verde Traje?
Debo poseer cierto apellido o influencia para ser portador del mismo..?
O quizá debo realizar algún tipo de prueba específica para ser apto como MusgoMan.....?
Saludos Cusac
Oye....? Pagan bien....?
Siendo salvajes o no , los verdes musgos de la sierra de Bejar ,volveran a cubrir en eucaristía a esos personajes bejaranies, que se prestan voluntariamente al particular evento.
A día de hoy y estando un poco lejos de la ciudad estrecha, me pregunto algunas cosas...
Que hay que hacer para poder ser un Elegido del verde Traje?
Debo poseer cierto apellido o influencia para ser portador del mismo..?
O quizá debo realizar algún tipo de prueba específica para ser apto como MusgoMan.....?
Saludos Cusac
Oye....? Pagan bien....?
No pagan, es voluntario, no hace falta pertenecer a la nobleza ni tener apellidos compuestos, no hay pruebas de acceso. Y hay una lista de espera tremenda.
De todas formas, no te veo acompañando a los ídolos y rindiendo la bandera de Béjar en El Salvador. Serías cómplice de una impostura.
Un abrazo.
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