21 de abril de 2014

Un cuento para Lucía: La higuera prodigiosa




Lucía, con 6 años ya, poniendo ojitos

Entre el río y la muralla, y entre un peñasco y una valla, crece una higuera ramosa, hermosa y prodigiosa. No es una higuera cualquiera, es la mágica higuera de las monedas. Porque, cuando llueve, aparecen a su vera monedas grandes y pequeñas, monedas lustrosas o roñosas, pero monedas siempre añosas. Monedas de reyes lampiños o barbados, monedas de reyes cuerdos o alocados, monedas siempre añosas que pueden ser reales, pesetas, maravedíes, ducados… Monedas de tiempos ya pasados. De cobre, de plata, de oro… Como un pequeño tesoro. Pero no es una cosa tan sencilla esta maravilla. Porque, para encontrarlas, hay que pasar sin buscarlas. Se tienen que encontrar de pura casualidad.
Esto a Dani ya se lo habían contado, pero Dani era un niño muy obstinado. Y, cuando llovía, hasta la higuera como un loco corría. Un día, y otro día. Siempre lo mismo pasaba: como nada encontraba, con sus manos junto a la higuera escarbaba. Luego llegaba a casa empapado, sucio y frustrado, con los bolsillos vacíos y tiritando de frío. ¡Qué esfuerzo baldío! Pero al día siguiente, si llovía, hasta la higuera como un loco corría. Y su madre le repetía: “¡No es cosa tan sencilla esta maravilla! ¡De verdad: las monedas se tienen que encontrar de pura casualidad!”.
Pero Dani insistía; daba igual lo que su madre le decía. Y en una de estas ocasiones, lloviendo a chaparrones, apareció un duende detrás de la higuera. Un duende rico era, porque llevaba traje, corbata y chistera.
-Escucha, niño pesado –dijo a Dani el duende encorbatado-, ya me tienes un poco cansado. Te voy a dar un doblón del rey Carolo, que es una moneda muy gorda y toda de oro. ¡Pero una moneda y nada más! ¡Y no vuelvas por aquí jamás!
¡Aquéllo era cierto! ¡Brillaba la moneda como el sol del desierto! Dani cogió la moneda al duende rico, y se puso a dar saltos como un mico.
-¡Vete ya, chaval! Y recuerda: ¡como vuelvas por aquí, me va a sentar muy mal!
-Gracias, duende generoso.
-¡Vete ya, mocoso!
La moneda de don Carolo (foto de todocoleccion.net)
Con la moneda en el bolsillo, Dani volvió a casa con sonrisa de pillo. Lleno de emoción, se encerró en su habitación. ¡Qué bello le parecía el rey Carolo, con la carita de oro! Toda la tarde pasó en la habitación, sobando y mirando su querido doblón. Y después de cenar, acostado, se quedó dormido con el puño apretado. Si eres lista, Lucía, me dirás qué es lo que en el puño tenía.
Si aquí acabase este cuento, Dani estaría contento. Aunque Dani, como te he explicado, era un niño muy obstinado. Al cabo de unos días volvió a llover, y Dani hasta la higuera volvió a correr. Pero, ¡qué desilusión!, allí no aparecieron ni duende ni doblón. Y esto no es lo peor: lo que te voy a contar casi da dolor. Porque, al llegar a su casa, fíjate lo que le pasa. Fue a contemplar la moneda guapa, y en su lugar encontró… ¡de Coca-Cola una chapa! El duende encorbatado la avaricia de Dani había castigado.
Dani, pensativo tras el asunto de la moneda
Aquí este cuento llega a su fin, con dos vasitos hacemos chin-chin.

*Deberes:
               1- pregunta el significado de las palabras que no entiendas.
              2-haz los dibujos para este cuento.

Gabriel Cusac




6 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué bonito!! Como todo lo que se hace con verdadero amor... Eres tu el genio, verdad Gabriel? Besos. Pepa.

Gabriel Cusac dijo...

El genio...loco. Un beso, Pepa.

juan de la cruz471 dijo...

Parece mentira que entre tu rústica carrocería y tras tu temible vozarrón de consonantes trabadas, se esconda un padrazo cariñoso y juguetón. Este cuentecillo seguro que te lo copian, pero será lícito si sólo se usare para dormir a algún angelito recalcitrante.

Gabriel Cusac dijo...

Me pones talmente Shrek, agudo Juan.
Que lo copien.

Anónimo dijo...

¿Es tu primera incursión en la prosa poética? Experimentando en nuevos terrenos, ¿eh?
Títiro

Gabriel Cusac dijo...

La verdad es que ya antes había probado esta fórmula de versos encadenados, que no sé si llamar prosa poética, y también en cuentos infantiles. A Dani y a Lucía les ha gustado, o sea que habrá que seguir con el invento.
Un saludo, Títiro.